martes, 8 de mayo de 2007

Desencantos



Hace no mucho he descubierto algunos blogs, como El lagarto en tu laberinto o Desconvencida, en los que, con diferentes estilos, sus autores despliegan -entre otras- una forma de presentarse a sí mismos a mi entender tan interesante como enriquecedora para sus lectores: hablándonos de aquellas películas, libros o canciones que por diversos motivos forman o han formado parte de sus vidas, de las reflexiones o sensaciones que les han suscitado, de cómo los interpretan o comprenden. Esta manera de postear me parece un modo muy atractivo de compartir experiencias y aprendizajes que nos han llegado gracias a la literatura, el cine o la música, y de mostrar a los demás lo que consideramos más valioso de ellos. Se trata, por otra parte, de una fórmula que siempre he tenido de alguna u otra manera en la cabeza pero que nunca había utilizado. Pues bien, creo que ha llegado el momento de lanzarme a ello. A ver cómo se me da.


En el único meme que he hecho hasta ahora comenté que una de las películas que podía ver una y otra vez era "El desencanto" (Jaime Chávarri, 1976), película con la que me había cruzado poco antes y que me había dejado fascinada. La fascinación no ha desaparecido sino que, posiblemente, incluso ha aumentado. Mucho se ha escrito ya sobre esta película-documental en la que Felicidad Blanc y sus hijos, Juan Luis, Leopoldo María y Michi Panero se entregan a un descarnado ejercicio de autoanálisis, tanto de ellos mismos como de su vida familiar, en el que ocupa un lugar central el que fuera, respectivamente, su esposo y padre, el poeta fascista Leopoldo Panero. Y no sólo por la tremenda influencia que ejerció sobre ellos, sino también por las consecuencias derivadas de su muerte temprana.

De ese análisis de su propia biografía y de sus cambiantes papeles en la estructura profunda del núcleo familiar sorprende tanto su clarividencia como su pasmosa crudeza, aún más lacerante cuando los personajes conversan o se enfrentan entre ellos sin tapujos. En la película se dejan distinguir dos partes. La primera estaría marcada por la ausencia física de Leopoldo María, el hermano mediano y poeta maldito, pese a que las constantes alusiones y reflexiones sobre él de su madre y hermanos lo convierten, al mismo tiempo, en una figura omnipresente. En la segunda es Juan Luis, el mayor, y también poeta, el que prácticamente desaparece y se ve desplazado por Leopoldo María, tal y como en efecto sucediera en el panorama literario del momento como resultado del éxito, indudablemente mayor, de la poesía de este último. Se refleja así el conflicto definitivo, la brecha insuperable que distanciará a ambos hermanos en el marco de una familia ya desgarrada desde muchos flancos. Uno de los fragmentos más agrios sea probablemente el que se dedica a la conversación que, en la última media hora y sentados en un banco público, mantienen Felicidad, Leopoldo María y Michi. Ante las preguntas de su madre, Leopoldo María se propone, como él mismo declara, dejar constancia de la diferencia entre la leyenda épica de su familia y la verdad. Una verdad que se revela a través de duras críticas al padre, calificado por Leopoldo María de brutal y del que ambos hermanos se burlan abiertamente, y de no menos duros reproches a lo que juzga como la gran cobardía de su madre, responsable de sus repetidos ingresos en diversos sanatorios y manicomios con ocasión de varios intentos de suicidio y de su consumo de drogas. Leopoldo María se lamenta cínicamente de no haber conocido el "amor" en aquella época, en que apenas contaba con 19 años, más que gracias a un par de, como él dice, subnormales, a cambio de un paquete de tabaco.

Muchísimas más cosas se podrían decir del aire decadente que respira esta película, del infortunio y de la incomprensión, de la familia y sus perversiones, de la frialdad y porte digno de Felicidad y sus constantes y superficiales autojustificaciones ("lo reconozco, soy cobarde, nací así y no creo que se trate de un rasgo adquirido"), del egocentrismo de Juan Luis, del resentimiento asumido y declarado de Leopoldo María, de la transparencia de Michi o incluso de los incontables cigarrillos que todos ellos consumen en su transcurso. Pero como la película es, en mi opinión, inagotable desde tantos y tantos puntos de vista, sólo voy a destacar un aspecto que me llamó la atención desde sus primeras escenas: al protagonismo de la palabra y de la narración, habitual por lo demás en este género de películas, se une en ella un uso del lenguaje por parte de sus protagonistas tan primoroso como certero, tan cuidado como preciso, de una perfección formal abrumadora y ya poco frecuente, por no decir quizás inencontrable. Hablan y parece que lean. Dicen y parece que escriban. Eso sí, en ocasiones haciendo gala de una pedantería y un engolamiento extremos, sobre todo en el caso de Juan Luis (os dejo aquí la única escena de la película que he encontrado por la red y en la que se hace patente esa pedantería de Juan Luis; lo siento, ¡aún no sé youtubear en mi propio blog!) y del propio Leopoldo María, que pueden volver ridículas muchas de sus frases. Por otra parte, no sé si el horror de lo que a veces cuentan puede verse compensado por la belleza e inteligencia de su manera de decir. Pero para mí escucharlos hablar es un verdadero placer, sin duda contradictorio, si se atiende a lo que sus palabras transmiten, pero no por ello menos placer.

Y más allá de ese uso del lenguaje, aunque íntimamente ligado a él, no puede dejar de subrayarse la sabiduría desencantada de las reflexiones con las que Leopoldo María va engarzando su discurso y de las que os transcribo las que considero más significativas:

"En la infancia vivimos y después sobrevivimos".

"Yo considero que el fracaso es la más resplandeciente victoria".

"El colegio es una institución penal en la que se nos enseña a olvidar la infancia".

"En la cárcel se rompe la odiosa dicotomía entre lo público y lo privado, se rompe con la odiosa estructuración social del aislamiento, por ello es el único lugar, como se suele decir, donde es posible la amistad, una amistad que dura lo que el propio tiempo de prisión (...) La cárcel es el útero materno y, fuera de él, el yo se fortalece y empieza, por lo tanto, la guerra más inútil y más sangrienta. La guerra para ser yo, para lo que haría falta que el otro no existiera".

Comentando el resentimiento que otros poetas e intelectuales han manifestado hacia él: "Puesto que el lenguaje no existe, debe instalarse como una religión, y por lo tanto, necesita de una casta sacerdotal que son los intelectuales que sacrifiquen su vida al comercio con ese lenguaje. De ahí que detesten la vida y de ahí que me detesten también a mí mismo, que la represento por excelencia. Con la vida me refiero a la vida invivible".

Este hombre podrá estar loco, no digo que no. Pero bendita la locura capaz de penetrar con tanta lucidez, pese a su pesimismo, las mentiras que por todas partes nos quieren vender. Aunque sea, como en su caso, al precio de esa vida no sólo invivible, sino también consciente de no poder serlo.

21 comentarios:

Tako dijo...

¡¡Que ganas de verla!!

Parece un película genial, sólo por la frases

"Yo considero que el fracaso es la más resplandeciente victoria".

"En la infancia vivimos y después sobrevivimos".

Conozco a Jaime Chávarri de otros lares y no era consciente de esta película.

¡¡Apuntada queda!!


Un gran beso

BACCD dijo...

Gracias por tan espléndida presentación. Por lo que cuentas, pienso que es una película para ver varias veces, no sólo porque sí o porque a uno le guste, sino para poder captar tanta información comprimida.

Creo que se te da mucho más que bien ;)

Besos, Antígona

Marc dijo...

Muy interesante.
Esta forma de entender la vida y de contarlo no deja a nadie indiferente. La reflexión es obligada.
Espero, no obstante, que las conclusiones nos llenen de optimismo.

Un beso.

NoSurrender dijo...

Desde luego, Antígona, sabes como hacer interesante una propuesta. Buscaré la película hasta encontrarla.

Respecto a si este hombre está o no loco, me recuerda otra frase de otra película, La ley de la calle:

Rusty James pregunta a Tom Waits "¿cómo puedo saber si estoy loco o no?" y éste le esponde "No se puede saber... Depende del número de personas que piensan que lo estás"

Besos.

Antígona dijo...

Tako, las frases son muy buenas, y sobre todo viniendo de quien vienen. Después de lo mucho que se ha escrito sobre esta película, creo que mi mejor aportación en este post ha sido entresacarlas y no dejar que se pierdan. Y la película es genial incluso con independencia de esas frases :-)

Un gran beso

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Me alegro de que te haya gustado la presentación, Dusch. Creo que cuando uno se pone a hablar de aquello que le gusta, siempre se nota.

Y sí, la película se deja ver muchas veces porque en ningún momento sus personajes dejan de decir y de decir cosas que requerirían ser analizadas con calma.

Un gran beso, Dusch!

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Es verdad, Marc, que la película da mucho que pensar desde muchos aspectos y puntos de vista.

En cuanto a las conclusiones, diría que no dejan mucho lugar al optimismo. Y tanto las de la propia película como las de la vida real de las personas que la protagonizan. Pero la lectura optimista siempre podemos tratar de hacerla nosotros :-)

Un gran beso

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Me alegro de que la propuesta te parezca atractiva, Nosurrender. Y no creo que tengas problema para encontrar la peli. Por lo visto ha salido a la venta en DVD y, en fin, por la red también debe de estar accesible.

En cuanto al criterio que propone Tom Waits para poder situarse del lado de los locos o de los cuerdos, creo que en el caso de Leopoldo M. Panero sí hay mucha gente que lo piensa, y al parecer también él mismo, que va recorriendo manicomios por la geografía española ahora ya de manera voluntaria. Por mi parte, me cuesta creer que quien es capaz de frases tan lúcidas haya perdido totalmente la razón o que nunca estuviera en su sano juicio. En fin, la locura, qué asunto tan complicado.

Te dejo de todos modos un enlace para que juzgues por ti mismo:

http://www.youtube.com/watch?v=DKkkiYPobNA

Antígona dijo...

Y un gran beso también, Nosurrender, que se me olvidaba :-)

k dijo...

Como no soy psiquiatra ni nunca lo seré puedo decir una animalada como la siguiente sin ruborizarme: hay personas que los demás consideramos locos que son mucho más lúcidos que nosotros, mucho más inteligentes, con mayores sensibilidad y capacidad para percibir el mundo. Pero nos dan un miedo que nos cagamos porque, si ellos no están locos, ¿qué será de nosotros, los normales?

El otro día una amiga me dijo que ella opina que el arte comporta un nivel brutal de sufrimiento; ergo, si no hay sufrimiento, no hay arte. Llevo un poco más lejos ese razonamiento y digo: si no hay dolor, no hay arte, si no hay locura, no hay lucidez.

Pero si no eres capaz de vivir con ese dolor, de ocultarlo bajo una apariencia de persona normal que compra café en un supermercado, entonces sabes que acabarás viviendo en un frenopático. Da igual que seas un genio.

La locura consiste en no saber disimular hasta dónde eres capaz de ver.

Ana dijo...

Me despisto unos días y me encuentro millones de post... qué prolífica estás, y qué profunda!!

Yo... estoy de acuerdo en algunas cosas, pero también me gustaría decir que en mi modesta opinión esta familia se ha convertido en leyenda, en estandarte de outsiders y en cierto modo lo explotan, cada uno a su manera.
Creo que están supravalorados, especialmente Leopoldo... ha creado todo un personaje.
No dudo de su sufrimiento... pero me planteo que el umbral de dolor también es subjetivo.
Con todo el respeto, of course.
Un beso.

Antígona dijo...

Caray, K, planteas un montón de cosas muy interesantes.

Por una parte, es verdad que los locos han dado miedo siempre, y precisamente porque se les atribuía una sabiduría procedente de lo divino. Pero claro, ningún humano es capaz de soportar, sin sucumbir, la cercanía de un dios.

Diría de todos modos que siempre se puede separar entre la lucidez del artista y la persona. Ha habido artistas muy lúcidos que a la vez fueron personas más o menos equilibradas, o al menos hasta el punto de no llegar a pasar por locos. De manera que no creo que, necesariamente, el precio de la lucidez sea la locura. Me parece una visión muy mitificada de la locura, y hay locos tan mediocres como cuerdos.

Supongo que hay personalidades más frágiles que otras, circunstancias más crueles que otras, tanto en condiciones de genialidad como en su ausencia.

Pero desde luego es un tema complejo, y me han gustado tus reflexiones.

Bienvenida a esta casa y un beso!

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Un árbol, tranquila, que yo ando también despistada últimamente y aunque no te pierdo la pista, te he observado muy sigilosamente :-)

Y lo de profunda, con tal de que no se me rompa la cuerda y me caiga al pozo!

Tienes mucha razón en lo de la leyenda, es verdad que esta familia se ha convertido en objeto de culto y Leopoldo, como dices, en símbolo del malditismo. Yo no conozco tanto su poesía, y por tanto no creo que tenga suficiente criterio para juzgar. Pero fueran quienes fueran, sean quienes sea ahora, la película me sigue gustando mucho, tanto como película, en su narración, como por las personas y las relaciones entre ellos que muestra. Contando con que pueda haber igualmente mucho de impostura en ello.

Y estoy de acuerdo en que el umbral del dolor es subjetivo, y ceder a él no es necesariamente signo de su grandeza.

Un beso, guapa!

AnA dijo...

Antígona quizá lo hayas visto te dejo link de un youtube de Panero(es curioso porque el tipo que lo postea bajo el título "víctima de una hipoteca" y empiezo a encontrar relación, por aquello de la obesión de Panero por la novela de Peter Pan, y ésto de que no te puedas comprar una casa ....alguna manera te estén obligando a no crecer).Realmente el tipo es impresionante y a mi particularmente me ha ayudado a comprender a los que clínicamente son considerados locos.Es mi autor fetiche.Lo reconozco.
Un beso!
http://www.youtube.com/watch?v=VmnH8cTwZPY

Antígona dijo...

Gracias por tu link, Ana, sabía de la existencia de este video pero aún no había tenido tiempo para verlo. Lo acabo de ver ahora y en fin, uno no sabe muy bien qué decir ante afirmaciones como las que hace Panero en él, ni ante sus miradas y sus gestos. El juicio de locura parece de entrada claro. Pero a mí queda la sospecha de que por debajo de esa locura, real o no, hay muchas más cosas.

¡Bienvenida a esta casa y un beso, Ana!

Anónimo dijo...

Fue un momento de locura :)

No creo (ni quiero decir, ni hacer ver que pienso) que la lucidez se pague con la locura ni que la locura sea un síntoma inequívoco de lucidez. Tampoco que para ser un genio haya que atravesar esa esquiva (esquivísima) frontera. Y tampoco estoy de acuerdo con mi amiga en lo del sufrimiento, en cualquier caso. Este fin de semana más de un creador nos dijo: "Enjoy!" Con eso sí estoy de acuerdo. Se puede hacer arte y divertirse a la vez. Sufrir es absurdo si puede evitarse. Esto no es un valle de lágrimas.

Pero hay gente que no puede evitarlo, gente que sí atraviesa esa línea. Por supuesto, estoy contigo, hay muchos locos mediocres, igual que cuerdos, son más que los geniales, claro, la esencia de la mediocridad es ésa precisamente (si todos fuésemos brillantes, el resultado sería una mediocridad en un umbral más alto...)

Soy malísima filosofando. Gracias por la bienvenida.

Antígona dijo...

Pues yo diría, k, que de malísima filosofando nada, y que tienes la cabeza muy bien amueblada :-)

Me parece que el tema es tan complejo como para admitir muchas perspectivas, y no necesariamente incompatibles entre sí. Después de volver a leer tus comentarios, me han venido a la cabeza casos como los de Hölderlin o Nietzsche, personajes que, antes de caer en la locura (y en ambos casos una locura mucho más evidente que la de Panero), se habían adelantado a su tiempo tanto en su poesía el uno como en su filosofía el otro. Son tal vez los típicos casos donde uno tendería a pensar que precisamente ese carácter visionario, ese estar allá de su propio tiempo, sí tuvo un coste muy alto. Y a lo mejor es así, por toda la incompresión o frustraciones que eso les debió acarrear. Pero son casos quizás un poco excepcionales.

También yo creo que el arte puede conllevar placer, diversión, y tanto para el que lo produce como para quienes lo disfrutamos. Y cualquier cosa que nos alivie el sufrimiento, bienvenida sea.

Pero el sufrimiento siempre está ahí, en principio para todos, sólo que la mala suerte se ceba con algunos y la locura bien puede ser su resultado. La vida es a veces tan jodida que hay dolores insoportables, capaces de desestructurar la personalidad más equilibrada. Ojalá que no nos trate tan mal a nosotros.

¡Un beso, k!

Anónimo dijo...

Enhorabuena. Escribes muy bien. Me di cuenta por mí mismo, pero hoy lo he estado comentando con dos de tus lectoras y comentaristas. Estoy de acuerdo con lo que dices. No sé si has leído las memorias de Juan Luis Panero "SIN RUMBO CIERTO". Yo también le he seguido la pista mucho a esta familia.

Un beso

Juanjo

Antígona dijo...

Gracias, Juanjo, me alegro de que te lo parezca, se hace lo que se puede :-)

Tomo buena nota del libro, que no conozco. Más allá de Leopoldo, me intriga igualmente la figura de Juan Luis, el único de los tres hermanos que por el momento se ha salvado tanto de la muerte como de la locura. Y eso tiene mérito, viniendo de donde viene.

¡Gracias por tu visita y bienvenido!

Un beso

Anónimo dijo...

Puestos a hablar de libros... acaba de salir uno "AQUILES EN EL GINECEO O APRENDER A SER MORTAL". Igual es deun pariente tuyo, jajajaja, un ensayo filosófico con varias ideas interesantes, pero formalmente mucho más plomizo que tu escritura vibrante.

Antígona dijo...

Pues no tengo ningún pariente al que le dé por escribir esas cosas, pero todo lo que tenga que ver con la figura de Aquiles me interesa, así que gracias por la información, le echaré un vistazo en cuanto pueda. Y ya vale de adulaciones! :-)

Un beso.

desconvencida dijo...

Gracias por tus palabras, Antígona, no lo había leído antes....

"El desencanto" es más que un documental, a ratos divierte, a ratos hace producir escalofríos, tanta crudeza y miseria dentro de una familia... Es además muy interesante si te gusta por ejemplo como a mi la poesía de Leopoldo María Panero, ayuda a entender muchas cosas...

Antígona dijo...

De nada, guapa, un placer tenerte por aquí :-)

Es verdad que es mucho más que un documental, al menos también a mí me lo parece, son muchas las perspectivas desde las que puede, a mi juicio, contemplarse y valorarse la peli. La poesía de Panero la conozco poco, pero desde luego la peli no deja de despertar la curiosidad sobre ella.

Un beso

TRoyaNa dijo...

Antígona,
vengo fíjate en qué momento,después de más de cinco años tras la fecha de la publicación de tu reseña.
Al igual que tu,fascinada por esta película-documental que bien podría equipararse a una sesión continua de terapia familiar.
Al leer los extractos y citas que has seleccionado,he recordado vivamente a Leopoldo.Me parecen además,muy acertadas algunas de sus reflexiones como considerar el fracaso como una victoria,porque en realidad siempre lo es,si sabes extraer la lección que implica,o cuando habla de la infancia,y de que todo lo demás es sobrevivir.
Muy acertado en mi opinión,la apreciación de la escuela que desoye el aprendizaje vivencial y a menudo ignora la creatividad y la espontaneidad infantil y por tanto,sí,de alguna manera,el colegio nos enseña a olvidar la infancia.
Y cómo me cuadra lo que dice de la prisión......donde no existe lo público y lo privado,y al salir ,de nuevo,cada uno ha de de rehacerse y se abren de nuevo las distancias...

En resumen,una película y unos personajes a los que es difícil de olvidar.
Un abrazo y un beso Anti!

Antígona dijo...

Es lo bueno de los blogs, Troyana, que ahí quedan los post y sus reflexiones, para que sean retomados en el momento en que a uno mejor le parezca o tenga alguna motivación para hacerlo.

Si entresaqué esas frases fue porque pensé que todas ellas revelaban alguna verdad sobre los temas que abordaban. Verdades cuya expresión resulta cruda porque rompe muchos de nuestros esquemas, pero que, a poco que uno las piense, se da cuenta de que no puede más que coincidir con quien las pronuncia.

Así que estoy de acuerdo con todo lo que planteas a propósito de todas ellas. Como te decía en tu blog, todas me parecen importantes fuentes de reflexión que darían para muchas ideas y mucho debate.
Algún día tendré que retomar alguna y ponerme a ello, porque lo que dice Leopoldo de la infancia o de la cárcel, por ejemplo, me conmueve especialmente y me da mucho qué pensar. Me alegro de haber tenido ocasión de volver a leer estas frases, de las que ya ni me acordaba, gracias a tu post.

Besos y abrazos!