Si no me falla la memoria, nunca hasta ahora me había planteado despedir el año con un post. Algunos años, porque el tránsito de una cifra a otra ha coincidido con períodos de ausencia de esta casa que es también la suya. En una concreta ocasión, porque –obedeciendo el sentir común y lo mucho que de costumbre tiene– me pareció más apropiado, en lugar de homenajear el año que termina, inaugurar el nuevo con un post que lo festejara.
Pese a haber renegado con frecuencia de la alegría impuesta de las fiestas navideñas, nunca he dejado de celebrar el inicio de la nueva vuelta alrededor del sol que tendrá lugar dentro de ya apenas un par de horas. Pero esta vez –me temo que no les extrañará que lo confiese– no me siento muy inclinada a la celebración. Por razones en absoluto infundadas –entre otras, que así lo ha anunciado la bruja Avería del siglo XXI, y quién mejor que ella puede saberlo–, sospecho que el 2013, en algunos aspectos nada irrelevantes en mi vida ni tampoco en las suyas, lejos de deparar alguna mejoría en relación con el 2012, será más bien mucho peor. No es difícil anticipar que, de no impedirlo un milagro, en su transcurso asistiremos al ahondamiento, a la extensión de ese proceso de desaparición del mundo conocido hasta ahora del que me lamentaba no tanto tiempo atrás. Qué duda cabe que un mundo imperfecto y siempre perfectible. Pero qué duda cabe igualmente que dotado de ciertas cualidades que estamos aprendiendo a valorar y defender en su pérdida. Como en aquella historia de Michael Ende que leí de adolescente, la nada crece, y no percibo ningún indicio que anuncie la detención de su imparable crecimiento. Como en aquella historia, el vacío que propaga parece estar aniquilando cualquier atisbo de imaginación capaz de proponerse, en su oposición, como alternativa viable a esta realidad terca que se nos echa encima cada día y amenaza con aplastarnos.
Sin embargo, no quiero ser una aguafiestas en esta noche en la que la celebración resulta también una obligación. Y tampoco sería honesto por mi parte obviar que, pese al terrible avance de esa nada, sigo contando con cosas –tantas, o tan grandes que su valor multiplica su número– cuya presencia en este año que termina no puedo dejar de celebrar. Cosas cuya pervivencia y progresivo desarrollo deseo con todas mis fuerzas para el año venidero. Que me sostienen cotidianamente frente a la nada creciente y me prestan la solidez necesaria para combatir sus embistes. Que continúan enriqueciéndome e incrementando mis ganas de estar viva, de seguir estándolo tanto tiempo como dure su existencia.
Por todas ellas brindaré dentro un rato. También –como cantan Antony and the Johnsons en esta hermosa canción que les quiero regalar esta noche– por la luz diurna y el sol que las besa cada mañana. Y, cómo no, por todos ustedes, que forman parte de la porción más amable de este mundo, tan ajena a la crudeza y fealdad de los acontecimientos económicos y políticos. Mis mejores deseos para ustedes en el nuevo año. En él nos reencontraremos, si ustedes gustan.
11 comentarios:
Querida Antígona, tienes razón en que la nada crece y crece como una plaga que amenaza con tragarse todo lo que encuentra a su camino, pero espero que no caigamos en la desesperanza y el abandono y cada uno con nuestros pequeños granitos de materia luchemos contra ello. L más fácil es caer en la apatía y el decir no puedo hacer nada, pero espero, confío en que eso no ocurra y sigamos intentando evitarlo.
Espero, por ejemplo, que sigas escribiendo para poder seguir teniendo y disfrutar del placer de leerte. Eso por ejemplo es algo que depende de nosotras, escribir, leer,....
La canción es preciosa. Levanto mi copa con la tuya y brindo contigo y ojalá que en este Nuevo Año persigamos con ahínco nuestros deseos.
Feliz 2013 para ti y los tuyos, Antígona.
Feliz año 2013 también para usted, querida Antígona, y piense, como protocolo y costumbre básica de análisis, no ya en la duda consabida y demasiado gastada y convertida en un tópico manido, y sí en el error permanente, en que todos nos estamos equivocando siempre, incluida usted, incluido yo y mi querida prima Mari Pili, absolutamente todos. No dude ni piense que acierta, desconfie porque seguro que se equivoca, tampoco me haga el más mínimo caso porque yo también me equivoco de cabo a rabo. Pero créame, aunque pueda parecer una paradoja, no tenga la más mínima duda, todos nos equivocamos.
Repito, feliz año y sonría.
Pues sí, bruja avería, yo también te deseo feliz año, a pesar de las nadas y los todos que esperan para aguarnos la fiesta a la vuelta de la esquina.
Pero sabes qué? al menos por unos días... que los vayan dando!! jeje
Besos "no te rías, no te rías"
Antígona,
ays,la bruja avería ¿quíen nos diría que acabaría siendo alemana?ja,ja
Te cito al compás de esta maravillosa canción que nos dejas a Sartre,que además acabo de leer una frase suya y creo que viene al pelo:
" lo importante no es lo que han hecho de nosotros,sino lo que hacemos con lo que han hecho de nosotros"....
pues eso aplicado también a lo que queda por venir en el 2013,a las tragedias personales y a las colectivas,y a ese avance de la NADA que siempre podemos combatir con lucha y RESISTENCIA.
Besets!
Ahhhh!!
te dejo otro comentario en tu entrada anterior :)
Ay doctora Antígona, qué año más duro nos espera bajo las carcajadas de esa Bruja Avería y las delirantes interpretaciones de nuestra realidad que harán nuestros queridísimos dirigentes políticos.
Hagamos fuerza, y con esa fuerza forcemos una sonrisa, cínica y orgullosa, que nos proteja de nuestros enemigos y sus latrocinios de derechos civiles. Quizás, algún día, quién sabe, los españoles (y europeos) aprendamos a ser más responsables con nuestros votos y podamos cambiar esta deriva delirante que ha dejado a su izquierda hasta al mismísimo FMI.
En este año que empieza, entre robos privatizadores que aumentarán nuestra factura sanitaria, robo de recursos públicos para que fomenten la religiosidad de los centros de enseñanza y financien las escuelas segregadoras de clase y sexo, y atascos en las puertas giratorias del sistema, querámonos más y seamos personas decentes, de esas que no aceptan lo que se está cociendo.
Besos, doctora Antígona, y perdone lo encendido de mi comentario.
Te escribo (con algo de retraso, perdón) escuchando Antony and the Johnsons. Gracias por el regalo! La verdad es que leí tu entrada ya en fin de año, pero estaba todavía con la digestión de ese día y los anteriores... y no tenía la lucidez para contestar. Ahora ya más tranquila, desde Viena, te vuelvo a leer y, por un lado, me digo que me encanta que despidieras el año así: compartiendo tus pensamientos, no dejándote llevar por la euforia de Nochevieja. Por el otro, comparto tus reflexiones nocturnas: el 2013 (ese al que todos dábamos la bienvenida) viene cargado de mala leche. Ya me di cuenta en mi largada estancia esta vez en Barcelona de todo lo que se está haciendo tanto desde el gobierno central como desde el autonómico. El sentimiento es de impotencia: van decretando sus leyes y así van recortando el Estado de derecho. Pero habrá que ponerse las pilas, habrá que volver a reiventar otro 15M global, qué sé yo... Tendremos que, por lo menos, dar la pataleta.
En fin, por un nuevo amanecer, limpio y de justicia.
Un beso!!
Ay, Carmela, y a qué ritmo crece esa nada, que cada día nos desayunamos con unas noticias que son como para vomitar el café con leche. Y las novedades, y nunca buenas, es que no paran. Tienes razón, no se puede caer en el abandono y la desesperanza, pero yo es que lo que no abandono es la estupefacción: cada día estoy más convencida de que vivimos una auténtica revolución neoliberal que está destruyendo con una velocidad de espanto los logros de muchas décadas de lucha. Y parece que ni siquiera nos da tiempo a reaccionar con tanto vértigo, dada la calma reinante.
Pero sigo haciendo esfuerzos cada mañana por evitar que ese sombrío panorama social y económico, incluso en aquello que me afecta directamente, anule toda perspectiva de placer y disfrute. A veces lo consigo más, y a veces menos, pero ahí seguimos, tirando del carro ;)
Sigamos, pese a todo, persiguiendo nuestros deseos, Carmela. Eso no nos lo puede quitar nadie.
Feliz 2013 también para ti y los tuyos, y muchos besos!
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Estimado Peletero, no me líe, no me líe, que yo sé muy bien lo que me digo y no creo equivocarme, al menos en ciertas cosas. Últimamente vivo la fatalidad de que las peores previsiones que más directamente me afectan acaban por cumplirse, y nada indica que en 2013, con sus negras previsiones, las cosas vayan a ser distintas. Ojalá me equivocara, vaya que sí. Pero el mismo pajarito que me ha hecho no equivocarme hasta ahora sigue sin anunciar nada bueno. ¿Cree que debería vivir en la ignorancia y así ser un poco más feliz, o que debería escucharle para, al menos, estar preparada para el golpe? Dígame usted que soy un tanto masoquista, pero me temo que yo opto por lo segundo. Más que nada porque pienso que, cuando los golpes se ven venir, uno puede resguardarse mejor de sus daños que cuando nos pillan por sorpresa.
Pero tranquilo, que sonrío. Por fortuna, sigo teniendo muchos motivos por los que sonreír
Feliz año y besos con sonrisa!
Que sea un feliz año para ambas, niña Marga, pese a las brujas averías, el Mal y el Capital, y todo eso que nos están quitando y que vete tú a saber cuándo volveremos a recuperar.
La fiesta está aguada desde hace tiempo, así que habrá que montarse otra fiesta al margen de la oficial, porque si no, no hay quien tire para adelante, ¿no crees? Yo pongo la bebida, ¿traes tú el confeti? ;) Que motivos para celebrar siempre nos quedan y nunca, nunca, hay que pasarlos por alto.
Besos chin-chin!
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Querida Troyana, pues es verdad, ¿quién nos lo hubiera dicho? Yo que tanta filia tenía con lo alemán, y ahora lo cierto es que empiezo a aborrecerlo.
Muy sabia esa frase de Sartre, Troyana, y nos viene al pelo en estos tiempos de cambio y de pérdida, de atropello e indignación que estamos viviendo. Lo peor sería que nos dejáramos vencer internamente por todo esto que está sucediendo. Así que la resistencia, externa pero también interna, nos es más precisa que nunca.
Por un 2013 que nos haga capaces de combatir y sobrevivir a todos los ataques de la nada.
Un beso y un abrazo!
PD. Respondido tu comentario, doña súper rápida! ;)
No hay nada que perdonar, doctor Lagarto. La realidad que nos envuelve no merece sino comentarios encendidos. Encendidos, agrios, iracundos y cargados de toda la mala leche que seamos capaces de arrojar por nuestras lenguas. Así que no se prive en futuras ocasiones, que sus comentarios encendidos siempre serán aquí bienvenidos y secundados.
Nos espera un año muy duro, sí, de hecho ya lo estamos viendo en apenas estos pocos días que llevamos desde su comienzo. Nos espera un año de infarto y de múltiples tristezas ante ese latrocinio de derechos civiles que, a día de hoy, y viendo la tenacidad y la ferocidad con que el enemigo defiende sus posiciones y continúa con su ofensiva, parece ya imparable.
Habrá que forzar esa sonrisa, cierto, y quererse mucho, a nosotros mismos y a aquellos que nos quieren y nos aprecian. A día de hoy, y al margen de un sólido concepto de la propia dignidad que comprende esa decencia que conduce a la rebeldía y la negación, no encuentro mejor escudo ni mejor cura para las heridas que la panda de indeseables inmorales que domina el mundo se empeña constantemente en infligirnos para su propio beneficio. A esos no les desearé un feliz año, sino un mal rayo que los parta. Ojalá los hados me oigan y se produzca el milagro. Y si no, seguiremos sonriendo, denunciando, y no aceptando.
Besos, doctor Lagarto!
Nada de pedir perdón, Dona, que yo tampoco ando muy disponible en los últimos tiempos por estos lares, ay, y también tengo la sensación de llegar a todo con retraso.
Me alegro de que te guste la canción de Antony and the Johnsons, es una de las que me han acompañado con frecuencia en el año que ha terminado, y seguirá haciéndolo en el que ha empezado.
Sinceramente, es que no podía sentir mucha euforia después de un 2012 que no ha dado tregua y ante un 2013 que me temo aún la dará menos. Y por alguna razón sentí la necesidad de compartirlo, quizá porque, como a ti, también a mí me gusta ir contracorriente ;)
No sé cómo andarán las cosas por Viena, pero aquí ya ves que de mal en peor. Como le decía a Carmela, a un ritmo que apenas somos capaces de asumir. Me largaba de nuevo por esos mundos, si no fuera porque aquí tengo lo que más me ata. Así que sí, algo habrá que hacer porque no podemos permanecer impasibles ante este atentado a nuestra dignidad como seres humanos, que es de lo que verdaderamente se trata con esos decretos y esos recortes.
Brindo también, aunque ya se haya pasado la fecha oficial de los brindis, por ese nuevo amanecer. Llegue cuando llegue.
Besos!
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