Eugène Delacroix (1825-26): "El duque de Orleans mostrando a su amante"
El duque de Orleans muestra a su antiguo chambelán, Aubert le Flamenc, el cuerpo desnudo de su propia mujer tapándole el rostro con las sábanas. El marido mira complacido el bello cuerpo de la amante del duque, sin percatarse de la impostura.
El duque de Orleans muestra a su antiguo chambelán, Aubert le Flamenc, el cuerpo desnudo de su propia mujer tapándole el rostro con las sábanas. El marido mira complacido el bello cuerpo de la amante del duque, sin percatarse de la impostura.
Por complacerle has aceptado la proposición, la burla dentro de la burla, el engaño duplicado, voluntariamente ciega a su peligro. Ahora te descubres víctima de un embuste igualmente doble, doblemente doloroso. Ahora tiemblas imperceptiblemente de impotencia y asco de ti, asco de aquellos a quienes a contratiempo amaste y a los que tu docilidad ha condenado a odiar al unísono. Ahora colorea tu rostro la vergüenza.
Vergüenza por su excitación, por la lujuria que su voz destila ante tu cuerpo desnudo, ese mismo cuerpo que todas las noches reposa a su lado privado de desnudez, sin luz que lo alumbre, envuelto en castas tinieblas. Y es que leyes no escritas dicen, y así él lo quiere, que sus caricias deben limitarse al camisón de lino, el contacto a las estratégicas, obscenas aberturas de la tela que, como una mortaja, te enfunda con el fin de frenar un deseo prohibido -el tuyo- liquidado en pleno florecimiento, evaporado tras largos años de frustración y tedio. Su moral heredada fuerza al pudor en la unión legítima, pudor salvaguarda de tu obligada inocencia, dique de contención para una pasión que en ti, mujer, rebasaría el umbral de lo perverso. En un mundo escindido, debes ser para él cielo y no infierno, ángel de pureza y nunca demonio, virgen perpetua antes que puta. Pero tu imprudencia ha revelado cómo sólo a ti, en nombre de la decencia, te ha sido impuesto el recato. Cómo él se prodiga en caricias a otros cuerpos de mujer cuya deshonra permite el placer mutuo, un placer que en ellas, ya extraviadas, no conoce culpa alguna.
Vergüenza por el descaro del duque, que en la exhibición impúdica te ha reducido a pieza cazada para incremento de su prestigio de seductor y experto amante, convirtiéndote en trofeo animal de su vanagloria, objeto de idéntica lujuria entreverada del orgullo por el logro y la posesión, instrumento de regocijo disimulado por quién sabe qué oscuras venganzas, qué antiguas deudas saldadas a costa de regalar a su adversario la blancura de tu piel. Su gesto contamina el recuerdo de toda intimidad, de toda ternura vivida. Y percibes con nitidez que no hay espacio para el amor en esa exposición a la mirada ajena, ni nunca lo hubo, si el amor exige reservar a quienes lo comparten el tesoro sagrado de su entrega. Y que entonces cada promesa estaba habitada por mil mentiras.
Pero, ante todo, vergüenza de ti misma, pues tu aceptación, tu desnudez consentida ante quien nunca quiso verte, han transformado en humillación lo que en brazos del duque sólo buscaste como verdad del amor hecho carne, con la avidez curiosa de quien desea arrancar a la vida los misterios más profundos del espíritu y la materia, convencida de que ahí no todo podía pertenecer al pecado. Y en tu rubor resuenan las voces ancestrales de tantas mujeres doblegadas, te insultan y desprecian, te reprochan tu impureza, sin saber que por su boca no habla más que la negación y el acatamiento de una felicidad fingida, necesariamente incompleta. Porque la vulgaridad de las palabras oídas en este breve intervalo embrutece el placer alcanzado, la dicha sentida. No hay objeto que permanezca inmaculado al tacto de unas manos manchadas.
Cuando esta noche descanses de nuevo en el lecho legítimo, él se acercará a tu cuerpo con el habitual decoro. Sin embargo, en la violencia controlada con que se adueñará de él adivinarás que sueña con la transparencia de la piel de la amante del duque, con la redondez de sus muslos, con la negrura delicada de su pubis, sin sospechar que ése es precisamente el cuerpo sobre el cual se esfuerza por ahogar sus jadeos, apenas un murmullo en el silencio, apenas una leve escoriación a tu decencia. Y te acometerá entonces la tentación de revelar el engaño, de mostrarle el lunar junto a la ingle que propicie el reconocimiento, de hacerle sufrir esa misma vergüenza que ahora te asalta.
Pero simplemente hundirás la cabeza en tu hombro, como en estos momentos, y serás consciente de que ya nunca más habrá blancura para ti: la memoria de las sábanas blancas que ahora cubren tu rostro y esconden tu identidad acabará por teñirla del más sucio de los grises.
48 comentarios:
Uy, ya veo que este post, pese a su calidad, tampoco está hecho para mí. Decididamente no soy de este mundo. Que reflexionéis a gusto. será sin mí. Yo me voy.
Hablando de imposturas... es un tema apasionante. Siempre me he preguntado si todos esos falsos personajes y, por tanto, impostores aun sin saberlo, que van al psicoanalista para que les vaya quitando las sucesivas máscaras, hasta hacer aparecer la verdadera -como si algo así existiera-, no son en realidad más que personas rematadamente imbéciles que dejan que un impostor cree un personaje ad hoc y lo llame verdadero y persona y juzqgue su calado y haga juzgar su calado según las medidas que él le ha tomad e impuesto de forma subjetiva... Porque no se vaya a figurar usted, lector, que ese personaje o persona -ya vamos a dejarlo- no es, en alguna medida, creación de ese mago impostor.
Importante, esencialísimo pelar cebollas uno mismo y dar con la verdad por uno mismo y sin guías que pongan y quiten, quiten y pongan, reflexiones, capas, posts, imágenes oníricas, palabras, besos... ejerciendo su poder sobre el curso de tus pensamientos, sentimentales o no. No. No no y no. ¿No? No no.
Estoy un poco distraída, usted me perdonará; me parece que no era esto lo que iba a decir cuando me puse a escribir; sin duda el subconsciente me ha traicionado. Lo escrito más arriba son pues palabras de una impostora.
Creo que el mundo, en aquella época, era tan distinto que no puede compararse. Las cosas son cíclicas, sí, pero la miseria de entonces era infinitamente mayor a la de ahora, miseria en cualquier sentido.
Oye, pero ¿en estos posts vais a rolex o vais a setas? ¿Y qué es eso de la miseria de entonces? ¿De la miseria infinitamente superior? ¿De las cosas cíclicas? Mira, si quieres ir a rolex, explica't millor, bufona.
Oh sí, oh sí, hubo en efecto tiempos infinitamente más miserables no hace tanto. Siento vergüenza retroactiva. Aber. Aber. Aber. En cuanto a la miseria el balance es ciertamente positivo; en lo se refiere a otros muchos aspectos sigue siendo positivo; pero en algunos detalles el balance sigue siendo desastroso. Yo sé muy bien con quien me acuesto.
Bon soir, ma chère amie.
Yul... No. No no y no. ¿No? No no
Y explícate mejor, uff... ¿andas frustradilla tú, o algo?
Gato: no, no. Frustradilla no, no tiene tampoco nada que ver con el sexo. Asisto impotente a la injusticia y a los efectos mortíferos de la injusticia.En mi entorno más inmediato y en el mundo. Impotente, gato.
La verguenza es una clase de miedo.
Un miedo light, próximo al ridículo.
La mujer objeto no tiene verguenza.Está asustada Anti y el observador lo sabe.
Besos Muchos!
La vergüenza es el resultado del peso de la mirada del otro internalizada en nosotros; es la prueba de la distancia que media entre lo que somos y lo que quisiéramos ser. ¿Miedo? No, la vergüenza es la prueba más palpable de que somos extraordinariamente realistas, perfectamente realistas. ¿Da miedo ser realista? Para nada. Y no, no, no les dé miedo ponerme más cáscaras de platano, ustedes ya no me importan nada. De nada... (mejor lo digo rápido, porque vete tú a saber. Me refiero en todo momento a que ya no me mido por su mirada, a nada más, quede claro). Por cierto ¿podría alguien con su mirada atentar contra mi integridad? Creo que no. Me veo a mí misma como la Juana de Arco de Dreyer (hablando de películas, mira) o bien como las carmelitas decapitadas por los revolucionarios en Diálogo de unas carmelitas, la obra de Bernanos que ya no me acuerdo quién llevó al cine... Creo recordar que Jean Moreau era la madre superiora. ¿Puede ser?
Menudo posts, Anti. Y vaya tema el que tratas, el de la pureza. El de no traicionarse a uno mismo. El de la lealtad. Vibrante tu estilo. Y qué cuadro más revelador, no lo conocía. Me parece cojonudo.
Veo que la trianera acecha por aquí, no es ella?
Un beso
Quién hablo de calidad novelistica???, pero si estas hecha para esto moza!!!!
Curioso retrato y curiosa argumentación la tuya, eran otros tiempos, otra manera de ver las cosas, aún y asi, ellos no han cambiado, culo veo culo quiero, no?
Y teniendolo tan cerca no supo valorarlo, ai, ai, ai...estos hombres :-P
Un besote guapa!!!!
Yul, aunque no tenga que ver con el tema, te diré que yo tampoco creo que detrás de unas máscaras presuntamente falsas se encuentre la verdadera, la que más legítimamente nos definiría. Detrás de las máscaras no hay nada, simplemente nada. El juego consiste más bien en procurarse, en inventarse y construirse aquella máscara, o todo un conjunto de ellas, con las que más cómodos nos sintamos, con las que menos problemática nos resulte la existencia o menos suframos. En cuanto a los que llamas "rematadamente imbéciles", me parece un juicio demasiado duro. Lo que hay es mucha gente que anda perdida y que en su extravío puede, en efecto, sin saberlo, quedar sometida a influencias nefastas que en lugar de hacerle ganar en libertad, se la resten. Léase algunos psicólogos o psicoanalistas.
Pero como dices, si no lo esencial cuanto menos lo preferible estriba en ser capaz de ejercer uno mismo ese autoanálisis, de revisar los caminos que va tomando y corregir a tiempo sus trayectorias. Sólo que en ocasiones estamos demasiado confusos para ver dónde estamos o por qué, en función de qué decisiones, nos encontramos en un determinado lugar y no en otro.
Un saludo
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Arcángel, estoy de acuerdo, el post inventa una historia que, al menos en el mundo occidental, sólo pertenece al pasado, al igual que el cuadro en el que se inspira. Todo empezó porque me pregunté cómo era posible que un marido no reconociera el cuerpo de su propia mujer. Más allá de un posible autoengaño, de una ceguera inducida por la situación, la explicación sólo podía estar en que nunca lo hubiera visto. Y de ahí la proyección de esa doble moral, de esa división cristiana entre lo puro y lo impuro, que ha sido una realidad histórica -lamentablemente no sin residuos actuales- que ha dejado tras de sí no pocas víctimas.
Pero por fortuna las cosas han cambiado.
¡Un beso!
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Yul, ¿a rolex o a setas? ¿Puede saberse a qué estamos jugando?
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Burka, los tiempos son todos miserables en uno u otro sentido. Por unas razones o por otras. Éstas cambian, pero no la miseria. Los humanos tenemos una increíble capacidad para producirla.
Un beso
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Gato, yo tampoco creo que el balance sea desastroso en ciertos ámbitos. Al menos no en aquél al que se refiere el post.
¡Un beso!
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Yul, que hay injusticia es innegable, que sus efectos son o pueden ser mortíferos también. Sólo que no sé de qué injusticia estamos hablando...
Saludos
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Anita, no lo había pensado de esa manera. En el post se plantean al menos dos formas de vergüenza, la ajena y la propia. La mujer se avergüenza de su marido y su amante porque ambos la han decepcionado profundamente, porque ambos han caído tan bajo como ella nunca esperó. Y se avergüenza de sí misma porque ha participado voluntariamente en esa caída, porque ha consentido en burlarse de su marido no sólo siéndole infiel, sino cediendo al segundo engaño que le propone el duque, sólo destinado a reírse de él. El problema es que esa falta cometida le lleva, ahora de manera equivocada, condicionada por la moral de la época, a avergonzarse de sí por una búsqueda que sin embargo fue totalmente sincera y legítima, una búsqueda que la moral de esa época le negaba y contra la que ella intenta rebelarse.
Entiendo que el miedo asociado a la vergüenza puede ser el que uno siente cuando intuye en uno mismo una maldad insospechada, una crueldad de la que nunca creyó ser capaz. Otro miedo es el que tú apuntas, a que la imagen que los demás tienen de uno se desmorone, a la risa ajena. Y ése es por lo general un miedo más light cuando se liga al ridículo. Hacer el ridículo no es grave. Hay que aprender a reírse de uno mismo.
Creo que la mujer del cuadro está asustada, sí. Pero su vergüenza, como bien dices, no procede de haberse convertido en mujer objeto, sino de que el duque la haya convertido en objeto. Se avergüenza de la inmoralidad de él, de su recién descubierta falta de amor hacia ella.
¡Un beso, guapa!
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Burka, estoy de acuerdo con la descripción que propones, pero te olvidas de un elemento esencial: la falta cometida, el error. Nos avergonzamos de nosotros mismos cuando a posteriori juzgamos una acción cometida como inmoral, como indigna de quienes somos o creemos ser. Por su causa la mirada del otro, o esa mirada que proyectamos sobre nosotros mismos como otro, se vuelve un peso insoportable. Porque se trata de una mirada acusadora.
La mirada de otro puede atentar contra nuestra integridad siempre que nos haga sentir en deuda, en falta. ¿Y quién está libre de toda culpa? En ese terreno somos vulnerables. Otra cosa es que seamos capaces se afrontar esa mirada y resistirla si no aceptamos los motivos concretos que nos reprochan o imputan, la acusación de la que nos hace objeto.
Un beso
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Hey, JJ, se te echaba de menos por aquí. Pues sí, el tema no es nada fácil, y el cuadro no sé si es cojonudo pero a mí personalmente me parece una auténtica obscenidad, precisamente por la situación que plantea, por la perversión del engaño al que se somete al marido, por el gesto de ella. En cualquier caso, de los que no te dejan indiferente.
¡Un beso!
Gracias, mandarinada, pero tampoco es pa' tanto, mujer :)
Espero que la interpretación del cuadro que anima el relato haya quedado un poco más clara con todo el rollo que acabo de soltar en los comentarios. Pero desde luego era otra época. ¿Y no crees que hoy en día también hay mujeres que se guían por el culo veo culo quiero? ;)
¡Un beso, hermosa!
Menuda historia, la del cuadro. Todo un juego de humillaciones a tres bandas. Siento pena por esos caballeros de aquella época que sólo veían vírgenes o putas entre las mujeres. ¡Con lo que me ponen a mí las que quedan en medio!
Me gusta el juego de miradas: el duque estudia la humillante actitud de su amigo, con cierto aire de documental de la Dos a la hora de comer. El cornudo desea lo más inalcanzable en el cuerpo de su propia esposa. Ella se ciega ante sí misma, incapaz de rebelarse ante su condición de mujer-objeto.
Un beso, Antígona.
Por descontado que unas de las injusticias más mayores cometidas que refleja este cuadro y su comentario es de de ser ciegos no ya a la verdadera personalidad sino a los simples rasgos físicos, de un lado, y de otro sólo ser capaz de admirar lo que otros han admirado antes. Y NO SÓLO ADMIRAR SINO SIMPLEMENTE VER Y DESEAR. ¿Es eso miedo? Es la miseria de la inseguridad, no, es la miseria en todo su esplendor. La miseria tout court. (Parece que hoy vamos a rolex y a setas). En el caso del cuadro de mi admirado Delacroix, el varón merece la horca, a mi juicio. Por descontadísimo, ya lo he dicho, que muchos nos comportamos así, pero creo que en la mayoría de los casos ello es así por inseguridad, esto es, porque nadie nos ha mirado a nosotros y nos ha guiado. Pero hay infinidad de casos es que la razón no es otra que la grosería, la bestialidad, la insaciabilidad, la codicia; la incapacidad para amar. Desde luego, el mundo está más lleno de esta clase de personas.
Esta clase de personas, no siéndolo ellas mismas, no pueden valorar al otro, que se convierte en un objeto ante su mirada, pero en un objeto sujeto de deseo y es esta mirada la que envilece cuanto toca. Esto lo explicaba muy bien Sartre en Las emociones, pero hace tantísimos años que lo leí que he olvidado casi todo. En resumen: no nos avergüenza que el médico nos observe como objetos, pero sí esta mirada de un ser brutal que nos cosifica a todos los efectos.
La vergüenza es un tema largo y merecería la pena no dejarse nada que pueda desencadenar una reflexión extensa y a fondo. Sería ideal hacerla sentada en la petite rue de Fürstenberg, en compañía. (¿En compañía de quién?).
Se me ocurren muchas cosas, pero creo que este no es el lugar. Escribiría un post entero.
Unas nalgas bonitas son unas nalgas bonitas, pero desengáñense ustedes: hay que ser muy, pero que muy inteligente para que tener unas nalgas bonitas no te deformen la mente y el carácter. sinceramente, yo no conozco a nadie inteligente a quien un físico seductor no haya hecho un poco menos inteligente. Casi lo enunciaría como ley: un culo bonito busca un culo bonito (porque es mi teoría que uno se busca a sí mismo).
En cuanto a la culpa: hay culpas y culpas. Pero también en esto he comprobado la gran injusticia o la brutalidad de la mirada de muchos -desde luego de los que he tratado (ya he dicho que hoy vamos a rolex y a setas). Me hacen sentir culpable de lo que a ellos se les antoja, mientras que lo que me muerde por dentro es otra cosa, que activan sin sospecharlo. Muchas veces por pura maldad (y eso ¿cómo perdonarlo?, ¿cómo no sentir asco?), otras para defenderse de sus propias culpas. ¿Haré yo lo mismo? Sí, en ocasiones lo he he hecho y no me gusta. Más que vergüenza, eso es algo que me mortifica. Y si a veces he dejado de hacer daño ha sido sólo porque, al ver a los demás mejor dotados y con mejores herramientas, el daño que podían infligirme hubiera sido mucho mayor. ¿Cobardía, miedo o sensatez? Sería idiota sentir vergüenza por apostar por la sensatez.
Pido excusas por lo largo del comentario.
Saludos,
Yul y Burka
uf, menudo relato. Como de costumbre la riqueza en tu vocabulario y la soltura en las palabras girando seimpre entorno una misma idea hace de tus escritos de mucha calidad. La vergüenza, la pureza, la posessión, la lujura reprimida, delicados temas a tratar. Acaso no preferiria ella, chica de piel blanca, formas redondeadas y lunar en la ingle que la mire sin sabanas solo por el hecho de ser observada? solo por el hecho de presenciar el placer de observar la belleza, de ver incrementar la pasión en su rostro, de ser deseada y tal vez, no desearia alguna vez poder ser ella quien observe? (claro q ya no seria la misma chica dl cuadro pq no es la misma mentalidad).
Se me ha olvidado algo importantísimo, extremadamente importante diría yo: no es sólo la mirada lasciva de un degenerado que nos cosifica, también la mirada de un transeúnte que resulta ser médico y nos observa en plena calle como objeto de estudio de patologías y rarezas. Esto es fuente de una vergüenza aún más intensa. La mirada de un médico tiene sentido en una consulta, fuera no. No todo se reduce al sexo, por favor. Si el médico en cuestión se llama luis g, no te digo nada (setas y rolex). Por cierto que la calle también es lugar favorito de ciertos médicos, esta vez del alma, para humillarnos con sus "payasadas". Creo que abusan de su marcada afición al pugilismo. ¿No podrían insistir en lo bueno just for a change? Porque sobre las cualidades andamos también pez.
Antig., un millón de gracias por tu amabilidad. No te vayas a figurar que sólo te la agradece tu sentido del deber...
Un abrazo,
Y&B
Impresionan tus razonamientos, déjà vie. Entonces, dime, ¿hay que concluir que deseamos, ante todo y por encima de todo, la mirada del otro más incluso que cualquier otro bien? ¿Somos pobres, no tenemos nada, por mucho que tengamos, si no nos apropiamos de la mirada del otro? ¿Hay alguien que se libre enteramente de esta inclinación humana? Y ¿hay alguien que, una vez consciente de ello, pueda liberarse de esta necesidad por completo? Tu opinión me importa, déjà vie.
En efecto, NoSurrender, es un cuadro con historia, que inevitablemente proyecta la imaginación hacia el antes y el después de la escena que retrata. Y creo que tienes razón, todos se ven humillados de una u otra manera recíprocamente a causa del engaño perpetrado, aunque en ese momento no puedan saberlo o crean estar, como el duque tal vez, por encima de los demás.
Las miradas, por otra parte, son decisivas, todas inquietantes, y contribuyen a crear una cierta sensación de lejanía, de falta de reconocimiento, entre los personajes. La de ella sea tal vez, tan velada, tan ausente, la que más me llama la atención, porque parece una mirada que mira sin ver absolutamente nada, complemente vuelta hacia sí misma.
A mí también me dan pena los caballeros, y fundamentalmente ella, aunque todos son igualmente víctimas de una doble moral hipócrita y nociva.
¡Un beso!
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Yulyburka, no sé si conoces a René Girard, pero este hombre ha defendido la inexistencia de un deseo originario para sostener que todo deseo es siempre deseo de otro, es decir, que sólo podemos desear lo que otros ya desean. En ese sentido, el mecanismo que denuncias sería un mecanismo constitutivo, y por ello inevitable, del propio acto de desear. Diría, por otra parte, como le comentaba a NoSurrender, que los personajes del cuadro son víctimas de otros mecanismos, esta vez no necesarios sino puramente históricos o epocales, que condicionan que la escena pueda ser la que es. Lo cual no quita para que, como dices, en todo tiempo y en todo lugar se den miradas cosificadoras, de muchos tipos distintos, bajo las cuales podemos llegar a sentirnos como un mero objeto, despersonalizados y deshumanizados. Pero no tengo claro si son motivo de vergüenza para quien las recibe o de otro tipo de sentimientos.
La cuestión de la culpa es compleja. En nuestra cultura nacemos ya culpables, arrastrando un pecado originario que nos vuelve vulnerables ante quienes pretenden utilizar la culpa como arma arrojadiza. Hay que desprenderse ya de esos falsos sentimientos de culpa que no conducen a ninguna parte y atenerse sólo a lo que cae dentro del ámbito de nuestras propias acciones y responsabilidades.
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Déjà vie, es cierto que otro tipo de mujer, una mujer de otra época, difícilmente podría formar parte de esta escena, al menos en la forma en que está representada en ese cuadro concreto. Y estoy segura de que esa mujer encontraría placer en todo lo que señalas. Porque no me cabe duda de que hay un placer en la observación del placer ajeno, en el hecho de ser observado por unos ojos deseantes o en la contemplación de un cuerpo hermoso.
¡Un beso!
Antígona, me defraudas una vez más: me parecía que había quedado claro que he leído Mensonge romantique, verité romanesque, pero Girard no tiene la última palabra sobre el deseo humano, que yo sepa, por más penetrante que sea. En cuanto a tus dudas sobre la vergüenza que se experimenta cuando alguien, con su mirada, expone tus defectos, te aseguro que es vergüenza lo que se siente. Ante todo vergüenza; la mayor prueba de ello es que es tan grande que se la puede negar e interpretar según las propias necesidades. Si te refieres a que la vergüenza va acompañada de otros sentimientos, pues, hombre, no hay que ser ni Sartre ni Girard ni para afirmar que la caldera donde se forman los sentimientos está debidamente revuelta. Siento ser tan franca. (¿Será que algo en ella nos impide una comunicación cristalina?) :-
Pues si, en eso tienes razón, yo ayer viendo el partido del Barça, en aquel maravilloso instante de compañerismo en que los jugadores intercanviaban sus camisetas unos con otros, me dije, yo quiero, yo quiero...pero no las camisetas, claro :-P
Besos artista!!!!!!!!
Querida Yul, contra la barbarie, belleza. Contra la injusticia, generosidad. Si te has envenenado y te dedicas a esparcir más veneno, para quejarte y denunciarlo, estás dándole alas al mal que criticas.
Sólo sé que las personas más atormentadas e inseguras son las que exponen sus ideas de manera invasiva y vehemente. Cuando uno está tranquilo en su ser y pensar, no necesita imponerse a nadie.
Todo el mundo tiene derecho a opinar distinto, y que otros no vean la podredumbre que tú dices que has visto, no les convierte en seres inferiores o menos conscientes.
No se tiene que perder la ilusión por la vida, coño. No hay derecho a que se imponga la desesperanza porque sí, por que es de los más listos, de los que más saben de la vida, porque saber lo malo es como saber más.
Contra el miedo, amor. Es lo único que está en nuestra mano.
Creo entrever complicidad entre el duque y su amante para perpetrar semejante burla, aunque es posible que sea todo obra del duque y ella, simplemente, se vea obligada a participar, como también es posible, que el chambelán reconozca a su mujer y opte por seguir el juego al arrogante duque. En cualquier caso, la situación es vergonzosa para todos.
Presentar un cuerpo bello como objeto o, exhibirlo como trofeo no nos es tan lejano en el tiempo; se da hoy. Y nos rebaja a todos: victimas, verdugos y público.
Mejor será que te envíe esta vez un beso pudoroso;)
Tengo réplica para cda una de tus palabras, gato, pero callaré. Es de maduros, ¿no? Y además soy muy perezosa, me ha borrado lo que llevaba escrito y no pienso volver a escribirlo.
Este juego ya huele, por otra parte.
Yul, qué quieres que te diga, no se puede estar a la altura de las expectativas de todo el mundo ni tampoco lo pretendo. Si he mencionado a Girard es, lógicamente, porque alguna verdad veo en su análisis del deseo, además de que nada en tus comentarios podía hacerme adivinar que lo conocías. En cuanto a la vergüenza, seguimos discrepando. Para mí una mirada cosificadora no es lo mismo que una mirada que busca defectos. Y no creo que los sentimientos de un torturado ante la mirada cosificadora de su torturador se reduzcan a la vergüenza ni tengan en ella su principal componente. Otra cosa es que sienta vergüenza "de" su torturador. Pero entonces ya estamos hablando de otra cosa.
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Vaya vaya con la Mandarinada, así que eso es lo que más te interesa del fútbol... Sólo que esos culos suelen tener poquito cerebro, aunque para ciertas cosas, qué más da, ¿no? ;)
¡Un beso, futbolera!
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Gato, mejor no lo podías haber dicho, así que no añadiré nada más que que suscribo palabra por palabra, punto por punto, tu comentario.
Desde luego, lo del humor se te da de miedo pero cuando te pones seria vale la pena escucharte ;)
¡Un beso!
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Marc, es una interpretación que se me ocurrió en su momento, sólo que el rostro de la mujer no me parecía que cuadrara con ella. O al menos lo que me suscitaba era que, si había habido complicidad e incluso afán de venganza en ella y no se trataba meramente de que hubiera cedido a la propuesta del duque, en el momento preciso de la escena esa complicidad se había vuelto en su contra. En el caso de que el chambelán estuviera en efecto reconociendo a la mujer sería ya el colmo de la perversión. Pero daría mucho juego en otra historia, vaya que sí.
En lo segundo, tienes razón. Aunque tal vez la cuestión no sea tanto el presentar un cuerpo, que puede ser extremadamente bello, como objeto de contemplación, como no ser capaz de ver que ese cuerpo es el de una persona a la que en ningún caso podemos reducir a objeto, y que está más allá de su mera corporalidad.
Hombre, tampoco hace falta que el beso sea tan pudoroso. Yo me quedo mejor a mitad camino: te mando un beso ni impúdico ni pudoroso. Entre uno y otro extremo, elige tú ;)
A ti, que dudabas de si respondería al "meme" que me enviaste, te devuelvo la pelota: he creado uno del que te he hecho partícipe. Quid pro quo.
Un beso.
Caray, Escéptico, cara me ha salido la duda. Pero si ha motivado tu creación, me alegro. Como ya he comentado en tu blog, en unos días saldo la deuda que me impones.
¡Un beso!
Hola hola hola, mi Colérica Aquilínea, has hecho que El Pecador entre en el juego de las palabras, de las imágenes y de la imaginación, que crea esas imágenes en la mente que las palabras y las imágene reales insinúan y muestran, como el duque muestra los encantos escondidos que gustan más por el misterio.
Me encantan tus pasos, por eso los sigo.
El Martín Pecador te saluda.
iba a escribirte que más allá del estar de acuerdo o no con lo que escribes, me parecía un blog muy interesante...después ví que te explayas inteligentemente comentando los comentarios y me ha gustado aún más.
volveré a pasar, seguro.
Por el amor de dios, Antígona et al.: ¿de qué torturas estás hablando? Si te refieres a los torturadores profesionales -militares, policiales-, de ninguna manera pueden hacerte sentir vergüenza ni te humillan de verdad PUESTO QUE TU SUPERIORIDAD MORAL y de todos los órdenes ante ellos te lo impide. AUNQUE TE MATEN, A TI, A TU INTEGRIDAD HUMANA, NO TE TOCAN. Las terapias que requiere esta gente no las entiendo. Lo mismo ocurre con los terroristas. TODOS LOS QUE HE NOMBRADO TE DESTROZAN LA VIDA, introducen el infierno, pero tu superioridad moral ante ellos no afecta tu integridad. Si te refieres a la tortura psicológica que te infligen tus iguales, las cosas cambian; la situación no es tan simple. Pero no voy a comentarla, ni siquiera a intentarlo. En cuanto a las pseudohumillaciones que infligís vosotros, los pseudoiguales... me parecen lamentables. Si es así como pretendéis formar hombres íntegros, permíteme que me ría. Los masajes me parecen igualmente lamentables.
Martín: no voy a dar ningún paso más, salvo el que estoy dando. Desapareceré. Puedes tomarme todas las medidas que te dé la gana, pero a lo que pienso en el fondo, a eso no tienes acceso.
Un abrazo
Sobre la vergüenza y bunbury:
Hay personas cuyo mal consiste despertar en ciertas personas todo aqullo que proyectan en ellas. Esto es realmente vergonzoso; delictivo, incluso. Y ni te cuento si encima el que proyecta padece algún tipo de alguna alucinación bunbury debido a las incoherencias de su propia historia personal, a sus complejos (de superioridad, de exquisitez and the like), etc., etc.,etc.
Disculpas por no releer y corregir lo que escribimos antes de editarlo. Pero os juramos que nos duchamos y llevamos las uñas y las manos siempre limpias.
menuda empanada mental tienes, yul, independientemente de tus uñas.
Es que internet no me va nada, me desquicia; y los blogs ni te digo. Yo, que me líbré de milagro de pasar mi vida en una cama de hospital en un estado de catatonía profundo o quién sabe de idiotez, al igual que algunos personajes de Bergman, debo confesar que este pseudo y continuo y excesivo estímulo mental tiene efectos desastrosos en mí; de vergüenza. De manera que, por mi salud mental y la tuya, no surrender, I give up. De veras. Es de vergüenza. Lamentable haberlo alargado tanto tiempo. Sí, si hay que apearse hay que apearse, cubierta de gloria, de velos, de chinches, de moratones, bajo la burka o desnuda o bien bajo la burka de tan desnuda, no es bueno ser tan cabezota, no surrender.
Martín Pecador, un placer hacerte entrar en el juego de palabras, o de imágenes e imaginaciones, las que este cuadro es capaz de provocar son muchas y todas sugerentes. Qué razón tienes cuando dices que hay encantos escondidos que gustan más del misterio. Porque sin misterio ese tipo de encantos, o tal vez cualquier otro tipo, suelen perderse.
Síguelos, claro, aunque si te extravías no me hago responsable ;)
¡Un beso!
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Cacho de pan, vuelve cuando quieras, ésta es tu casa. Ahora paso yo a hacerte una visitita :)
¡Un beso!
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A, si me he referido a la tortura ha sido porque considero que las miradas cosificadoras, y a mi juicio la del torturador lo es, no siempre desencadenan la vergüenza. Lo que quería decir es que, si acaso, el torturado puede avergonzarse del propio torturador, de un mundo que permite la existencia de torturadores, pero no de sí mismo.
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Yul y compañía, lo de bunbury se me escapa, o mejor dicho, este personaje no me interesa lo más mínimo y por eso apenas lo conozco, así que no creo que haga falta más comentario.
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¡Hola, Nosurrender! ¿Empanada? A mí me encanta la gallega... Mmmmm ;)
¡Un beso!
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Pues ya sabes, Yul, creo que ya te lo dije una vez: hay que alejarse de lo que nos hace daño. Es la opción más inteligente que se puede tomar en esta vida.
¿Pero si lo que te hace daño también te hace bien, Antígona? ¿Qué hacer entonces? Difícil elección. Porque date cuenta de que si sólo me pudiera hacerme bien, no estaría aquí. Me has entendido perfectamente, ¿verdad? Pero veremos, veremos lo que se puede hacer. No auguro nada.
Eres muy amable; tienes siempre una palabra amable para todos -si bien conmigo estás más bien seca. :-(
Buenas noches, ¡bonita! ;)
No es vergüenza, es asco. Casi no hay donde mirar para no darse de baja de género humano.
Sí, por ejemplo, y sin ir más lejos, la silla de Ikea era perfecta para teclear bien pero me destrozó el coxis; esta silla de Pilma es perfecta para sentarse pero es un horror para escribir. No creo que cueste diseñar buenas sillas pero algunos prefieren torturarnos. Tortura de baja densidad. Una vergüenza.
Tortura de baja intensidad es a lo que yo llamaría tener que leer sus diecisiete (¡diecisiete!) comentarios de vacuos despropósitos, yul. ¿No se iba usted desde el primer comentario
("ya veo que este post, pese a su calidad, tampoco está hecho para mí. Decididamente no soy de este mundo. Que reflexionéis a gusto. será sin mí. Yo me voy")? Dios santo, si el post llega a ser para usted y se queda no habría horas en el día para descargar esta ventana de comentarios.
Un saludo.
Vaya, me gusta este blog!! mucho! es divertido con tanto correveidile, comentarios sesudos o "sesantes" a veces (lo de sesante me lo acabo de inventar, algo así como cortar sesos por la tangente)
Y debe ser que en estos días tengo un ataque femi asi que sigo pensando que las cosas no han cambiado tanto, vaya algo sí, menos mal!! pero que la educación judeocristiana sigue empañándonos a todos y confundiendo vergüenzas y culpas. Que cambian los modos pero no tanto la idea que subyace detrás, que lo de virgen (vale, ahora digamos damas) o puta sigue imperando o te presento yo a unos cuantos conocidos que aceptan que una mujer sea ambas cosas pero no que decida ella cuando y con quién serlo. Que seguimos mamando consignas y convencionalismos, que las hacemos mamar, que la virgen sale en palio en todos los sitios y cada año, que ahora aparecen los
"científicos" diciendo que el color rosa es biológico y no cultural y me entra la risa por no gritar. Y que siglos de "tú calladita estás más mona" no van a desaparecer así como así, salvo si dejamos de engañarnos con este barniz que parece que si pero no...
Y sí, estoy contigo, el cuadro es obsceno, profundamente. Y me ha encantado la "voz" que pusiste en ella, voz que probablemente fue real pero pa´dentro.
Un lujo y un placer descubrirte, Antígona. El post anterior también es de los de enmarcar...
No me suelo explayar tanto, sorry. Será el entusiasmo... ajajaja
Un beso.
Aunque, como creo que sabes, soy historoador del arte (al menos estudié esa carrera), reconozco que no conocía esta sugerente pintura de Delacroix (yo soy más "especialista" en Barroco, y el romanticimo historicista no me interesa demasiado)).
De todas formas, como también deberías saber,por algún gusto cinematográfico que compartimos, me interesa mucho la mirada, fundamento esencial de las artes plásticas y del cine;y este cuadro de Delacroix, bajo su apariencia de retrato de un asunto más o menos intrascendente de la vida privada,es una reflexión en toda regla sobre LA MIRADA,mirada culpable, mirada lujuriosa, mirada engañada o no,mirada como fundamento del placer o de la culpa, mirada, en suma fcomo fundamento del conocimiento.
un beso
P,d.: un cuadro, sugerente, si, pero de una calidad limitada, a mi juicio, se ha visto enriquecido por tu ajustado comentario, y por el debate subsiguiente que has suscitado
Por cierto, leído lo leído, tendré que leer algo de René Girard, que en otro blog que frecuento (Horrach), también es citado a menudo.¿Es fácil de encontrar?, o mejor dicho, que la respuesta ya me la temo,¿es posible encontrarlo en bibliotedas públicas?
un beso
Yul, yo juraría que te hace más mal que bien. Pero tú sabrás. Por otra parte, si te pararas a leer con detenimiento todos tus restantes comentarios entenderías el porqué de lo que llamas mi "sequedad". Esta casa está abierta a todo el mundo y quiero que así lo siga estando, pero, como comprenderás, hay tonos o actitudes que no pueden ser muy bienvenidos.
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NoSurrender, está visto que la incoherencia humana tiene muchas y múltiples formas de manifestarse. Y no todo el mundo consigue hacer de ella una virtud.
¡Otro beso!
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Ay, Margot, el tema de los comentarios en este blog se desbarata de cuando en cuando por causas que prefiero no comentar, aunque ya te darás cuenta tú misma.
Es cierto, aún quedan muchos residuos de esa moral judeo cristiana y la distinción virgen-puta o dama-puta sigue por desgracia vigente para muchos. Pero creo que al menos lo que nos distingue de esa época es el haber tomado conciencia de que esa moral es perniciosa para todos, y en función de ella, la voluntad, tanto en mujeres como en hombres, de que las cosas cambien. Algo hemos ganado entonces, puesto que en la época del cuadro ni siquiera había una puesta en cuestión de los modelos imperantes y mucho menos era posible la crítica por parte de las mujeres, que carecían de la educación y la formación para ello. Aún hay bastante por hacer, incluso mucho, eso está claro. Pero quiero ser optimista y pensar que vamos dando pasos hacia adelante, tanto individual como colectivamente. Esperemos que sobre todo las futuras generaciones acaben beneficiándose de ello. Si bien es verdad que la ciencia, con todo su prestigio, flaco favor nos hace a todos cuando además pretende fundar esa moral hipócrita en la biología. Pero pese a ello, pienso ese "sí pero no" ya es algo más que el sí contundente y aproblemático de antaño.
Lo que es un lujo y un placer es tenerte yo aquí, Margot, y poder leer tus comentarios :)
Bienvenida a esta casa, vuelve cuando quieras y expláyate sin cortarte, mujer, que aquí la primera que tiene un rollo inacabable soy yo ;)
¡Un beso!
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Koolauleproso, la pintura se encuentra en el Thyssen, y al natural su tamaño es más bien pequeño. Yo apenas conocía nada de Delacroix, pero este cuadro me llamó mucho la atención.
Me parece una perspectiva muy interesante la que planteas, pues son precisamente esas miradas las que estructuran el cuadro y le dan su sentido. Y es que una mirada puede decir tantas cosas y ser interpretada bajo tantos puntos de vista distintos, que no me extraña que sea constante tema de plasmación y reflexión artística, sea cual sea el medio que se utilice para ello. En el cine, es cierto, juegan un papel absolutamente determinante, sobre todo para ciertos directores.
El libro de René Girard al que me he referido se llama "Mentira romántica y verdad novelesca", y es en él donde se plantea ese triángulo del deseo (que si deseamos algo o a alguien es porque previamente otro alguien lo ha deseado) al que aludía al hilo de una análisis de novelas fundamentales en nuestra cultura, desde el Quijote hasta la obra de Dostoiewsky, pasando por la de Stendhal, Proust y algún otro que ahora no recuerdo. El libro es una joya para cualquier amante de la literatura, porque los análisis que hace Girard de las novelas que escoge para demostrar su tesis son muy sugerentes. Lo único malo es que, hasta donde yo sé, está agotado desde hace años (tal vez lo hayan reeditado recientemente), pero imagino que en las bibliotecas tiene que encontrarse.
¡Un beso!
Solo pase por aquí, aunque no has posteado de nuevo, para desearte un muy buen fin de semana.
Un besazo guapa!!!!!
Dos cositas:
René Girard hizo hace unos años unas declaraciones sobre la religión cristiana absolutamente penosas. Sus libros son maravillosos (El chivo expiatorio, Mentira..., otro dedicado a Shakespeare que no leí), pero el personaje me parece impresentable. No sé. Esto, quieras que no, se interpone entre sus finos análisis y mis ganas de releerlos. Además, cualquiera puede llegar a entender por sus propios medios que el deseo es triangular...
Antígona, esas maneras de Kindergarten a mí no me van, de modo que me pasa contigo como con Girard: finísimos análisis, personas que no me son simpáticas. No, no podría releer con gusto a Girard y aquí está claro que no debería volver.
Antígona, delicada y precisa tu descripción del sentimiento de vergüenza. Y ella la siente, porque está plenamente implicada, porque puede ser descubierta, porque es pieza expuesta.
¿Y ellos? ¿Qué pasa con ellos? El duque tiene la sartén por el mango. Y el chambelán cree que su acto es desconocido por su mujer. Un pequeño cambio en esas condiciones, y la vergüenza se adueñaría de ellos también. En ese momento, ella podría dejar de avergonzarse, porque más vergonzosos resultan ellos. Al fin y al cabo, su cuerpo es suyo. Dudo que ninguno de los dos lo merezca.
¡Un beso, Antígona!
la gente que más atención psicológica necesita es, generalmente la que está más en contra de ella.
una verdadera pena.
tal vez podrían aliviar en algo sus dolores.
finalmente, si somos sólo proyección, ver al mundo y a los demás como algo tan horrible, no nos espeja?
¡Hola, Mandarinada! Pues se agradece, porque mi fin de semana no está resultando muy divertido que digamos. Espero que a ti se te dé mejor que a mí :)
¡Un besazo, niña!
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A, no conozco a la persona que es Girard, sino sólo al autor. Y el autor, por lo que he leído de él, merece todos mis respetos. Si la persona Girard es un indeseable, cosa que no sé ni me importa, eso es algo que yo todavía no he descubierto en sus obras, que es lo que de él me interesa.
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Querida Dusch, en efecto, también ellos tienen sobrados motivos para avergonzarse de sí mismos. Sin embargo, la actitud del duque, o al menos lo que yo he imaginado de él, no le hace demasiado proclive a la vergüenza de sí, ya que su acción carece de todo escrúpulo y sin ellos, o sin conciencia del daño infligido, queda poco margen para la vergüenza. Por otra parte, me parece que si el chambelán descubriera que el cuerpo que contempla pertenece a su mujer sentiría tal bochorno que no me extrañaría que la historia acabara en duelo o en cruel asesinato. Pero no sé si se avergonzaría de su acción o sólo se sentiría puesto en ridículo. Para sentir vergüenza de sí, hay que tener conciencia de haber cometido una mala acción, una acción que lo denigra a uno mismo, y es posible que según la moral de la época ninguno de los dos pueda percatarse del daño causado a la mujer.
Creo que ya lo he dicho antes, pero lo dramático para mí del cuadro es que ella, por haber aceptado esta argucia del duque para ridiculizar a su marido, acaba avergonzándose de lo que no tendría que avergonzarse, que es haber pretendido escapar de esa moral, poner sus propios criterios y deseos por encima de ella.
¡Un gran beso, guapa!
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Qué razón tienes, cacho de pan, tanto en lo primero como en lo segundo.
La búsqueda de atención psicológica pasa por el reconocimiento de que uno la necesita, y eso implica un grado de lucidez con respecto a uno mismo, o de valentía, del que no todo el mundo es capaz o que la propia patología sufrida impide.
En lo segundo, nada más cierto. Nuestra propia visión del mundo nos refleja, al menos en parte, y suele decir más de nosotros mismos que de ese mundo que juzgamos.
¡Un beso!
No sé si es muy personal lo que voy a decir: durante años creí en los llamados psicoanalistas, incluso seguí una terapia. Por eso hablo con conocimiento de causa: los hago responsables, a ellos como personas y a sus métodos, de bastantes de los trastornos que padezco. Y los que tenía los han agravado de forma lamentable. De manera que no es por falta de lucidez que me cierro en banda sino por mi dilatada experiencia. En cuanto a Girard, yo coincido también con ese personaje que tanto rechazáis (se ha expresado mal, no se refería a la persona, a si es buen padre o buen amigo o honrado o de mal carácter sino a sus ideas; se refería a él como intelectual): un intelectual que hace apología del catolicismo y dice cosas como que "si existe todavía violencia en el mundo es que los hombres se resisten a creer en la Revelación" no merece ninguna de mis simpatías, por más que haga análisis brillantes sobre ciertos temas. Desprecio el catolicismo y su papel justamente en la violencia a lo largo de los siglos. Y cuando dicen de alguien: y qué mal hace creyendo, pues bien yo me pregunto si exiten actos, por nimios que sean, inocentes, si no van cargados de mal, que pocos ven.
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