"Las fantasías tienen que ser poco realistas. Porque en el momento, en el instante en que consigues lo que buscabas, ya no lo quieres. No puedes quererlo. Para que el deseo pueda seguir existiendo, necesita que sus objetos estén permanentemente ausentes. No es eso lo que deseas, sino la fantasía de eso. O esa, que el deseo se sustenta sobre fantasías utópicas.
A eso se refiere Pascal cuando dice que sólo somos verdaderamente felices cuando soñamos con la futura felicidad. Y también al decir que "la cacería es más dulce que lo cazado" o "ten cuidado con lo que deseas". No por conseguirlo, sino porque estás condenado a no quererlo en cuanto lo consigas.
Así que la lección de Lacan es que vivir acorde con tus deseos no te hará feliz. Ser enteramente humano significa esforzarte por vivir de acuerdo con ideas e ideales. Y no evaluar tu vida por lo que hayas obtenido en lo que respecta a tus deseos, sino por aquellos momentos de integridad, de compasión, de racionalidad... incluso de abnegación. Porque, a la larga, la única manera de evaluar la relevancia de nuestra vida es valorando la vida de otros".
Esta es la interpretación, tal vez un tanto sui generis, que David Gale (Kevin Spacey), profesor de filosofía de la Universidad de Houston, hace a sus alumnos de las teorías del deseo y la felicidad de Lacan al comienzo de la película de Alan Parker "La vida de David Gale" (2003). No cabe duda de que se trata de un discurso un tanto complejo para la gran pantalla. Pero en los últimos minutos de la cinta descubrimos que su aparición, lejos de ser gratuita, anticipa con pleno sentido su final: aun sin saberlo, Gale está ya entonces relatándonos lo que acabará siendo su propia vida. Una vida cuyo valor habrá de constituirse a partir de una decisión solamente comprensible desde la perspectiva del significado que habrá de cobrar para sus semejantes. De lo que Gale, valorando sus vidas, tratará de decirles con la suya propia.
No voy, por supuesto, a contaros ese final, porque entonces os revelaría la clave que sostiene la intriga de toda la trama de la película: Gale, activista de una asociación que lucha por la abolición de la pena de muerte, se encuentra, paradojas del destino, a cuatro días vista de su propia ejecución, acusado de violación y asesinato. Sus abogados se han puesto en contacto con la periodista Elisabeth Bloom (Kate Winslet), encargada de realizarle una entrevista que hasta entonces siempre se había negado a conceder. En ella, Gale tratará de convencerle de su inocencia.
Este film de Alan Parker es, a mi juicio, además de una excelente película, un inteligente alegato contra la pena de muerte que incide no sólo sobre su inmoralidad o falta de efectividad como método disuasorio para la evitación del crimen, sino también en la injusticia que rodea a su aplicación efectiva: es de sobra conocido que los corredores de la muerte están llenos de individuos marginados, por lo general negros o de origen hispano, incapaces de costearse los gastos de un buen abogado; es de sobra conocido que el sistema judicial americano ha condenado a la inyección letal a personas cuya culpabilidad era como mínimo dudosa. Me gustaría pensar que en algo ha contribuido Alan Parker a la reciente abolición de la pena de muerte en el Estado de Nueva Jersey.
Sin embargo, más allá de recomendaros vivamente esta película a los que aún no la hayáis visto, lo que hoy me ha motivado a escribir este post es ese discurso de Gale a sus alumnos que os he transcrito al comienzo. La dinámica del deseo que en él se expone me parece tan lúcida como acertada: un deseo satisfecho es un deseo muerto, y sólo un nuevo punto de partida para el nacimiento de posteriores deseos cuya satisfacción habrá de dar comienzo otra vez a la imparable maquinaria de producción y muerte del deseo. ¿Estaría entonces Gale proclamando, de la mano de Lacan, que ser feliz exige renunciar a todo deseo? No lo creo. Más bien, diría que ese esforzarse por vivir conforme a ideas e ideales al que Gale alude, esos momentos de integridad, racionalidad o abnegación que según él darán sentido a nuestra vida, fundamentan precisamente aquella otra clase de deseos que nunca se agotan por ser sus objetos inalcanzables.
Y tampoco creo que Gale esté hablando únicamente de deseos utópicos alejados de nuestra realidad más cotidiana, tales como acabar con la injusticia en el mundo, la pobreza o abolir la pena de muerte. Hacer felices a quienes amamos, aprender a vivir en armonía con nosotros mismos y con quienes nos rodean, son, entre muchos otros, deseos cuya satisfacción implica una tarea nunca acabada que habrá de durar el tiempo que dure nuestra propia vida. Deseos, por tanto, cuyo cumplimiento pleno sólo podrán evaluar quienes nos sobrevivan y recuerden. Porque, mientras estemos vivos, siempre habremos de seguir esforzándonos por alcanzarlos.
¿No os parece?
A eso se refiere Pascal cuando dice que sólo somos verdaderamente felices cuando soñamos con la futura felicidad. Y también al decir que "la cacería es más dulce que lo cazado" o "ten cuidado con lo que deseas". No por conseguirlo, sino porque estás condenado a no quererlo en cuanto lo consigas.
Así que la lección de Lacan es que vivir acorde con tus deseos no te hará feliz. Ser enteramente humano significa esforzarte por vivir de acuerdo con ideas e ideales. Y no evaluar tu vida por lo que hayas obtenido en lo que respecta a tus deseos, sino por aquellos momentos de integridad, de compasión, de racionalidad... incluso de abnegación. Porque, a la larga, la única manera de evaluar la relevancia de nuestra vida es valorando la vida de otros".
Esta es la interpretación, tal vez un tanto sui generis, que David Gale (Kevin Spacey), profesor de filosofía de la Universidad de Houston, hace a sus alumnos de las teorías del deseo y la felicidad de Lacan al comienzo de la película de Alan Parker "La vida de David Gale" (2003). No cabe duda de que se trata de un discurso un tanto complejo para la gran pantalla. Pero en los últimos minutos de la cinta descubrimos que su aparición, lejos de ser gratuita, anticipa con pleno sentido su final: aun sin saberlo, Gale está ya entonces relatándonos lo que acabará siendo su propia vida. Una vida cuyo valor habrá de constituirse a partir de una decisión solamente comprensible desde la perspectiva del significado que habrá de cobrar para sus semejantes. De lo que Gale, valorando sus vidas, tratará de decirles con la suya propia.
No voy, por supuesto, a contaros ese final, porque entonces os revelaría la clave que sostiene la intriga de toda la trama de la película: Gale, activista de una asociación que lucha por la abolición de la pena de muerte, se encuentra, paradojas del destino, a cuatro días vista de su propia ejecución, acusado de violación y asesinato. Sus abogados se han puesto en contacto con la periodista Elisabeth Bloom (Kate Winslet), encargada de realizarle una entrevista que hasta entonces siempre se había negado a conceder. En ella, Gale tratará de convencerle de su inocencia.
Este film de Alan Parker es, a mi juicio, además de una excelente película, un inteligente alegato contra la pena de muerte que incide no sólo sobre su inmoralidad o falta de efectividad como método disuasorio para la evitación del crimen, sino también en la injusticia que rodea a su aplicación efectiva: es de sobra conocido que los corredores de la muerte están llenos de individuos marginados, por lo general negros o de origen hispano, incapaces de costearse los gastos de un buen abogado; es de sobra conocido que el sistema judicial americano ha condenado a la inyección letal a personas cuya culpabilidad era como mínimo dudosa. Me gustaría pensar que en algo ha contribuido Alan Parker a la reciente abolición de la pena de muerte en el Estado de Nueva Jersey.
Sin embargo, más allá de recomendaros vivamente esta película a los que aún no la hayáis visto, lo que hoy me ha motivado a escribir este post es ese discurso de Gale a sus alumnos que os he transcrito al comienzo. La dinámica del deseo que en él se expone me parece tan lúcida como acertada: un deseo satisfecho es un deseo muerto, y sólo un nuevo punto de partida para el nacimiento de posteriores deseos cuya satisfacción habrá de dar comienzo otra vez a la imparable maquinaria de producción y muerte del deseo. ¿Estaría entonces Gale proclamando, de la mano de Lacan, que ser feliz exige renunciar a todo deseo? No lo creo. Más bien, diría que ese esforzarse por vivir conforme a ideas e ideales al que Gale alude, esos momentos de integridad, racionalidad o abnegación que según él darán sentido a nuestra vida, fundamentan precisamente aquella otra clase de deseos que nunca se agotan por ser sus objetos inalcanzables.
Y tampoco creo que Gale esté hablando únicamente de deseos utópicos alejados de nuestra realidad más cotidiana, tales como acabar con la injusticia en el mundo, la pobreza o abolir la pena de muerte. Hacer felices a quienes amamos, aprender a vivir en armonía con nosotros mismos y con quienes nos rodean, son, entre muchos otros, deseos cuya satisfacción implica una tarea nunca acabada que habrá de durar el tiempo que dure nuestra propia vida. Deseos, por tanto, cuyo cumplimiento pleno sólo podrán evaluar quienes nos sobrevivan y recuerden. Porque, mientras estemos vivos, siempre habremos de seguir esforzándonos por alcanzarlos.
¿No os parece?
36 comentarios:
La trampa del deseo es ésa: hacernos andar. Obligarnos a movernos.
Qué gran película.
:)
Pues arcángel mirón tiene razón.
Pero mira, que yo estoy un poco cansada del trimestre, y nada más entrar a leerte he visto a Kevin y he pensado...
Sí, te lo digo. He pensado que mientras tú vas respondiendo a tu respetable público, me vayas pasando a Kevin, que voy jodiéndome otro deseo.
No los vamos a dejar todos en suspenso, no??
ESE PA MÍ!!!
Y creo que no hace falta renunciar a conseguirlo... sólo ser realista y saber que es un sueño que nos permite fabular, fantasear, hacernos pelis... si pudiéramos conseguirlo todo, qué gracia tendría la vida? Qué sería de nosotros sin una breve sensación de fracaso, de impotencia? Pequeñas dosis, pero imprescindibles, como imprescindible es que haya noche para saber cuándo es de día.
Digo yo, vamos...
Y que no se me olvida: Mr. Spacey, pa mí!!
Beso!!
"Cuidado con lo que deseas, porque puede que llegue a cumplirse". Esta frase la oí de labios de un adolescente, y pensé que encerraba todo el secreto de esta vida que nos toca. Sería entonces viable pensar que la vida perfecta es esa en la que se desean muchas cosas, en las que nos acercamos peligrosamente y ansiosamente a esas cosas, y que finalmente, no alcanzamos a tenerlas, pero en el camino, recorremos otros senderos que sí nos dan respuestas y consuelo, y perspectivas interesantes para seguir añadiendo sueños a la lista.
Yo una vez deseé algo con todas mis fuerzas, y nunca llegué a tenerlo. Es por eso que no ceso en mi empeño de conseguirlo, y es también por eso, porque vivo feliz sabiendo que mi historia no se finiquitará como las demás, y todo será un círculo vicioso, nunca mejor dicho, en el que doy, me dan un poco, se retiran, me dejan con mas deseo que el de antes, vuelven, apagan un poco las ganas, se van, empieza otra vez la función...
Realmente, he llegado a considerar estos días esta idea, la de que persigo un imposible porque si fuera factible, sería un aburrimiento. Y creo que es así. Y creo que de eso iba el discurso...
Veré la peli, te lo prometo. Y también te prometo seguir deseando cosas que no lleguen nunca, porque ya te digo, que en ese camino, forjamos ideas muy ricas, evolucionamos, y finalmente, volvemos al punto de partida con mas fuerza, y mas tablas. Que servirán... para no darse la hostia tan fuerte, supongo.
Un besazo, Antígona, me ha encantado este post, me ha encantado¡
No lo veo como una trampa, Arcángel, sino como una bendición: el deseo es lo que nos mantiene con vida. La cuestión es discernir entre los deseos que nos abocarán al vacío, y los deseos que podrán, tal vez, hacernos felices en la persecución de su cumplimiento.
La película es estupenda, claro que sí. Me alegro de que a ti también te gustara, porque mirando por internet vi que las críticas de ciertos sectores no eran precisamente buenas.
¡Un beso!
---------
¿¿¿PA TI Y SÓLO PA TI, un árbol??? Niña, ¡qué posesiva! :P
Bueno, va, te lo cedo si me lo dejas de cuando en cuando un ratito ;)
Deseos como ése son en el fondo inocuos. Nos invitan a fantasear, a fabular, como dices, pero no son de los que nos mueven a actuar. Cuando hablaba de deseos inalcanzables quería más bien referirme a esos que, por el contrario, nos tienen constantemente en marcha, justamente porque no se agotan, justamente porque nunca terminamos de alcanzarlos del todo. Como, por ejemplo, cuando queremos de verdad a alguien. El síntoma de que no queremos a una persona o de que no podemos quererla es que una vez conquistada, la persona pierde valor para nosotros. Como dice Gale, una vez conseguida, ya no podemos quererla junto a nosotros. Pero si se ama de verdad, entonces el deseo de amar no se agota una vez la hemos alcanzado. Precisamente porque cada día representa un nuevo reto, una reconquista. Hemos alcanzado el objeto deseado, sí, pero sólo en parte. Y por ello la tarea de alcanzarla, al menos mientras amemos, no se acaba nunca.
Uy, qué románticona estoy hoy :P
De todos modos, estoy contigo en que los fracasos nos ayudan mejor a valorar los éxitos. Si todo nos fuera de antemano alcanzable, perderíamos inmediatamente el interés por conseguir nada, me temo. Complejillos que somos, tú.
Y trátame bien a Mr. Spacey, eh? :)
¡Besazo, guapa!
Ay, Delirium, entiendo perfectamente lo que dices, pero entre los deseos, también los hay peligrosos, porque nos entretienen y nos desvían de la búsqueda de aquello que más felices podría hacernos. A veces nos empeñamos en alcanzar un objeto sólo porque cuando creemos estar a punto de conseguirlo nos lo quitan, porque nos esquiva, porque se nos aparece de repente como alcanzable y luego nos lo esconden. Con los niños se observa muy bien este juego: captamos su atención con algo y lo retiramos rápidamente. Y el niño apenas ha visto qué era ese algo, pero le atribuye una valor precisamente porque le impedimos tenerlo. Nos quedamos fácilmente prendidos de este tipo de juegos, que nos ciegan a la hora de reflexionar hasta qué punto la intensidad de nuestro deseo es coherente con el valor del objeto perseguido. Y pienso que sólo cuando el objeto tiene un verdadero valor puede el deseo aunarse con esos ideales de los que habla Gale citando a Lacan.
No es fácil discriminar entre los deseos, porque en algunos la inalcanzabilidad de su objeto es sólo una apariencia, un fallo de percepción, inducido por otros o por nosotros mismos. En ese caso, perseguirlos puede convertirse en una auténtica pérdida de tiempo que, además, a la larga, acaba haciéndonos sufrir.
Me gusta, no obstante, esa idea que planteas de que en la trayectoria trazada para conseguir algo inalcanzable van apareciendo otras cosas con las que no contábamos y que contribuyen a enriquecernos y a hacernos crecer. De hostias, caray, mejor nos nos demos ninguna, por favor, y si tiene que ser así, mejor con paracaídas que amortigüen el golpe ;)
Estoy segura de que la peli te gustará, ya lo verás. Y como sugería un árbol, sólo por la presencia de Kevin Spacey ya vale la pena. Pero no te lo pidas tú también, eh?, que si no ya somos tres a repartir y tocamos a menos :P
¡Besos enormes, guapa!
El deseo es sin objeto, es el ABC del psicoanálisis, justamente se mantiene porque no tiene objeto. La gracia es aprender a vivir con esta imposibilidad de satisfacción total (porque sí la hay de forma parcial). El camino del bienestar lacaniano -para llamarlo de alguna manera- es desandar las sendas de las identificaciones para poder así encontrarnos con nuestro deseo: es un camino, hay que andar, se trata de movimiento, de búsqueda constante...encontrarse con la falta es lo que posibilita aceptarnos.
saludos
Claro, Antígona, no decía "trampa" como algo malo.
Pues yo, en realidad, creo que discrepo un poco del discurso de Gale. Sobre todo de esa parte en la que dice que para que el deseo pueda seguir existiendo, el hombre necesita que sus objetos estén permanentemente ausentes.
Sin embargo, el deseo surge cuando tenemos algún sentimiento que no está satisfecho, por lo tanto sería contradictorio tener ese sentimiento siempre insatisfecho. Lo que necesitamos es satisfacerlo. Ya habrá momento para que surja otro sentimiento que implique otro deseo. Y no otro deseo que se sustente sobre alguna fantasía utópica, sino sobre algo que nos atraiga y que nos haga felices poseer, o satisfacer.
Dice también que vivir acorde con tus deseos no te hará feliz... bien, con eso sí estoy de acuerdo; pero justamente por lo opuesto que él mantiene. Él dice que no nos hará felices porque lo bueno es que nunca los consigamos y siempre vivamos intentando llegar a cumplirlos. Y yo creo que solo seremos felices y plenos en función de la cantidad de deseos que hayamos conseguido cumplir, porque eso significará que más satisfechos estamos.
Tu frase final, amiga Antígona, sobre que mientras estemos vivos siempre habremos de seeguir esforzándonos por alcanzar nuestros deseos, me parece apropiada... pero con un importante matiz: que siempre sean deseos nuevos y no la búsqueda durante toda la vida de los mismos deseos por cumplir.
Pues no sé qué decirte acerca de los deseos..., que yo prefiero alcanzarlos a que se me queden pendientes. Quizás no te llenen tanto una vez conseguidos cuando resultan fáciles o rápidos de alcanzar, pero es maravilloso llegar a ellos.
Entiendo que lo que quiere decir es que no hay que obsesionarse y que mientras se llega hay que ir disfrutando por el camino.
además no hay ningún problema porque se cumplan, siempre surge otro nuevo.
Me parece, antígona, me parece...
A mí es que me gustan los deseos pero los altos que vuelan y con calidad. Esos, me parece, nunca se me acabarán y son los que tú mencionas.
Que hay deseos y deseos, como en botica y si un deseo es profundo... al menos te llevará su tiempo cansarte, que me digo yo. Qué tal el resto de la vida?
Has tocado un tema complicado viviendo como vivimos en la era del deseo: el fácil, el más tonto todavía, el satisfago y me canso y a otra cosa mariposa...
Ya y yo soy una antigua pero me encanta, qué coño!!
Besos encantados.
(Y el Spacey me pone, cómo me pone, pero ese es otro deseo más bien insustancial pero deseo al fin y al cabo, jeje)
Oh, doctora Antígona, ¡cómo disfruté viendo esa película! Su decidida ocultación de la evolución de la trama deja de lado ciertas connotaciones en ese texto de Lacan, pero me encanta como lo ha dirigido usted.
Iba a citar a Eduard Punset cuando dice aquello de “la felicidad es la antesala de la felicidad”. Pero de pronto recordé que el cientificista no es precisamente santo de su devoción. Y yo, doctora Antígona, no quisiera que cayera sobre mí toda la cólera de Aquiles ;)
Hacemos camino al andar, sólo existe esa estela en la mar. Así que somos nosotros solos los que decidimos nuestros horizontes. Y estos horizontes, sean más o menos lejanos (utópicos), tienen que cumplir la función básica que todo horizonte debe tener: permanecer visible, cierto, definido y distante.
En realidad Lacan es muy springstiniano, por raro que parezca, debería ir usted a algún concierto. Un beso, doctora Antígona!
Horacio, mis conocimientos de psicoanálisis son bastante rudimentarios, mucho más los de las teorías de Lacan, pero veo por lo que dices que el discurso de Gale no iba desencaminado en cuanto a su adscripción a éste de su contenido, aun cuando lo exprese de manera diferente.
Lo que señalas de que sí hay una satisfacción parcial pero nunca total es exactamente lo que quería decir en relación a esos deseos fundidos con ideales que nunca terminan de alcanzarse. Todo sería tal vez demasiado frustrante si no hubiera esa parte de satisfacción, porque lo que nos parece absolutamente inalcanzable sería más bien fuente de desinterés o desesperación.
Me resulta muy interesante lo de desandar las sendas de las identificaciones. Son demasiadas las que nos caen encima una vez aterrizamos en este mundo, demasiados esos deseos advenidos que incluso, me figuro, pretenden hacer prescindible esa búsqueda del propio deseo o impiden el descubrimiento de que ahí se encuentra el camino a seguir.
Muchas gracias por tu aportación, Horacio. Siempre es útil tener expertos a mano ;)
Y, por supuesto, bienvenido a este blog.
¡Un beso!
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Todo aclarado, Arcángel, todo aclarado :)
¡Otro beso!
Creo, Carrascus, que tal vez la cuestión sea que lo que Gale plantea es demasiado complejo como para resumirlo en unas pocas líneas. Entiendo, como decía Horacio, que la permanencia de esa ausencia se refiere a la satisfacción total, absoluta del deseo. Y es evidente para mí que hay deseos para todos muy cercanos, como los que he señalado en el post, cuya satisfacción absoluta sólo podría darse con nuestra propia muerte. No puedo dejar de estar de acuerdo con Gale, y con Lacan, en que la satisfacción total de un deseo implica su cese automático, del mismo modo que cuando uno tiene hambre y come ya no desea comer más. El ejemplo que pongo no es probablemente el más acertado, porque la sensación de hambre siempre renace de nuevo. Pero hay deseos que nunca se repiten una vez satisfechos, o que a fuerza de repetirlos acaban desapareciendo porque sus objetos ya no logran motivarnos.
Todo depende, por otra parte, de los objetos perseguidos, objetos que, a mi juicio, marcan algo así como el alcance del deseo. Y cuánto más fácil de conseguir sea algo, más trivial, menor es el alcance del deseo, de su duración, y por tanto, probablemente menor y menos duradera la felicidad que su satisfacción nos genera.
En ese sentido, no creo que la clave de la felicidad consista en satisfacer muchos deseos, sino, fundamentalmente, en el alcance de los deseos que tengamos. Cuanto mayor su alcance, y entonces más difícil o largo el tiempo para satisfacerlos, más ilusión proyectamos sobre ellos, más nos motivan y nos mueven, más profunda será la felicidad anticipada sobre ellos. Como señalaba Horacio, para esos hay satisfacción parcial, pero no total, y es por ello por lo que pueden siempre mantenernos en movimiento.
Lo que planteas en cuanto al surgimiento de nuevos deseos, pues no sé, me parece una idea demasiado acorde con la sociedad de consumo en la que vivimos, un engranaje perfecto para generar nuevos y nuevos deseos cuya satisfacción, según yo lo veo, sólo amplía la sensación de vacío.
Pero, por otro lado, puede ser que lo que interpretamos como diferentes deseos no sean más que diferentes apariencias de lo que en el fondo sería un mismo deseo, o diferentes concreciones de un deseo de mayor alcance que es el que sigue moviéndonos.
Ay, creo que me estoy haciendo un lío... El tema no es fácil, desde luego. De todos modos, un placer discrepar contigo. Con lo que a mí me gusta discutir :)
¡Un beso!
Vinagreysal, tampoco yo creo que pudiéramos vivir sin la satisfacción de deseos inmediatos. Pero entiendo que lo que Gale cuestiona es si esos deseos son los verdaderamente importantes, los que nos hacen mantenernos con vida, o los que dan sentido a nuestras vidas y nos permiten evaluarla positivamente cuando miramos hacia atrás preguntándonos qué es lo que ésta ha sido hasta el momento o hasta qué punto podemos sentirnos orgullosos de ella.
No puede negarse la alegría que uno siente al satisfacer un deseo concreto. Pero la alegría asociada a esa satisfacción pasa, se acaba, se agota. Vivimos en un eterno presente y los placeres acaecidos nos gratifican en el recuerdo pero no satisfacen el ahora. Y conforme pasa el tiempo, pienso que la mera repetición de los deseos del pasado tampoco es capaz ya de satisfacernos como la primera vez. En lo que de entrada nos parece nuevo, podemos acabar encontrando, en lugar de alegría, puro aburrimiento.
¡Un beso!
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Pues sí, Margot, eso es, deseos de altos vuelos, de calidad... Me resultaba difícil encontrar palabras que puedan ajustarse a esa distinción entre deseos y deseos, pero es precisamente eso a lo que me refiero.
Lo que comentas del deseo tonto que se satisface rápidamente para sólo dar paso al surgimiento de otro deseo tonto es lo que, a mi entender, estaría criticando Gale al apelar a Lacan para declarar que vivir conforme a nuestros deseos no nos hará felices. El problema es que en su discurso no introduce claramente esa cuestión de los diferentes tipos de deseos. Pero he interpretado que lo que aparece en las últimas líneas es justamente eso: los deseos de altos vuelos lo serían por ir indisolublemente ligados a valores, a ideales como los que Gale menciona.
Me temo que si tú eres una antigua, entonces yo también. Qué se le va a hacer. Esperemos que no por ello nos ahorquen en este mundo tan defensor de lo nuevo, tan obsesionado por la novedad.
Ay, qué bien nos lo vamos a pasar un día de estos ante unas gambas y unas cañas. Eso sí, para el Spacey vas a tener que coger número y ponerte a la cola. Con tanta demanda, hace falta un poco de organización :P
¡Un beso de altos vuelos!
Doctor Lagarto, es que la película está muy bien y aún se disfruta más si se ve en buena compañía. Es cierto que el texto de Lacan tiene otras connotaciones que no podía mencionar sin revelar ya demasiado sobre la película. No sabe usted lo que me ha costado resistirme a hacerlo, la verdad. Pero destripar la trama en una película como ésta sería un verdadero delito que prefiero no cargar sobre mi conciencia.
La frase de Punset tiene que ver con lo que aquí se plantea, sí, pero me parece un tanto simplista y ambigua y podría dar lugar a malentendidos. Posiblemente porque no parece que contemple eso que se ha dicho ya aquí en cuanto a la distinción de los deseos, ni a la parcialidad de su satisfacción. Pero es aventurado lo que digo. A Punset no lo he leído, y creo que ya no lo haré. Aunque este hombre empezó cayendome simpático, cada vez me lo resulta menos, porque toda su tarea divulgativa me parece encaminada a fomentar esa tiranía del conocimiento científico-naturalista que ya padecemos, en lugar de cuestionarla. Pero en otra ocasión no se reprima, doctor, que ya sabe usted lo malo que es eso. Únase a las gambas y las cañas con Margot y conmigo y lo discutimos un día. ¡Prometo no invitar a Aquiles, no tema! :P
Me resulta sugerente su aportación de la idea del horizonte. Y me gusta este concepto para aludir a esos deseos nunca del todo alcanzables que nos impiden detenernos, que nos fuerzan a andar siempre hacia delante. Lo que no tengo tan claro es que el horizonte deba ser cierto, al menos no en el sentido de garantizado. Diría más bien que sólo cierta dosis de incertidumbre, de inseguridad, nos permitirá seguir teniéndolo a la vista, seguir deseando su consecución.
Que Lacan vaya a acabar siendo springsteeniano no me parece tan raro, y menos si lo dice usted, que es todo un experto en la materia. Y sí, tendré que ir a algún concierto suyo para comprobarlo. Aunque sólo sea por el interés científico :)
¡Un beso, doctor Lagarto!
Hola Antígona.
Aquí aterrizo, sin cólera, con curiosidad.
Y, curiosamente, hace unos días, mi hija mayor que acaba de cumplir 15, me decía:
"Estás entusiasmado, eres feliz, mientras deseas algo. Una vez que lo tienes, ya te das cuenta de que no era para tanto..."
Más o menos.
Es algo que muchos hemos pre-sentido, intuido; pero pocas veces nos atrevemos a materializarlo en palabras.
Si lo matrializamos, ¿el desencanto es mayor...?
Cuando no había tantos objetos de deseo ni de tan fácil consecución, la felicidad era más... duradera, por prorrogable.
Las satisfacciones eran más "por entregas" y la felicidad se iba alargando elásticamente imposible.
.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.
Abrazo prorrogable.
P,S.: Y que conste que mi hija no es de las más consentidas y que se conforma con poco ;)
Ay Antígona,ante todo es un placer leer y participar en estos debates que despiertas desde tu sabia bitacora.En relación a los deseos,en mi opinión, hay deseos y deseos, hay deseos-fantasías que de antemano atisbas casi imposibles pero al mismo tiempo te mantienen viva porque forman parte de una cadena de estímulos,de un juego en el que el único fin es jugar e improbable, ganar. Más allá de esas distracciones y los caprichos irracionales, para mí casi imprescindibles, hay deseos de "altos vuelos" que no mantienen la chispa sino que mantienen el latido, y quizá esos son los verdaderamente esenciales, si los alcanzas, creo que hay que disfrutar de cada minuto y ser féliz con ese cumplimiento MIENTRAS DUREN, porque lo efímero por otro lado, nos persigue, y después si se desvanecen, puede que te pases media vida aquejada de querencia y con el deseo en mayúsculas de volver a vivir esa sensación de plenitud.O al menos así lo vivo yo.
Un saludo desde Troya.
En cuanto a los deseos, si eso es asi, habría que dejar el amor platónico tal cual y seguir con ese deseo pero, al mismo tiempo, que mal pensaríamos de esa persona si en nuestro fuero interno creyeramos que vale más nuestro pensamiento que la persona en si misma.
Me gustó mucho la película.
"...vivir acorde con tus deseos no te hará feliz". Gran frase. Y además propone una solución. De hecho esta sociedad en la que nos ha tocado vivir se empeña por destruir los ideales y las ideas, por el método de convertir todo en un cliché unitario y plano. Y en crear deseo artificial como pueda ser, por ejemplo tu nuevo y flamante coche de libertad en medio del atasco matutino.
Un saludo
Ah, cuánto me gusta visitarte, Antigona. Bien, creo que tengo la osadía del ignorante que se atreve a creer que los pensadores no tienen por qué ser ley.
Opino que un deseo satisfecho, lejos de morir se convierte en otra cosa, cuyos matices sólo podrían ser explicados en virtud de la clase de deseo.
Me ha parecido muy ingenioso el quiebro que de pronto das para pronunciarte sobre la pena de muerte, y luego retomar el meandro de tus meditaciones...
Siempre un placer leerte. Y enviarte besos enfáticos :P
Un beso¡
Muy buenas, Secretario. Me alegro de que aterrices por este espacio que, como podrás comprobar, pese a su nombre, poco tiene de colérico.
Lo que te dijo tu hija mayor es algo que, creo, todos hemos sentido, y probablemente, con más intensidad cuanto más jovenes. Supongo que porque entonces vivimos con más ilusión la espera de la satisfacción de nuestros deseos, y porque aún poca experiencia tenemos acerca de la felicidad que sus objetos puedan proporcionarnos con tal cumplimiento. Quienes tengan niños cerca estos días podrán comprobarlo de primera mano cuando reciban sus juguetes y al cabo de poco los dejen tirados por cualquier lado y proclamen solemnemente que se aburren.
Tal vez, como dices, cuando materializamos en palabras ese “no era para tanto” el desencanto sea mayor. Pero ese desencanto forma parte de nuestro proceso de autoconocimiento, y ay de aquél que prefiera engañarse. Porque reconocerlo nos brinda al menos la posibilidad de aprender algo acerca de nuestra complicada condición deseante.
El mundo de hoy necesita estimular constantemente nuestra capacidad de desear. En eso radica el consumismo. Pero detrás de él se esconde un gran vacío que por más que intentemos tapar a fuerza de nuevos objetos, de nuevos deseos, no puede verdaderamente ocultarse. Me quedo con esa felicidad por entregas, elástica, de los objetos inalcanzables.
¡Un abrazo elástico!
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Un placer igualmente, Troyana, contar con tu participación en esta discusión :)
Deseos los hay de muchos tipos, ciertamente, y su análisis y clasificación me parece verdaderamente difícil. Necesitamos, como dices, apoyarnos en esos deseos-fantasías. La realidad es en ocasiones demasiado cruda como para privarnos del placer de fantasear con lo absolutamente imposible. Su papel importante juegan aquellas fantasías que simplemente nos entretienen un rato y nos hacen sonreír. Esos otros deseos de altos vuelos son, como dices, los que mantienen el latido. Pero para mí la cuestión es que su cumplimiento nunca se acaba. Uno alcanza sólo una parte de algo que sigue queriendo conseguir, y el proceso, mientras el objeto no se desmorone, no termina nunca. Es verdad que la posibilidad de que el objeto se desmorone siempre nos acompaña. De que aquello que creíamos inagotable un día nos resulte tedioso y vacío. O de que nos arrebaten el objeto cuando aún queríamos seguir alcanzándolo. Entiendo que es a eso a lo que te refieres con lo efímero. Sólo que pienso que, ante la decepción, sólo nos cabe plantearnos nuevos ideales, nuevos proyectos, o revisar si los que teníamos eran tan sólidos como pensábamos. Ante todo, no dejar de perseguir esa sensación de plenitud, aun cuando debamos volver a reconsiderar de arriba abajo qué es lo que podría proporcionárnosla.
¡Un beso, Troyana!
Juan Rafael, pienso que el amor tiene siempre algo de platónico aun cuando sea efectivo, aun cuando hayamos logrado el objetivo de conquistar a la persona amada. Al menos mientras dura. Porque creo que sólo dura mientras tenemos la sensación de que aún hay algo que conocer del otro, algo que conquistar o reconquistar día a día y, en ese sentido, el amor sigue siendo platónico. Cuando esa sensación de que “aún queda algo por hacer” termina, es el momento de reconocer que el amor se ha acabado.
¡Un beso!
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Coronel Kurtz, en efecto, esta sociedad está especializada en crear deseos artificiales, deseos vanos, deseos que sólo conducen a objetos, mayoritariamente materiales, cuya consecución tiene más de esclavitud que de verdadera ilusión y disfrute del camino que nos lleve hasta ellos. Es en estos días cuando lo vemos más que nunca. Hace pocos días un chaval me contaba cómo su máxima ilusión era tener un BMW. No pude dejar de imaginármelo subido a su flamante BMW, en medio de ese atasco que mencionas, con cara de aburrido y teniendo la extraña sensación de que algo, alguien, le había dado gato por liebre. Por no hablar del cabreo que tendrá el primer día que descubra una rayita en la carrocería. Este mundo es cada vez más estúpido, y nos vuelve estúpidos a pasos agigantados.
Gracias por su comentario, Coronel, y bienvenido a este blog.
¡Un beso!
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Mityu, por supuesto que los pensadores no tienen que ser ley ni hay que aceptar la autoridad de su sabiduría sin reflexionarla previamente. Pues no se han equivocado ellos ni nada... Pero en este caso me siento cerca del razonamiento de Lacan porque me resulta iluminador para comprender el mecanismo por el que se activa el deseo.
Creo que entiendo lo que dices, pero aun así sigo pensando que siempre debe hacer deseos insatisfechos que constituyan el horizonte hacia el que dirigir nuestros pasos.
El haber hablado de la pena de muerte tiene que ver con la película de Alan Parker. Es su tema fundamental, pero también como parte de una reflexión acerca de lo que implica la muerte a la hora de evaluar nuestra vida, una evaluación que por lo general tendemos a efectuar en función de nuestros logros, de la satisfacción de nuestros deseos. ¡Y ya no puedo decir más sin destriparla! No dejes de verla si tienes oportunidad. Seguro que te gustará.
¡Un beso, poética Mityu!
no vi la peli, y por lo que transmitís, poco importa...
la cuestión del deseo en Lacan, está un poco simplificada, debo decirlo... y máxime por un profesor estadounidense.
Creo que la ética del deseo de Lacan, no es que haya que ceder ante el deseo.
Su concepción de la palabra "deseo", es, de por sí, compleja.
Lo que queda dicho por vos aclara más que lo que dijo el profe.
El deseo es el motor, sin dudas.
Y, por suerte, el deseo tiene ese matíz caprichoso de mudarse, de circular, pero también de ser "causa"...Porque sin él, todo movimiento se detendría, y esperando que se "concrete" podemos entrar en la via pasional y loca.
Felicitaciones por tu post.
es excelente. Invita a la reflexión y al intercambio!
Ay, guapa, yo el Kevin no me lo pido, que físicamente no me va nada... tusabes, a mi muguapos, y mutontos.. jejejeeeeeeee, había que poner la nota de humor, leñeeeeeeeeeeeeeee¡¡¡¡¡¡ No, a mi este hombre me parece un actor excelente, pero físicamente, te lo regalo entero, me gustan mas aniñados, y con pelo colgando, ya sabes, eternos adolescentes.. para que su mami lo cuide.. jejeje, bueno, ya paro la broma¡¡¡
PASABA A DESEARTE FELIZ NAVIDAD, PROSPERO AÑO NUEVO, Y COÑO, A VER SI TE VEO POR LOS MADRILES Y TE INVITO A UN REFRIGERIO, JODER, QUE YA VA SIENDO HORA DE RENOVAR LOS VOTOS AQUELLOS...
UN besazo de corazón, guapa... y joder, espero no lea nadie este comentario, que se van a creer que ando descerebrada... y la verdad.. el amor atonta, pero no tanto...
Hija, que es sábado y estoy sola.. tengo que tomármelo con sentido del humor, no creés???
Un deseo cumplido ya no es un deseo. Bien, vale. Pues entonces pidamos lo imposible y así siempre tendremos en que soñar. ¿Demasiado fácil, no? Pues pidamos deseos asumibles y que la felicidad de tenerlos, revierta en ir más adelante en la consecución de nuevos. Ara que vendrán los Reyes, es un bune momento para pedir deseos.
La peli no la he visto. Me la apunto.
"Más bien, diría que ese esforzarse por vivir conforme a ideas e ideales al que Gale alude, esos momentos de integridad, racionalidad o abnegación que según él darán sentido a nuestra vida, fundamentan precisamente aquella otra clase de deseos que nunca se agotan por ser sus objetos inalcanzables."
gracias, corro a buscarla.
corrí hasta la vuelta de casa, "el mejor video club de barcelona", y la encontré esperándome...(hoy es domingo, víspera de fiesta, un milagro) dos de las vendedoras la habían visto y también me la recomendaron...en media hora, muy ilusionado, me sentaré a verla.
Creo, el nombre, que la película está muy bien y que la exposición de esa teoría del deseo engarza perfectamente con todo su desarrollo. Así que no puedo dejar de recomendártela.
Es posible, sí, que la teoría del deseo de Lacan esté simplificada. La gran pantalla no ofrece muchas posibilidades de aventurarse a una exposición detallada. Pero aun así, no pienso que traicione su sentido esencial, pues tampoco me parece que Gale defienda ese ceder ante el deseo, sino más bien todo lo contrario. Gale apela a esos objetos que, como dices, constituyen el motor que nos mantiene con vida, precisamente porque ceder ante ellos es un acto imposible, dada nuestra propia imposibilidad de alcanzarlos.
Gracias por tu felicitación, el nombre, un placer tenerte por aquí y que participes en ese intercambio.
¡Un beso!
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Está bien que no coincidamos en los gustos, Delirium, ¡que ya éramos demasiadas a repartirnos al Spacey y no íbamos a tocar a casi nada, si no!
Lo de feliz navidad no va mucho conmigo, hija, pero te agradezco los buenos deseos y te deseo igualmente, no sólo que pases estos días tan feliz como sea posible, sino un año venidero mucho mejor que éste. Y en cuanto a lo de vernos, tranquila, que se hará todo cuanto se pueda ;)
Y ¿cómo que tú solita un sábado noche a esas horas? Yo sé de uno al que me voy a cargar como tenga ocasión de tenerlo cerca... ¡Niña, eso no pué ser, aunque te lo tomes con sentido del humor!
¡Un besazo enorme!
Ay, Veí, confío yo poco en los Reyes Magos y en la sustitución de unos deseos por otros. ¿No crees que hay deseos que pueden acompañarnos toda la vida por ser inagotables, sin ser, sin embargo, meras fantasías utópicas? Yo creo que sí los hay, y que son esos aquellos por los que merece la pena mantenerse en movimiento.
Apúntate la peli, sí. Estoy segura de que no te defraudará.
¡Un beso!
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Cacho de Pan, lo tuyo es rapidez y eficacia y lo demás son cuentos, eh? ;)
Espero que la disfrutes y que te guste tanto, al menos, como me gusta a mí.
¡Feliz sesión de cine en esta noche de domingo y un beso!
OIGA, ABUELAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA¡¡¡¡ Que antes tuve al maromo en casa, lo que pasa es que trabajaba el domingo, pero no se preocupe ud, que hoy tb vino... todos los días del calendario, amor, ahora... ayyyyyyyyyyyyyy, no se si podré resistirlooooooooooo, tanto amorrrrrrrrrrrrrrrrrrrr...jejeje.
UN BESAZO, Y SÍ, SI LE VES, UNA HOSTIA NO ESTARÍA NADA MAL... luego ya conversas con el....
espléndida, de verdad. gracias. una buena patada en las pelotas y en el alma.
por aquí lograron hacerla pasar desapercibida.
y eso que suele gustarme alan parker.
Gracias a ti, cacho de pan, por haberte fiado de mi criterio :) Y me alegro mucho de que te haya gustado.
Es cierto que por aquí pasó desapercibida, sí. Yo la descubrí de casualidad gracias a un compañero de curro y ni siquiera me sonaba el título. Pero al final las buenas obras acaban saliendo a la luz.
¡Otro beso!
Quedo sorprendido, y hasta algo escéptico. Alan Parker, hasta la fecha, ha destacadado, creo, por sus películas maniqueas y efectistas, en extremo simplistas, cuando no directamente sensacionalistas. Y a mi, que no soy del ramo, Lacan sólo me suena a través de Slavoj Zizek, un majadero, según mi arbitraria opinión. Incluso la teoría sobre el deseo me parece sospechosa, como una justificación de la utopía, y ya se sabe lo mortíferas que pueden resultar las utopías.
Dicho todo esto, intentaré, en la medida de las circunstancias, ver la película.
Creo que tus palabras están cargadas de razón. Hay deseos que si se alcazan ya no nos importan tanto como creiamos. En cuanto al deseo de hacer feliz a nuestros seres amados creo que es el único deseo que nos hace plenos y el que podemos satisfacer. No es tan dificil saber si lo hemos conseguido, creo que es fácil, aunque tengamos momentos de autocompasión. En cuanto a vivir en armonia con nosotros mismos y con el mundo que nos rodea, sinceramente pienso que es imposible, somos seres inquietos y nunca estaremos en plena armonia y si lo conseguimos en sacrificando nuestros ideales y nuestro intelecto. Yo soy seguidora del dicho aquel que dice que los "tontos" son felices, yo prefiero mi infelicidad salpicada por momentos plenos.....
Me gusta como piensas
Por cierto, me encanta la película a la que haces alusión.
Por cierto Antígona, un buen amigo me recomendó leerte y tenia razón en pensar que me gustaría.
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