domingo, 23 de diciembre de 2007

Brindis navideño


- Papá, mamá, abuela, hermanos y hermanas, cuñados, cuñadas, niños... Ha llegado el momento de brindar y como siempre, me gustaría dedicaros antes unas palabras...

- Ay, cariño, mira que todos los años igual... ¡Que los niños hace rato que están impacientes por levantarse de la mesa y quieren irse a jugar!

- Anda, déjale, Teresa, que Luis siempre hace muy bien los brindis y a mí me hace mucha ilusión oírle. Si este hijo mío se tenía que haber metido a político, hubiera hecho una gran carrera...

- Venga, Luis, adelante. ¡Niños, un poco de silencio! Que vuestro tío Luis va a decir unas palabras y luego ya os podéis ir a jugar con los regalos.

- Ejem, ejem... Bueno, voy a ello. Como todos los años, nos hemos reunido aquí a celebrar todos juntos la Navidad. A sentirnos una vez más una familia unida. A manifestar el cariño que nos profesamos unos a otros y a desearnos paz y alegría... Sin embargo, quiero que sepáis que éste será el último año que la celebre con vosotros. Es más, que éste será el último año que celebre nada por estas fechas. Porque, decidme: ¿qué es lo que realmente hay que celebrar? Algo habría que celebrar si ninguno de nosotros hubiera acudido aquí con sus mejores galas y su mejor sonrisa postiza sólo porque no tiene más remedio que hacerlo. O si ninguno de nosotros hubiera estado echando pestes de los demás mientras venía de camino, tal y como Teresa y yo, y me consta que todos los demás también, hemos estado haciendo. Algo habría que celebrar si los regalos que acabamos de intercambiarnos no los hubiéramos comprado por pura obligación, tratando de gastar lo menos posible en el objeto más aparente, o incluso de no gastar absolutamente nada -me temo, Federico, y perdón por el inciso, que esta corbata que me has regalado es la misma que yo te compré hace tres Navidades-. O si no estuviéramos ya desde que aparecimos por la puerta muertos de aburrimiento y deseando largarnos lo antes posible a nuestras casas. Y, sobre todo, algo habría que celebrar si los buenos sentimientos que todos nos empeñamos en mostrarnos estos días fueran algo más que la máscara, más decorada y embellecida de lo habitual, tras la que se ocultan el odio, el desprecio, el rencor, o simplemente la indiferencia que realmente experimentamos los unos hacia los otros... Pero, en estas condiciones, me parece que no puede haber nada que celebrar. Sin existir verdadero afecto entre nosotros, es absurdo el tiempo que hemos invertido en buscar los regalos, en los malditos atascos de estas fechas, sufriendo las interminables colas en el supermercado... No siendo esta armoniosa reunión familiar más que una auténtica farsa, no tiene sentido que nos empachemos de langostinos, polvorores y champagne que harán que todos nos levantemos mañana resacosos y con ardor de estómago. Así que, si acaso, hoy sólo puedo brindar por una única cosa: por la mentira que ahora nos impulsa a alzar nuestras copas y que tan bien hemos sabido construir y mantener entre todos, año tras año, para que este día de Navidad no sea, sencillamente, un día cualquiera. Querida familia, ¿alguien quiere brindar conmigo?

Los comensales se levantan todos a la vez y hacen entrechocar sus copas, mientras se besan y se desean alegremente feliz navidad.

- Hijo, cada año te sale mejor el discurso navideño... Ay, pero qué rebien se expresa mi chico.

- Qué va, mamá, qué va... si este año, con todo el trabajo que tenía a última hora, los regalos de los niños, recoger el traje y todo eso apenas he tenido ni cinco minutos para prepararlo. A ver si el año que viene me lo tomo con un poco más de tiempo.

- No, no, hijo, que te ha salido muy bien, que te lo digo yo. Pero si a tu padre casi se le han saltado las lágrimas de emoción. ¿Verdad que sí, papá? Ven aquí que te dé un beso: ¡muá! Político tenías que haber sido, hijo, te lo digo yo, con esa labia que tienes. Y ahora ve a ayudar a tu cuñada a sacar los turrones, anda, que somos muchos y hay tantas bandejas...


Lo siento, queridos y queridas: detesto la navidad. Así que hoy no os diré eso de feliz navidad, pero sí os desearé felicidad. Por supuesto, no sólo para estos días, sino para todos los venideros. Y ahora os dejo. Tengo que ir a limpiarme los espumarajos que me salen por la boca.


21 comentarios:

Miss.Burton dijo...

Pues era uno de los míos... porque yo tb me pongo a escupir sapos en estas fiestas, te cuento, me encanta encontrarme con los míos... pero siempre hay alguna disputa que lo empaña todo, algún detalle que me pne triste, y sobre todo, el pensar que el hombre que quiero sería justo que se sentase a mi lado, y no lo está, sentado. Y disfruto de la noche, pero mi cabeza está desdoblada en dos sitios a la vez...
En cuanto a regalos, y demás estupideces.... nosotros pasamos. Eso en reyes, y un detalle, y punto. No he hecho una puta compra navideña, sólo el regalo para mi hija, que mañana le pondré a la noche, y ver su cara me traerá la felicidad esa que te contrae los músculos de la cara, y te hace llorar de felicidad.
Yo no es que odie estas fiestas, pero sí se que el sentido original está absolutamente perdido. Y es una pena. Por lo menos intento disfrutar de mi familia, que eso sí, no les veo tanto como quisiera, y en ese sentido la navidad es la excusa perfecta para disfrutarlos.
Entonces, expuesta tu teoría y tu opción, sólo me queda desearte felicidad, y punto. Y oye, que si uno no quiere navidad, es que ni se entera, te lo digo yo que paso de todo este festival temático.
UN BESAZO FUERTE, GUAPA, KEVINPATI, Y ANTÍGONA FOR PRESIDENT¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡

Margot dijo...

Jajajaja pues eso, que eso, querida Antígona...

Rizar el rizo de la impostura, de eso se trata estos días.

Y mi yo más ganso te manda un beso, ese ejerce todo el año así que está libre de sospechas navideñas, palabrita!!

Anónimo dijo...

Querida Antígona... unos no quieren, como tú... y otros no pueden... como todos esos en los que estás pensando...

Así, que permíteme que todos los que queremos y podemos, como yo, te deseemos muchísima felicidad en estos días y en los demás que vendrán con el nuevo año. Y hacer extensivo este deseo, por supuesto, a todos los colegas lectores de este fantástico blog.

Mil besos.

Arcángel Mirón dijo...

Entonces no te deseo feliz navidad, inteligente Antígona, sino una feliz vida, que ese deseo no me lo vas a despreciar.

:)

Apapachos (tenés que leer a Dolina, fijate si podés conseguir Crónicas del Ángel Gris, es mi libro de cabecera).

Antígona dijo...

Bueno, Delirium, parto de la base de que ése el discurso que le gustaría hacer a mucha gente esta noche o mañana, aun cuando en el fondo no estaría diciendo nada que los demás no supieran. Es decir, que si algo así llegara a ocurrir, seguro que alguien con voz cansada le decía: “Pero Luis, si eso ya lo sabemos todos. Anda, cállate ya y ponme otra copa de champagne”. Mucha gente asume la mentira y no tengo tan claro que eso no ejerza algún tipo de función positiva, es decir, que no sirva para algo. Pero pasar por el trago duele y hace daño.

Lo de comprar regalos por obligación forma parte del rito... ¡y es un auténtico coñazo!, sea en estas fechas, o sea en cumpleaños y demás. Hacéis bien en tu casa no regalando, niña, ¡eso que os ahorráis de mala leche y de energía tontamente empleada! Aunque lo de tu hija lo entiendo, claro que sí. Porque lo que he escrito es un tanto exagerado y no voy a negar que también en estas fechas se regalan cosas sinceramente. ¡Pese a que salir de compras es una tortura!

En fin, yo estas fiestas las soporto mal, por razones como las que contiene el post y otras muchas que mejor me ahorro para no seguir descargando mala leche, pero que son obvias para cualquiera.

Pásalo bien estos días, Delirium, si para ti es motivo de alegría reunirte con tu familia. ¡Y felicidad, sí, que a ti te hace mucha falta después de este añito! :)

El Kevin pa’ mí, pero el puesto de President -y a Noriega, ya lo sabes- te lo cedo gustosa. ¡Que tú sí que íbas a poner firme a todo el mundo, moza! ;)

¡Un gran beso!

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Ay, sí, Margot, eso es exactamente, impostura elevada a la máxima potencia... como si eso no generara más bilis de la deseada. No me extraña que luego la gente no haga bien la digestión y acabe empachada.

Riámonos un poco para combatirla, sí, que tampoco es cuestión de amargarse.

Y tranquila, que yo me dejo la mala leche fuera para mandarte este beso: ¡¡Muacks!!

Antígona dijo...

Carrascus, ya ves, al final no he podido resistirme... Pero no se trata de no querer, sino de que no le dejen a uno, que yo me puedo imaginar bastante bien de qué manera estas fiestas podrían ser mínimamente un motivo de alegría y sin embargo no pueden serlo... Pero para eso tendría que quitar demasiadas cosas de esas que no es posible quitar. En cuanto a los que no pueden por otros motivos mucho más lamentables, hoy la verdad es que prefiero no pensar en ello, que si no la mala leche irá en aumento...

Lo de la felicidad estos días, bueno, a ver si se opera algún milagro. Pero muchas gracias por los buenos deseos. Disfruta tú de los tuyos, Carrascus, que sé que para ti las navidades sí son motivo de alegría, y, sé todo lo feliz que puedas.

¡Muchos besos!

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Arcángel, claro que ese deseo no te lo voy a despreciar, mujer. Es además un deseo mucho más potente y generoso que el de feliz navidad. ¡Dónde va a parar! :)

Buscaré el libro de Dolina, gracias por la recomendación, que seguro que viniendo de ti es buena. ¡Pero cuando se acabe esta fiebre consumista navideña! :P

¡Feliz vida a ti también, Arcángel, y un gran beso!

Antígona dijo...

Bueno, queridos y queridas, a todos y a todas, pasadlo cada cual lo mejor que podáis u os permitan y no os empachéis demasiado esta noche ni mañana. ¡Que luego duele la tripita!

Lo único que me consuela es que mañana por la tarde lo peor habrá pasado. ¡Qué bien!

Un besazo enorme a todos: ¡¡¡¡MUACKSSSSS!!!!

juan rafael dijo...

Es un honor que te dejen hacer un brindis. La mayoria solemos rehusar si nos lo piden. Este brindis versión jefe de empresa también hubiera sido la caña.
Besos.

c.e.t.i.n.a. dijo...

Odio tanto estas fechas y a todos los que las celebran que no me apetece ni redactar un texto mínimamente presentable, prefiero sacar mi vena punk:

¡Puta Navidad!
¡Puta Navidad!
¡Puta Navidad!
¡Puta Navidad!
¡Puta Navidad!
¡Puta Navidad!
¡Puta Navidad!
¡Puta Navidad!

Yo hago como que no existe la Navidad. Cada año me cuesta una bronca con la familia, pero ya se acostumbrarán.

Ah, y de Reyes Magos nada, que soy republicano.

Buena salida de año y mejor entrada

El Secretario dijo...

Hola Antígona.

A mí lo que me cabrea de estas fechas es la superabundancia.

La superabundancia de anuncios alusivos, de programas alusivos, de alumbrados y adornos alusivos.

Siempre queda refugiarse en un libro no-alusivo. Y es lo que suelo hacer...

Pero tengo tres niños tres.

Y algo de navidad tengo que vivir, lo mínimo, lo justito.
Y eso que hace dos meses murió mi madre.
Y eso que hace un año y unos días murió mi hermana.

.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.

Y lo de ese discurso, me parece genial. Si todos pudiésemos decir lo que en realidad pensamos...

Una vez lo hice, en una reunión familiar. Se trataba de alambrar una finca. Todos estaban de acuerdo, menos yo. No me gustan los alambres...
Y lo dije. Uno de los más jóvenes ante veintitantas personas.
Me pidieron mi razón y dije que porque no me salía de los c...

Y punto. No sabes lo bien que me quedé.
No se alambró.

Bueno, me salí un poco del asunto.

¡Ah! ¿Sabes que pusimos el día de Navidad del año pasado para almorzar? Huevos fritos con patatas.

Abrazo desalambrado.

Mityu dijo...

No me salen a mí espumarajos, Antígona. Sólo tristeza. Por debajo de las luces, la opulencia y el gasto desmedido hay un aprovechamiento de las muchas gentes, muchas, que necesitan vivir con la esperanza de ese espíritu que otros muchos se han empeñado en ahogar con sus amarguras, con sus egoísmos, con sus mentes capitalistas.

Pero todo eso no son más que sandeces de palabrería barata, a las que hay que afrontar una lucha como se debe, en lugar de enfurruñarse.

Lo que sí no depende de ningún sistema es la naturaleza del ser humano, que hace de las familias como las que has descrito, un retrato real de la Navidad.

Como siempre, siempre, mi admiración por ti, Antígona.

Y un beso¡ :P

NoSurrender dijo...

Ah, no hay nada como el calor de la hipocresía, doctora Antígona! Desde luego, los seres humanos tenemos una salud mental extraña. Es un milagro que esa frágil capa de amor de villancico contenga todos los sentimientos de soledad y aislamiento que esta fiestas procuran en cualquier cabeza normal

Anoche, cuando volvía yo de mi akelarre navideño particular, algún canal de televisión emitía La vida de Brian, me pareció una buena idea para estas fechas. Una isla de ironía en medio de un mar de ondas radioeléctricas saturadas de burbujas con sonrisas, colonias con sonrisas, árboles con sonrisas y corbatas de Federico con sonrisas.

Bueno, ya estamos pasando la primera fase de estas fiestas. La segunda, la pagana, se me presenta mucho mejor.

Besos, doctora Antígona!

Marc dijo...

Bueno, bueno....

No seré yo quién os diga que la navidad no es lo peor del mundo;), pero en mi caso particular como las vivo con mucha, mucha moderación y en un círculo muy reducido no se me hacen especialmente duras.

Lo que veo alrededor, por otra parte, de consumismo y farsa, lo veo el resto del año, eso sí, sin tanta lucecita y colorín, por lo que me parece hasta lógico lo de estas fechas.

En fin, no voy a insistir más en el tema para no amargarte más las fiestas.
Simplemente quiero desearte que seas muy feliz hoy y siempre... Y con muchos besos, por supuesto:P

koolauleproso dijo...

Compruebo que no soy el único que detesta estas fechas.
Con satisfacción.
Aunque no es lo que se palpa al salir a la calle.
Inundada de lucecitas, y mareas humanas consumiendo, que es de lo que se trata.
Y una banda sonora de horribles villancicos.
Me uno al comentario "punk" de c.e.t.i.n.a
Poco más tengo que añadir.

Besos "navideños"

Antígona dijo...

Bueno, ¡¡¡SE ACABÓ!!! Al menos la peor parte, menos mal. Eso sí, la digestión de todo lo que he tenido que comer entre ayer y hoy me va a durar por lo menos tres días... Qué orgía grastronómica la de estas fechas, joder, otra de las cosas que me ponen enferma, metafórica y literalmente. Pero dejo de soltar mala baba y paso a responderos, que en el fondo estoy contenta, pese a este sopor, de haber sobrevivido un año más a las navidades...

Juan Rafael, más que la versión del jefe de la empresa, yo hubiera preferido la versión de uno de los empleados en la comida de la empresa... Ésa sí que hubiera sido, como dices, la caña. En el supermercado de al lado de mi casa los cajeros tienen que llevar esos ridículos gorritos de Papa Noel desde hace un par de semanas y escuchar villancicos a todo trapo durante toda su jornada laboral. Por no hablar de las aglomeraciones que sufren, la sobrecarga de trabajo, las horas extra no remuneradas, las exigencias de los clientes -y lo sé de buena tinta porque un familiar mío muy cercano trabaja en un supermercado-. Sapos y culebras es lo que soltarían algunos en estas reuniones obligadas que se supone -y es mucho suponer- deben favorecer la existencia de un buen ambiente entre los empleados...

¡Un beso!

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Tu vena punk, C.E.T.I.N.A., me parece mucho más apropiada para estas fechas que cualquier otro texto. En cuanto compongas la música me la pasas y la cantamos juntos :)

Por cierto, te paso un link sobre cómo vivir la navidad de otra manera que creo que encajará perfectamente con tu vena punk:

http://cuentameuncuento.blogspot.com/2006/
12/espritu-antinavideo.html

Uno de los consejos que aquí dan va referido precisamente a los Reyes Magos: “Proclama la Republica en tu belén. Fabrícate una guillotina con el cuchillo de cortar jamón (al precio que va el jamón, para otra cosa ya no sirve) y decapita cada dia a un Rey Mago. O bien organiza un peloton de ejecucion con los muñecos Power Rangers de moda. Confisca las ovejas a los pastores y despluma al ángel. Construye iglesias y despues quémalas”.

Valiente decisión la tuya, bronca familiar incluida. A mí me encantaría hacer lo mismo, pero... ay, las cuestiones de familia son siempre complejas, muy complejas.

Mi salida y entrada de año serán estupendas, estoy segura. Lo mismo te deseo a ti también.

¡Un beso!

Antígona dijo...

Hola, Secretario. Son muchos los motivos cabreantes de estas fechas, sí, y el de la superabundancia no es el menor. ¡Dímelo a mí, que de estas comilonas voy a tardar tres días en recuperarme! El tema consumo se transforma en una auténtica locura, hasta el punto de que uno tendría que encerrarse en su casa sin televisión ni radio para poder sustraerse a todo ello. O mejor, ¡irse a una isla desierta! Hay algo verdaderamente obsceno en el derroche de estos días, en la venta abusiva de felicidad impostada que pasa por consumir champagne, perfumes, mariscos...

La familia es, a mi juicio, al menos en esta primera parte de las fiestas, el fundamento de todo ello. No voy a decir, por supuesto, que todas las situaciones familiares sean como las de la escena del post. Pero hoy en comido en un restaurante y te aseguro que a mi alrededor predominaban las caras serias, de aburrimiento, de interés fingido por la conversación que se sostenía en la mesa, de incomodidad y ganas de salir huyendo. Y no me extraña. Un día tengo que escribir un post sobre ese genial libro de García Calvo titulado “Familia: la idea y los sentimientos” donde se explica cómo los sentimientos amorosos en el seno familiar sólo pueden acabar convirtiéndose en ideas de esos sentimientos, y las ideas en dinero, dado que el verdadero sentido de la Familia estribaría, para García Calvo, en ser una célula económica para la constitución del Individuo como unidad de gasto que sustenta la existencia del Estado.

Espero que tus niños, al menos, lo hayan pasado bien y tú con ellos.

Y la idea de los huevos fritos con patatas, ¡me parece genial! :)

¡Un abrazo sin parapetos!

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Creo que entiendo lo que quieres decir, Mityu, pero a mí, personalmente, ese espíritu navideño me resulta bastante ajeno. Quiero decir, que el espíritu navideño es la representación de ciertos valores que no tienen por qué buscarse o hacerse prevalecer a fecha fija, sino en el día a día. Comprendo que las fiestas, las celebraciones, tienen su sentido. Pero me quedo antes con las que uno es capaz de inventarse, de proponer, rodeándose de la gente con la que verdaderamente quiere compartir algo. Y esa gente no tiene por qué coincidir, necesariamente, con la familia, donde el cariño puede acabar fácilmente ahogado por todas las obligaciones, las falsedades, las mentiras, que la propia idea de la familia implica.

Yo me siento impotente para luchar contra todo lo que sucede en estos días. Lo único que puedo hacer es tratar de participar lo menos posible, y aun así, parece misión imposible no hacerlo, cuando las personas que te son más cercanas albergan cierta ilusión en participar.

Y no me digas esas cosas que me pongo colorá, mujer ;)

¡Un gran beso, Mityu!

Antígona dijo...

En efecto, doctor Lagarto, es verdadera hipocresía y fingimiento lo que sobresale en estos días. Pero dudo mucho que nuestra salud mental no salga de algún modo dañada de todo ello. Porque todos somos conscientes de la mentira y diría que a todos nos genera cierto grado de sufrimiento que no dejamos de sentir pero que, pensamos, no tenemos más remedio que asumir. Si no explotamos es porque estamos acostumbrados a acatar, a obedecer. Porque ya llevamos detrás un largo proceso de domesticación y disciplina que nos constituye como una segunda naturaleza. A nadie le apetece levantarse en plena noche para ir a trabajar y sin embargo lo hacemos. A nadie le apetece desearle feliz navidad al hermano o al cuñado al que odia y también lo hacemos. Y estoy totalmente de acuerdo con usted en relación a los sentimientos de soledad y aislamiento: eso es precisamente lo que se siente cuando uno se encuentra encerrado en una mentira que desearía decir y no puede.

“La vida de Brian” es una película genial, sí. Yo vi anoche “El guateque” de Blake Edwards. Y por lo menos pude reírme un rato y olvidarme de lo que me esperaba el día de hoy. Sería estupendo contar con algún Peter Sellers para boicotear una comida navideña :)

Yo también estoy contenta con que esta primera fase haya pasado.Y la segunda, será muy diferente y en ella la alegría la tengo garantizada.

¡Un beso, doctor Lagarto!

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Mi círculo familiar, Marc, poco tiene que ver actualmente con la familia que aparece en el post y en el fondo no debería quejarme. Pero lo de la moderación, ays, lo veo realmente difícil cuando todo el mundo se empeña en ser inmoderado.

Tienes razón en que esta farsa sólo es una exacerbación de lo que se vive el resto del año. Pero al menos en ese resto del año se puede poner mala cara, mientras que en estas fechas uno parece obligado a sonreír y a ser feliz. ¡Y eso es lo que más me repatea!

Tranquilo, lo peor ya ha pasado, así que espero que ya no haya más motivos de amargura. Gracias por tus buenos deseos y sé tú también feliz, en estas fechas y más allá de ellas. Y los besos, ¡que no falten, claro!: ¡Muacks! :)

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Koolau, alegrémonos, que, como le acabo de decir a Marc, lo peor ya ha pasado. Puede que en los adornos navideños, en las lucecitas no se palpe ese malestar. Pero yo por la calle veo mucho rostro cansado e irritado y mucha sonrisa forzada. Creo que somos muchos más de lo que podría pensarse los que no nos sentimos a gusto en estas fechas. Y aunque es verdad eso de que mal de muchos, consuelo de tontos, será que soy tonta y compartir ese malestar no deja de aliviarme.

¡Besos antinavideños ;)!

AnA dijo...

Anti mi dulce y espumosa Antígona me sumo a la liga antinavideña pero como nuestra común amiga Delirium viene a resaltar, los niños imponen el calendario y para las mamás la fiesta se nos convierte en un avatar, mejor dicho en un escapulario que nos identifica con esta penitencia que, como siempre, sólo tú puedes narrar mejor.
Un beso guapísima y mucha Felicidad ahora y siempre!

Déjà vie dijo...

felices fiestas, guapa.

Antígona dijo...

Ya sabía yo, mi querida Anita, que tú estarías de nuestro lado ;)

Penitencia, sí, pero ¿tanto hemos pecado?

Y no te me vayas a ahogar con el escapulario, Anita, ¡ni tan siquiera por los niños!

Siempre una alegría verte por aquí :)

Mucha felicidad, claro que sí, ¡y un beso grande grande!

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¡Felices lo que sea, Déjà vie!

¡Un beso!

Tako dijo...

Tengo que hacer una encuesta un día de estos... debo ser de los pocos a los que le parece bien la Navidad.

Bueno aunque, es un secreto, en verdad ne gusta para llevar la contraria :P