lunes, 11 de junio de 2007

Dominios


Soy yo, pobre mortal, quien determina el curso de tu existencia. A ti sólo te cabe reaccionar ante mí. Nada más. Incluso el momento de tu concepción me pertenece, como me pertenecerá el instante de tu muerte. Es mi mano la que todo lo gobierna, más allá de causas y efectos que no te conciernen. Y allí donde parece que no estuviera, sigo siendo yo quien desde la sombra permite y otorga. Pues hasta el disparo del más diestro tirador acierta en la diana sólo si así yo lo concedo y no interpongo en su camino el rayo que parta la flecha antes de alcanzar su objetivo. Por todas partes me hallo, en cada ráfaga de viento, en el levantar el vuelo de cada pájaro, y nunca sabrás la medida de lo que en tus actos, en tu vida, se torna posible gracias a mí.

Mi naturaleza os es desconocida. ¿Acaso hay oscuros mecanismos, extrañas legalidades que me guíen? Nunca os daré una respuesta. Ni tan siquiera el capricho me es propiamente asignable. Sólo disponéis de palabras que os reflejan, que ordenan y compartimentan desde vuestras voces humanas. Y mi ser desborda esa inocente tela de araña.

Con ingenuidad me enmascaráis bajo la figura de vuestros dioses terrenales, vosotros, incansables cazadores de sentido. Es tu mente, criatura, la que no ha aprendido a caminar sin la suela de un porqué que evite a tus pies pisar sobre el vacío. Y allí donde no lo encuentras, siempre el pretexto de tus limitaciones, de tu finitud, que no todo lo alcanza. Pero yo no sé de sentidos, mucho menos de justicias, y en mis dominios no hay lugar para el equilibrio. Sólo el dios único al que adoráis recompensa y castiga, bendice y maldice vuestras decisiones. Sin embargo, mis designios no son signos de tu bondad o maldad, aunque tu cordura -¿quizás tu locura?- se empeñe en creer que sí y se afane en explicaciones, leyes, culpas, y se demore computando probabilidades, proyectando balanzas y compensaciones moldeables a los hechos. Porque en mí no hay regularidad que tú comprendas, ni puedes acotarme ni anticiparme. Yo no calculo, ni mido, ni sopeso. Simplemente actúo. Así que no me pienses. No me observes. Nada ganarás con ello.

Tampoco me veneres ni me adores. Por más que insistas en orar, en cruzar los dedos, en forjar fetiches y amuletos, no escucho ruegos ni plegarias, conjuros o invocaciones. No los entiendo.

Pero sí puedo intuir tu congoja. Porque ante mí siempre estarás a la intemperie. Doy y quito, robo y regalo. Tanto lo más amado como lo más odiado. Lo más necesario y lo más prescindible. Si quiero te elevaré a la cumbre o te destruiré, te cubriré de caricias o de polvo, te concederé la gracia o te arrojaré al suelo con un golpe seco. A unos traeré la felicidad, a otros la desdicha. Sin respetar clases ni diferencias, edades ni condiciones. Mis pequeños títeres, siempre danzando al hilo de mis deseos. ¿Tan difícil es comprender que no obedezco a razones? ¿Que no elijo ni tengo preferencias? ¿Que lo que tú llamas desgracia o ventura son para mí acontecimientos idénticos en su valor, que es ninguno? Ante mí estás libre de culpa. Pero tus ansias de seguridad, tus anhelos y esperanzas me son igualmente indiferentes.

Algunos me llaman azar. Los más crédulos, destino o providencia. También fortuna o infortunio, suerte o fatalidad, según resulte la partida. Pero yo no atiendo a nombre alguno.


¿Por qué no empiezas a explorar los límites de tu poder? Sólo eso te permitirá reconocer el que te corresponde. Sondea tus posibilidades de reacción frente a mí, el arco de tus respuestas. Tales son tus dominios. Atente a ellos. Los míos siempre te estarán vedados. Así que no preguntes más y acéptame.


15 comentarios:

Anónimo dijo...

Magnífico, Antígona, de veras!!!

Tako dijo...

(mmmmmmm todo un post de ÉL/ELLA)

¡Hey! ¡Cuánto tiempo!

¿Sabes? Creo que no te debes engañar... sin nosotros tú tampoco tendrías ningún dominio. Te lo quise decir la última vez que hablamos pero nunca escuchas.



Querida Antígona,

Perdona mi momento de respuesta al tipo (o a la tipa) pero es que, con su halo de misticismo y su poco afán de comunicación, suele ser difícil de encontrar y no he podido evitar usar esta oportunidad en la que se dirige a nosotros, los pobres mortales, desde tu blog. Confío que te deje tranquila en tus dominios y si no, ya sabes, silba.

Un beso que recorra todo el dominio

huelladeperro dijo...

Pobre ser lamentazble, sin voluntad ni albedrío, que toma prestada su inteligencia de los entes realmente vivos...

Pero tienes razón, Antígona, menos quejarse, rezar o maldecirlo; menos intentar encerrarlo en 4 frases y un interrogante.
Y más sondear los límites de nuestro poder; más ampliarlo al máximo.
Aprovechándolo, pues es un enemigo imbatible.
Y por tanto una bendición.

juan rafael dijo...

¡Qué miedo!
Tu pliego de intenciones abruma.
¿Qué hay que hacer para que nos concedas un trato de favor?

Ana dijo...

Yo es que eso de aceptar en plan dogma de fe lo llevo francamente mal.

Y lo de no preguntar ni te cuento.

Menos engreimiento, hado, parca o lo que seas, que como dicen por ahí arriba, tú, sin nosotros, tampoco.

He dicho!!

(Es que si algún día escribo un libro me gustaría decir aquello de que desafié al destino. Ahora ya lo puedo decir :) )

Un beso.

Anónimo dijo...

Árbol, árbol, a ver para cuándo ese libro... Que trasteas mucho... Y ese libro está reclamandoté, como dirían los argentinos... Yo igual hasta me haría aficionado a las novelas, que leo pocas...

Antígona dijo...

Gracias, JJ. Te nombro desde hoy crítico favorito del blog :P

¡Un beso!

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Querido Tako,

es verdad que este sujeto escucha poco, siempre con la excusa de que no nos entiende, y tienes toda la razón, sin nosotros no sería gran cosa. Se ve que pasaba por aquí de casualidad y ha tenido a bien utilizar el blog para decirnos por enésima vez lo que siempre nos está diciendo. Así que con toda libertad, Tako, si se te ha quedado algo en el tintero que le quieras decir, no dudes en hacerlo. De momento lo tengo a raya, pero si hace falta, silbaré:)

Un beso que no domine ;)

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Ayyy, huelladeperro, este pobre ser lamentable nos puede hacer la vida imposible si se le antoja, o como quiera que haya que interpretar lo que nos envía.

En cuanto a lo de sondear y asumir nuestro poder, supongo que no nos queda otra. Ahí reside al menos nuestro cachito de libertad, en poder reaccionar frente a lo que nos ocurre, aunque mucho de lo que nos ocurra no esté sujeto a nuestra decisión. Ésas son las reglas del juego. Me gusta la idea de aprovechar, si cabe, lo que de entrada pueda parecer el ataque de un enemigo. No parece fácil, pero la estrategia suena estupendamente.

¡Un beso!

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Nada, Juan Rafael, me dice aquí el tipo/tipa que no se puede hacer nada. Que él no es un vendido, y que tratos de favor ninguno. Básicamente porque le importamos un carajo. En fin, triste verdad, pero no hay otra. Emborrachémonos para olvidar ;)

¡Un beso!

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Un árbol, tan combativa como siempre :)

Pero claro que sí, si nos da la gana preguntar, preguntemos, y neguémonos a aceptar, éste que se habrá creído, aquí tanto dar órdenes. Rebelarse contra el propio destino, aunque sea una manera de responder a él, siempre es la mejor forma de superar lo que de malo o intolerable nos envía.

Y ahora que ya has desafiado al destino (que conste que guardaré la prueba, para poder demostrarlo a cualquier incrédulo :)) ¿para cuando el libro, como dice JJ? Venga, venga, que ya estás tardando ;)

¡Un beso!

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JJ, ¿y tú qué, no te animas a ello? A ver si algún día nos escribes algo :P

¡Otro beso!

Sir Villet dijo...

espere un momento me pareció ver… sí es ella... quizás más joven… pero es ella.

Estimada Antígona

Respecto a los, vamos a llamarlos, dioses sólo debo añadir: cuidar de Prometeo, prepotentes… defecto profesional.

Suyo (y de mi profesión).

Anónimo dijo...

Yo lo llamo azar, aunque algunas veces parezca que cada paso lleva inevitablemente al siguiente y te sientas atado por un hado inexorable.

Lo que no consigo es verlo como un enemigo. Sus vueltas y revueltas, sus sorpresas, aunque a veces sean desagradables o dolorosas, son la gracia de la vida.

En estos últimos tiempos estoy aprendiendo a adaptarme a los vaivenes del azar porque he comprendido exactamente lo que dice a través de tus teclas: sus dominios nos están vedados y de poco, muy poco, nos sirve luchar contra su poder. Sólo para sentirse frustrado y cada vez menos dueño de la propia vida. No sale a cuenta...

Gabriel Antón dijo...

Bestial. Recientemente he descubierto este blog y, como otros posts que ya he leído, éste me parece increíble.

Aunque para algunos sea destino o azar tú, desde el momento en que lo personificas, le atribuyes una vida o, al menos, una inteligencia. A lo mejor tampoco esas palabras sirven para "ello" pero, en mi opinión no sería posible que ese algo que así de pronto podría entenderse como inteligente, volitivo, vivo, o tan sólo ser, fuese algo sin intenciones. Aunque impredecibles e inescrutables, yo creo que necesariamente las hay.

Pero tienes razón: no más preguntas.

¡Está feo que en una película los actores miren a la cámara¡

AnA dijo...

Antígona ..el azar es aquello que nos sucede cuando pensamos en otra cosa.
al menos así lo entiendo yo...
intenso el post...muy muy intenso como sumergirse en la piscina del hotel de noche, muy de noche..y abrir los ojos dentro
Besos Muchos!!
Ana

Anónimo dijo...

Acabo de entender a la perfección por qué me repeles tanto, muchacho. Es a ti a quien hablo.

Me siento vieja escuchándoos. Es todo tan increíblemente sencillo. Hablaré de mí, pero sólo para lo entendáis. De pequeña nadie me leyó cuentos de hadas, así nunca podría hacer otra cosa en la vida que soñar. Cando estaba así soñando, llegó ella, que señaló con mucha naturalidad las consecuencias de la falta de cuentos de hadas en mi infancia,pero no se fijó en las consecuencias que ella misma, su forma de trabajar y su personalidad, tendría sobre mi vida: abdiqué de lo único que sabía hacer -soñar- y por dos motivos, porque me hizo ver lo aberrante de dicha vida y porque me enamoré. La consecuencia es que ahora vivo como un vegetal. Os aseguro que tengo mis razones para maldecir pero cada día que pasa las voy olvidando más y más...

Antígona dijo...

Estimado Sir Villet,

está Ud. hoy un poco críptico. "Es ella"... ¿cuál de todas? :P

Y por otra parte, ¿qué anda Ud. tramando? ¿No sabe que robar a los dioses recibe el peor de los castigos? Sir Villet, ¡lleve Ud. cuidado!

Suya (y de los dioses :P)

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K, entiendo que el azar puede ser enemigo allí donde se lo interpreta como mala suerte o mala fortuna. Azarosamente lo atropella a uno un coche un buen día y lo manda al otro barrio, sin motivo aparente le cae a uno una teja en la cabeza y lo desgracia. O se le muere la persona más querida de repente, o se arruina de un día para otro. En fin, ejemplos hay miles, más o menos dramáticos, y lo que todos tienen en común es que carecen de toda explicación que nos satisfaga, pese a que quien pasa por una situación así nunca dejará de preguntarse, ¿pero por qué a mí, por qué a mí? y nunca obtendrá respuesta. Porque, ¿por qué juega el azar a favor de unos y en contra de otros? Siempre me ha parecido un tema inquietante.

Sin embargo, como apuntas, también es cierto que lo que en un momento dado se interpreta como un acontecimiento producto de la mala fortuna puede al poco verse como todo lo contrario. Las desgracias son dolorosas pero de ellas se puede aprender mucho e incluso paradójicamente pueden venir a salvarnos la vida. Pero creo que eso depende ya de nosotros y de nuestro poder de reacción, y de qué sentido le demos a aquello que nos ocurre, de tantas maneras fuera de nuestro alcance.

¡Un beso!

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Gracias por tus palabras, suicida.

Dar voz a ese destino, azar o como quiera llamársele ha sido un recurso un tanto paradójico, pues lo que se afirma en el texto es precisamente esa falta de intencionalidad, de sentido, que en principio no permitiría voz ni discurso alguno. Pero me apetecía jugar con esa idea.

Tiendo por otra parte a pensar que no hay un sentido trascendente para lo que nos ocurre, y por tanto, como se dice en el texto, que no hay una razón de ser que explique por qué nos ha pasado esto y no lo contrario. El sentido es algo que buscamos como humanos y que proyectamos sobre el mundo para entenderlo mínimamente, pues vivimos mal en el sinsentido. Y eso es algo que también tiene su aspecto positivo: lo que nos acaece acabará teniendo el sentido que nosotros le queramos dar, lo cual dependerá a su vez del partido que seamos capaces de sacarle. Pero esto es sólo una opinión, claro.

¡Bienvenido por aquí y un beso!

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Ana, me ha gustado esa explicación, pues es cierto que lo que interpretamos como azar tiene mucho que ver con la sorpresa y lo inesperado de lo que nos ocurre en un momento dado, con la falta de búsqueda y eso que llamamos casualidad.

La piscina, la noche y el hotel...mmm... suena estupendo. ¿Conoces alguno interesante al que podamos hacer una escapadita? ;)

¡Besos besos, guapa!

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Lobotomizada, no sé si te entiendo bien pero supongo que aludes a que tu encuentro con esa persona ha sido una fatalidad en tu vida. A todos nos pasan esas cosas, nos han pasado y seguirán pasándonos. Y sigo pensando que ahí todo depende de cómo queramos reaccionar. Abandonándonos a la desgracia o luchando contra ella. O inventando cualquier opción intermedia. Opciones siempre hay.

Un beso

NoSurrender dijo...

La Fortuna tiene nombre de mujer, como la Soledad, el Socorro y el Cosuelo. Como la Paz y los Dolores. Decididamente, los hombres somos un sexo débil. Pero que muy débil :)

La Fortuna, como decía mi padre Bob, empuja trenes de carga a través de la noche.

He felt the heat of the night hit /
him like a freight train /
Moving with a simple twist of fate /

(Olé!)

Antígona dijo...

Que sois el sexo débil me parece una verdad incuestionable, Nosurrender. Ahora, qué manía con echarnos a nosotras la culpa de todo :P

Y no te olvides de decirme a qué hora pasa el próximo tren empujado por Fortuna (si es que es la buena Fortuna) y si me dejarán subir aunque sea de carga ;)

¡Un beso!