martes, 18 de septiembre de 2007

Te recuerdo Amanda

Señoras y señores, hoy Antígona se nos pone un tanto romanticona. Ya, no es primavera. Pero dejémosla por esta vez...

¿Quién no te recuerda, Amanda? ¿Quién podría no recordarte? Si encarnas la esencia del enamoramiento hilada en la melodía sencilla de unas pocas palabras. Si todos hemos sido tú, Amanda, y lástima de aquél que no alcance a mirarse en el espejo de tu sonrisa luminosa bañada por la lluvia. Si todos sabemos de esos cinco minutos eternos, de la falsa eternidad impaciente de su espera.

Te imaginamos como te describe la canción, Amanda, caminando apresurada por las baldosas mojadas, rauda y brillante. Te parecía que esos cinco minutos nunca llegarían, demorando lentamente su venida, dilatando el tiempo precedente del tictac perezoso del reloj. Pero, aún así, nada ha logrado desdibujar el arco de tus labios mientras te proyectas entera sobre ese momento, sobre la perspectiva segura que hace trizas el cansancio de la jornada, vivificando cada músculo de tu cuerpo, evaporando la acidez de un mal gesto, de una voz agria. Como de lejos, percibes la envidia inofensiva, la melancolía, la tristeza nostálgica por lo vivido con que tus compañeras observan esa alegría que te traspasa e irradia por tus costados, por los costurones mil veces zurcidos de tu bata. Porque, algunas en su memoria, otras en su deseo, se reconocen en ti y algo hondo se conmueve en sus párpados al descifrarse en cada uno de tus movimientos ágiles, en tu canturreo callado.

Cuando apenas falta un rato para esos cinco minutos, te vemos agitarte, contenerte en tu agitación, rogar por el más veloz correr del tiempo, volver a aplacarte tú misma, constante vaivén de ansia y calma pautado por tu corazón. Porque los cinco minutos ya casi están ahí, nadie vendrá a arrebatártelos, suspiras confiada, dejas entonces que el corazón se esponje hasta no caber en tu pecho e iniciar de inmediato una nueva contracción, desbordado una vez más en la aceleración de la impaciencia.

Y ahora que caminas hacia la fábrica no hay dolor en tus muñecas, ni frío de lluvia en tus mejillas, sólo esa precipitación, la ansiedad ya irrefrenable que dispara un pie detrás de otro como bailan en tu cabeza las imágenes acariciadas durante las largas horas del día. La sonrisa ancha grabada en tu rostro como un sol que limpiara de polvo y pobreza esas calles, las calles que has acabado adorando, impregnadas del halo de tus emociones, fina película que te protege de toda la miseria del mundo, a ti, extraña pero indudablemente consciente de ser invencible en el amor.

Son las calles que te acercan a Manuel. Suena al fondo la sirena y apresuras aún más tus pasos, pisando fuerte al ritmo del latir vibrante de tus sienes. Manuel está a punto de salir para sus cinco minutos de descanso. Ya estás corriendo. Por ahí asoma el grupo de trabajadores. Serán sólo cinco minutos. Cinco escasos minutos. Pero no hay cálculo ni economía que resista las hazañas de Cupido. No hay ley de compensación que promedie entre el esfuerzo invertido y el premio recibido cuando de él se trata. Cinco minutos de desaparecer en sus ojos, de ahogarte en su boca, de hundirte en su abrazo, habrán valido, hasta el nuevo aullido de la sirena, lo que toda una eternidad inconmensurable embutida en el trazado geométrico de unas saetas. Cinco minutos que nutrirán tus sentidos florecientes y el deseo inabarcable de su reiteración.

Pero también, Amanda, eres la esencia de la tragedia más pura, del más terrible dolor en la pérdida. La pérdida del sustento de tu ser cuando todo gritaba en ti haberlo por fin encontrado. La pérdida inaudita de esa eternidad que, sin pertenecer a este mundo, habitaba misteriosamente el cuerpo de Manuel. Y aunque la canción ya no quiera decir más de ti, te imaginamos rota, quebrada por el golpe que ha dado cumplimiento a temores antiguos sólo entrevistos todavía en la distancia, desmadejada por la fatalidad demasiado temprana de pesadillas aún no plenamente soñadas. Para ti ya no habrá ni tan siquiera cinco minutos. Ni tan siquiera uno más. Las calles adoradas se habrán cubierto de sombras para siempre. La alegría germinada se pudrirá en tus huesos y brotarán de ellos gusanos de amargura. Y puestos a imaginar, quién sabe, Amanda, si la vida arrancada de Manuel no fue también tu propia muerte. La ausencia puede desgarrar tan salvajemente que no tolere zurcido alguno.

Por eso queremos recordarte, Amanda, con la lluvia en el pelo y la sonrisa abriéndose en tus labios. Corriendo por las calles alumbradas de ti. Sintiendo ya en la anticipación de esos cinco minutos el pliegue de un espacio sin tiempo que sólo puede durar lo que una vida eterna.

Sólo que Victor Jara lo cantó mucho mejor:


22 comentarios:

Anónimo dijo...

Recuerdo esos cinco minutos, acato la pérdida desde el dolor y no sé si agradecerte o maldecirte por traer este poema con música, je.
Hoy quiere llover en Barna, habrá que buscar el paraguas del "sigamos p'alante".
un beso

AnA dijo...

Anti....adoro esta historia de amor en los tiempos del proletariado.Ya no hay fábricas, ni lluvia, ni cinco minutos que den marco a un encuentro desesperado y a besos marxistas.
Hasta Siempre comandanta!
(que es un siempre todavía que diría Machado no?)

juan rafael dijo...

No recuerdo haber escuchado esta canción, ya ves. ¿sabes que viene Silvio Rodriguez a Valencia?

NoSurrender dijo...

Si siempre es primavera en el Corte Inglés, no entiendo porqué no puede serlo igualmente en esta casa de Antígona, a pesar de no tener escaleras mecánicas ni chorro de aire caliente según entramos en ella. Eso sí, la primavera antigoniana parece un poquito más marxista que la del Corte Inglés, eh.

Amanda es un nombre muy musical, que evoca el propio amor, la entrega pura y activa. En este sentido, siempre es mejor hacer una canción protesta que grite el nombre “Amanda” que, por ejemplo, una que grite “Mamen”, ya que al pronunciarse podría interpretarse como una orden a ejecutar por parte del público y generar así algún pequeño conflicto que desvíe la atención de los versos ¿no?

Bueno, en serio ahora. Me impresiona mucho toda la canción, de toda la vida. Especialmente ese “La vida es eterna en cinco minutos”. Esta frase es de llorar, sí. Y premonitoria, de alguna manera, de ese conflicto que planteas en el futuro de ella: su vida ya fue en esos cinco minutos, plenos, eternos, que aún le duran. Algo así entiendo yo.

Tako dijo...

Nosurrender (con permiso) al menos la Mame del El Jueves es roja (y pelirroja). De todas maneras es un mal nombre.

¿Romanticismo sin primavera? OLE, OLE Y OLE. Claro que, que quieres que te diga Antígona, yo con cinco minutos no me conformo. De todas menaras es curioso este “love is in the air” que nos recorre a todos últimamente, ¿no?... será el cambio climático

Un beso enorme


PD.- Juan... ¿Silvio en Valencia? ¿Qué día?

Ana dijo...

Sembrada.
Ha estado usted sembrada.

La canción es impresionante tanto por lo que dice como por lo que nos lleva a imaginar.

Bellísima, como tu post de hoy.
Congratuleisions, eres la jefa de la banda.

Votemos por cinco minutos que se conviertan en vida eterna. Pero con final menos duro (no me atrevo a decir FELIZ... el airbag?? ;)

Beso!!

Antígona dijo...

Por dios, Anna, no me maldigas, mujer, que Antígona ya tiene bastante con lo que lleva encima... ;)

No es difícil reconocerse en esta canción. De todos modos, la dramatización final por la que he optado forma parte de la propia visión romántica del asunto. Es cierto que siempre me impresionó ese final trágico, que siempre me conmovió imaginar el dolor de Amanda ante la pérdida de Manuel. Pero soy de las que piensan que siempre se sale adelante, con sol o con lluvia. Así que, como dices, sigamos pa'lante, pase lo que pase.

¡Un beso!

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Ana, es una canción preciosa. Yo la oí por primera vez en una versión de Joan Báez nada desdeñable a mi juicio. ¡Voy a gastar el play del youtube de tanto darle cada vez que entro en mi página! Es verdad que ese marco ya no existe. Pero los encuentros desesperados, los cinco minutos de eternidad que se viven en ellos, eso no creo que se pierda nunca. Al menos mientras haya personas enamoradas. Que algunas siguen quedando en nuestra sociedad del microondas, ¿no? ;)

Lo que sí que echo de menos son los besos marxistas, sí.

Te cedo el puesto de comandanta, Anita, que a ti te queda mucho mejor. ¡A sus órdenes! ;)

¡Besos marxistas para ti!

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Juan Rafael, yo tampoco la descubrí en su momento, sino mucho más tarde, gracias a un disco de Joan Báez que me regalaron. ¿Silvio en Valencia? Vaya, eso es un acontecimiento. Hubo una época de mi vida en que me gustaba mucho, ahora ya no es lo mismo, pero quién sabe, igual me animo a ir al concierto para ponerme nostálgica ;)

¡Un beso!

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Vaya, NoSurrender, menos mal que has añadido lo de la primavera más marxista al final, de lo contrario me temo que toda la cólera de esta casa cibernáutica la hubiera hecho temblar desde sus cimientos... y no me atrevo a imaginar con qué posibles consecuencias :P

Amanda es un bonito nombre, y es verdad que además de eufónico su sentido es muy coherente con la canción. ¿Mamen? Viene Ud. hoy provocador, Sr. Lagarto. ¿Resultado de su reciente cumpleaños? :P Pero no, no, huyamos de los conflictos y más aún de los de esa índole, hombre.

De todos modos, pese al componente innegablemente político de esta canción, siempre he visto en ella algo más que una canción protesta ligada a una situación histórica y social concreta. A no ser que se entienda que, en los tiempos que corren, también el amor debe ser reivindicado. Cosa que tampoco me parecería tan estrambótica, por otra parte.

En cuanto al sentido de esos cinco minutos, no lo había pensado así exactamente aunque ahora que lo dices es una interpretación que me gusta. Más bien quería resaltar los aspectos de la canción que a mi juicio inciden en la maravilla de estar enamorado: que cinco minutos de ver al objeto de ese amor compensen cualquier esfuerzo, cualquier carrera bajo la lluvia o un viaje de muchos kilómetros; que el enamorado sienta cómo esos escasos cinco minutos le dan la vida y representen un momento tan precioso, tan sagrado, que en su vivencia escapa al cómputo del tiempo; en definitiva, cómo cuando se está enamorado, el tiempo que se está con la persona amada, por poco que sea, cobra un peso y un sentido tan particulares, tan enormes, que se sustraen a toda la economía y a los referentes de la vida cotidiana.

Una visión un tanto idealizada, lo sé, pero que no me parece tan alejada de la exhaltación que cualquiera que haya estado enamorado conoce.

¡Un beso también marxista para ti!

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Querido Tako, se ve que a algunos es la proximidad del otoño, y no la primavera, lo que nos pone un poco románticos. Aunque será un romanticismo un tanto melancólico entonces. Y hombre, puestos a pedir, yo tampoco me conformo con cinco minutos, claro. ¡El tiempo del reloj pasa demasiado deprisa cuando se está con la persona a la que se quiere!

¡Un gran beso, Tako!

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Arbolito, que me sonrojas :)

La canción es impresionante, sí, e increíble la sencillez con la que plantea la historia, la economía en las palabras para contar una historia de amor, tan bien puestas que sólo con ellas ya podemos imaginar todo el resto.

Yo también voto a favor. O al menos por que el amor, mientras dure, siga siendo eterno. ¿Final feliz? Eso no sé si es posible. La muerte siempre aguarda al final, aun cuando no lo haga con el dramatismo de la canción. Aunque siempre se puede votar por un asesinato recíproco. Ay, que no me quiero poner macabra...

¡Un besazo, guapa!

k dijo...

Conozco esa canción desde niña, es el tipo de música que escuchaba mi madre (en mi infancia me empapé de Jara, Silvio, también le gustaban Mari Trini y María Dolores Pradera...)

Me encantan las dos interpretaciones de esos cinco minutos. Y creo que las dos son ciertas.

EL MARTIN PECADOR dijo...

Hola hola hola Colérica amiga, joder qué duro le ha resultado esta lectura a El Pecador, tal vez por los recuerdos que se fueron agolpando bajo el párpado, quizá por la furia retenida pensando en el puto imperialismo americano, la revolución que llegó fuera de hora, la que cortó la lengua y las manos del profeta, quizá porque he sabido que ya a partir de ahora los sentimientos nacen, crecen, se reproducen y se hacen más fuertes ...
El pecador llora, quizá Amanda recorra las calles por la nostalgia mojadas.

El Martín Pecador dice que en sus oraciones tienes un hueco.

fiorella dijo...

Vengo de lo de Malèfica y no sabès lo que me alegro de estar en este lugar tan acogedor,tus letras me encantan porque si algo me gusta es que me hagan mover neuronas y acà encontrè un lugar asì,movilizador.El post de hoy,bueno...Victor Jara,asesinado por la dictadura de Pinochet y ese Manuel de la canciòn es como una profecìa de el mismo,conmovedor.Me encantò lo que escribiste.Un beso montevideano.

BACCD dijo...

No puede ser, un final tan triste para alguien que, según el latín, se llama "aquella que debe ser amada".

Creo que Víctor Jara estaría más que orgulloso de este bello post.

¡Un beso muy grande y sin melancolía!

Antígona dijo...

Ay, K, no tuve yo la suerte de que en mi casa se escucharan cosas de ésas. A Silvio lo conocí bastante tarde y a Víctor Jara ni te cuento. Pero dicen eso de que nunca es tarde si la dicha es buena...

En cuanto a las dos interpretaciones, no sólo me parece que las dos son ciertas, sino que además la una se sigue de la otra. Los muerte de Manuel acaba trasladando la felicidad de Amanda al recuerdo de esos cinco minutos. Al menos si nos atenemos al dramatismo de la historia. Y, en general, ¿quién no atesora en su memoria momentos parecidos cuando trata de recopilar aquellos momentos de su vida en que fue verdaderamente feliz?

¡Un beso!

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Martín Pecador, la historia es dura, claro que sí. Es una historia de desfavorecidos, de injusticia, de pérdidas y de muertes. Uno nunca elige en qué circunstancias se enamora y hay momentos históricos en los que el amor parece abocado a acabar en tragedia. En una tragedia como ésta. Incontable el número de Amandas que habrá habido. Y estoy de acuerdo: los sentimientos nacen, crecen y se hacen más fuertes. O al menos los que algunas personas son capaces de suscitarnos. Pero también necesitan de nuestro propio cultivo para no morir o enrarecerse.

Espero que tus oraciones sean profundamente ateas ;)

¡Un beso!

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Gracias por tu visita y por tus palabras, Fiorella. Ponte cómoda. Aquí siempre hay sitio para nuevos visitantes.

Es cierto, la propia historia de Víctor Jara fue terrible, más terrible aún que la de Manuel. No debemos olvidar estas cosas.

¡Un beso!

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Caray, Dusch, qué precisión. ¿También le pegas al latín? Nunca dejas de sorprenderme :)

Gracias por lo que dices. Consideraremos este post como un pequeño homenaje a Víctor Jara.

¡Un beso enorme!

koolauleproso dijo...

¡Que canción más hermosa!. Tenía 8 años cuando el nefando traidor Pinochet consumó su crimen "shakespereano". Lastimosamente el felón murió en su cama, pero su inspirador Kissinger aún está vivo, que yo sepa. A pesar de sus muchos años, aún se le podría juzgar por crímenes contra la humanidad. Los que todavía niños presenciamos aquella atrocidad,todavía confiamos ingenuamente en que así sea.

koolauleproso dijo...

exceso de "todavías", Koolau. Ay, estos dedos

koolauleproso dijo...

existe también el "socorrido" aún, pot ejemplo.
Perdón por la corrección de "tikis-mikis".
No me soporto cuando cometo errores gramaticales o redundancias como esta

El veí de dalt dijo...

La conocí antes en la versión de Raimon en catalán Siempre hay cinco minutos eternos en nuestra vida. Hay que saberlos saborear por si no vuelven a repetirse.

Anónimo dijo...

Koolauleproso, te entiendo perfectamente. Tragedias, vidas rotas, muerte, asesinatos, hambruna, sangre, muerte, humillaciones y a ti, por un momento, te preocupa más el granito rojo que te ha salido en la nuca. Te advierto que tienes suerte: cuando te estés muriendo cualquier nimiedad te distraerá y todo esto que te ahorrarás. Unos segundos o minutos sustraídos a la conciencia de estar muriéndose... Ah, no sé si envidiarte.

Antígona dijo...

Koolauleproso, lamentablemente no siempre se hace justicia, y menos con estos poderosos que siempre saben soslayarla. Sólo que hay cosas que simplemente no se entienden. O yo al menos no quiero entenderlas, porque entenderlas significaría reconocer lo estúpidos, maleables y ciegos que podemos llegar a ser los seres humanos.

Y no me seas tan tiquismiquis, hombre, que la frase del todavía tampoco quedaba tan mal :)

¡Un beso!

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Veí, no conozco esa versión, pero trataré de buscarla por la red. No sé si es mucho pedir, pero espero que los minutos eternos de nuestra vida sean más de cinco. En cualquier caso, sean los que sean, dado que no se repiten como nada se repite, al menos nos queda su memoria y la intensidad de las emociones que ésta puede seguir provocando.

¡Un beso!

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Anónimo, tu comentario me parece francamente desafortunado y además por completo infundado.

MALEFICABOVARI dijo...

Si en cinco minutos se puede contener toda una vida...ufffff, qué dolor mas grande, y qué grande, cuando dices eso de que hay ausencias que no toleran zurcido alguno. Las grandes historias, siempre son semitragedias, es supongo lo que las hace sentidas y grandes, pero lo que mas me gusta, es su entrega, total y absoluta, y esa posesión que sólo aparece cuando es un amor de esos de los buenos y tremendos.
Preciosa canción, pero mas preciosa tú, describiendo sentimientos. Un besazo, te has salido, muñeca¡

Anónimo dijo...

(Antígona, hace siglos que quería preguntártelo: con tu comentario ¿pretendías rascarme la cabeza o arañármela?)

Margot dijo...

Una canción de infancia... al menos lo fue para mí. Y no puedo evitar que en mi cabeza se mezclen tanto su carácter reivindicativo como el significado que más tarde pudieron tener en mi vida esos "cinco minutos".

De todo me quedo con la estrofa de "te recuerdo, amanda". El resto surge solo, hasta los cinco minutos que a veces me parece el tiempo transcurrido.

Besazo de retorno!!!! morenos y sandungueros!

Antígona dijo...

Tienes toda la razón, Male, las grandes historias suelen ser semitragedias y acabar antes de tiempo, porque vete tú a saber si el amor de Amanda por Manuel hubiera seguido siendo el mismo cuando a éste le hubiera dado, tras años de matrimonio, por inflarse a cerveza y a irse con sus amigotes... ;)

Más allá de la broma, estoy contigo en que el amor se retrata mejor en estos momentos que tú llamas de entrega que en su cotidianidad. Por eso la canción es capaz de emocionarnos, porque se remite a uno de esos momentos en que los sentimientos aparecen en toda su pureza.

¡Un besazo, hermosa!

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Veo que te ha ido muy bien por las dunas, eh, Margot? :) Me alegro, también de tu vuelta.

Es verdad que de la canción no puede eliminarse el componente reivindicativo. Tal vez yo lo tuve al oírla por vez primera menos presente porque no me llegó de manos de Víctor Jara. Pero también ese componente es parte de la historia de amor. Como decía antes, siempre hay tiempos más difíciles para el amor y tal vez por eso en ellos éste acabe viviéndose con más intensidad.

También yo echo a veces la vista atrás y me parece que todo lo vivido no hubiera durado más que cinco minutos. Pero por suerte, cuando uno se para a recordar ciertas cosas y mira después el reloj, suele darse cuenta de que han pasado más de esos cinco minutos.

¡Un beso grande no muy moreno, pero también sandunguero ;)!