"Hoy en día en todas partes se celebra el conocimiento. ¿Quién sabe si algún día llegarán a crearse Universidades para volver a instaurar la ignorancia?"
Lichtenberg (1742-1799).
"Si hay alguna posibilidad de que los otros nos escuchen, es haciendo que nuestro discurso sea lo más tajante posible. Por eso aquí somos tan tajantes. El tiempo feliz en el que podamos prescindir de esto, en el que podamos evitar la exageración y actuar con sobriedad, aún no ha llegado".
Günther Anders, 1956.
Estas dos citas encabezan un libro cuya lectura, a mi juicio, debería ser obligada para todos aquellos que se preguntan por qué sus hijos no leen con fluidez a la edad en que ellos ya lo hacían, por qué no comprenden lo que leen, o por qué son incapaces de aplicar correctamente las reglas ortográficas y sintácticas incluso cuando ya están a punto de cumplir la mayoría de edad.
No, no es por culpa de los móviles ni del lenguaje cifrado que la gente joven utiliza para bombardearse a todas horas con mensajitos. La tesis de Jean-Claude Michéa para explicar tales fenómenos en "La escuela de la ignorancia" es mucho más provocadora y preocupante: la creciente ignorancia de las nuevas generaciones, que él entiende no únicamente en el sentido denunciado periódicamente en los medios de comunicación u observada más superficialmente, sino también como el declive constante en el aprendizaje de aquellas herramientas básicas -capacidad argumentativa, dominio mínimo del lenguaje- que permiten desarrollar la inteligencia crítica, "lejos de ser el producto de una deplorable disfunción de nuestra sociedad, se ha convertido en una condición necesaria para su propia expansión". O para decirlo aún más claramente: las causas de esa ignorancia no deben buscarse en la negligencia, el error, o la disfuncionalidad del sistema educativo; antes bien, la sociedad de hoy día requiere, para su correcto funcionamiento, de individuos cada vez más ignorantes y con menos capacidad de resistencia intelectual frente a la manipulación mediática. ¿Más claro todavía? Que la proliferación de la ignorancia entre nuestros jóvenes no es un efecto puramente accidental e indeseado, sino el producto planificado de una intencionalidad acorde con la sociedad en la que vivimos.
Esa sociedad es, para Michéa, aquella en la que, a diferencia de lo que sucedía hace no tanto tiempo, el modo de producción capitalista empieza a reinar de forma absoluta. El mundo gobernado sin apenas resquicios por las leyes del mercado. A ese reinado contribuye la idea de una Escuela convertida en una herramienta más al servicio de la reproducción del capital, es decir, la "Escuela del capitalismo total". ¿Exagerado? Michéa propone a los escépticos la lectura de ciertos informes, documentos, actas y memorandos -entre otros, textos de la propia Comisión Europea, la OCDE, o la European Round Table- donde se plasman las conclusiones extraídas en reuniones de políticos, líderes económicos y científicos, realizadas para afrontar los cambios estructurales condicionados por el desarrollo técnico y económico. En 1995, en una de estas asambleas convocada bajo el auspicio de la Fundación Gorbachov, se crea el concepto del tittytainment -mezcla de entertainment, es decir, entretenimiento o diversión, y tits, tetas- para definir un "cóctel de entretenimiento embrutecedor y de alimento suficiente que permita mantener de buen humor a la población frustrada del planeta". Frustrada por el desempleo si, según tales expertos, resulta una evidencia que en el próximo siglo apenas dos partes de la población activa serán suficientes para mantener la actividad de la economía mundial. Frustrada por sus empleos precarios y necesariamente flexibles para satisfacer las exigencias del sistema. Y, lo que es más importante, frustrada en su gran mayoría.
¿El método perfecto para la introducción del tittytainment? Para Michéa, las reformas escolares acaecidas en diferentes países occidentales en los últimos cuarenta años, y promovidas en Francia -años más tarde llegarían a España en forma de L.O.G.S.E.- con pleno conocimiento de causa de su estrepitoso fracaso, un poco antes, en Estados Unidos. Reformas encaminadas, a su juicio y el de otros tantos estudiosos en los que se apoya, a transformar a los alumnos en perfectos consumidores de derechos, en telespectadores de la socidad del espectáculo. A las escuelas, en parques de atracciones escolares. A los profesores, en meros animadores de actividades de valores, salidas pedagógicas o foros de discusión, preparados antes para entretener que para transmitir saberes. Al mando de todo este proceso, los expertos en "ciencias de la educación", proclamando en sus nuevas teorías pedagógicas que el aprendizaje debe ser fuente de diversión y entretenimiento -el tan cacareado "aprender divirtiéndose"- y no fruto del esfuerzo continuado y de la aceptación de la autoridad intelectual de los profesores.
Creo que hay que pararse a reflexionar en la afirmación de Jaime Semprún con que el propio Michéa cierra su libro: "Cuando el ciudadano-ecologista pretende plantearse la cuestión más molesta y se pregunta ¿qué mundo dejaremos a nuestros hijos?, evita plantearse esta otra pregunta, que es realmente inquietante: ¿a qué hijos dejaremos este mundo?"
Lichtenberg (1742-1799).
"Si hay alguna posibilidad de que los otros nos escuchen, es haciendo que nuestro discurso sea lo más tajante posible. Por eso aquí somos tan tajantes. El tiempo feliz en el que podamos prescindir de esto, en el que podamos evitar la exageración y actuar con sobriedad, aún no ha llegado".
Günther Anders, 1956.
Estas dos citas encabezan un libro cuya lectura, a mi juicio, debería ser obligada para todos aquellos que se preguntan por qué sus hijos no leen con fluidez a la edad en que ellos ya lo hacían, por qué no comprenden lo que leen, o por qué son incapaces de aplicar correctamente las reglas ortográficas y sintácticas incluso cuando ya están a punto de cumplir la mayoría de edad.
No, no es por culpa de los móviles ni del lenguaje cifrado que la gente joven utiliza para bombardearse a todas horas con mensajitos. La tesis de Jean-Claude Michéa para explicar tales fenómenos en "La escuela de la ignorancia" es mucho más provocadora y preocupante: la creciente ignorancia de las nuevas generaciones, que él entiende no únicamente en el sentido denunciado periódicamente en los medios de comunicación u observada más superficialmente, sino también como el declive constante en el aprendizaje de aquellas herramientas básicas -capacidad argumentativa, dominio mínimo del lenguaje- que permiten desarrollar la inteligencia crítica, "lejos de ser el producto de una deplorable disfunción de nuestra sociedad, se ha convertido en una condición necesaria para su propia expansión". O para decirlo aún más claramente: las causas de esa ignorancia no deben buscarse en la negligencia, el error, o la disfuncionalidad del sistema educativo; antes bien, la sociedad de hoy día requiere, para su correcto funcionamiento, de individuos cada vez más ignorantes y con menos capacidad de resistencia intelectual frente a la manipulación mediática. ¿Más claro todavía? Que la proliferación de la ignorancia entre nuestros jóvenes no es un efecto puramente accidental e indeseado, sino el producto planificado de una intencionalidad acorde con la sociedad en la que vivimos.
Esa sociedad es, para Michéa, aquella en la que, a diferencia de lo que sucedía hace no tanto tiempo, el modo de producción capitalista empieza a reinar de forma absoluta. El mundo gobernado sin apenas resquicios por las leyes del mercado. A ese reinado contribuye la idea de una Escuela convertida en una herramienta más al servicio de la reproducción del capital, es decir, la "Escuela del capitalismo total". ¿Exagerado? Michéa propone a los escépticos la lectura de ciertos informes, documentos, actas y memorandos -entre otros, textos de la propia Comisión Europea, la OCDE, o la European Round Table- donde se plasman las conclusiones extraídas en reuniones de políticos, líderes económicos y científicos, realizadas para afrontar los cambios estructurales condicionados por el desarrollo técnico y económico. En 1995, en una de estas asambleas convocada bajo el auspicio de la Fundación Gorbachov, se crea el concepto del tittytainment -mezcla de entertainment, es decir, entretenimiento o diversión, y tits, tetas- para definir un "cóctel de entretenimiento embrutecedor y de alimento suficiente que permita mantener de buen humor a la población frustrada del planeta". Frustrada por el desempleo si, según tales expertos, resulta una evidencia que en el próximo siglo apenas dos partes de la población activa serán suficientes para mantener la actividad de la economía mundial. Frustrada por sus empleos precarios y necesariamente flexibles para satisfacer las exigencias del sistema. Y, lo que es más importante, frustrada en su gran mayoría.
¿El método perfecto para la introducción del tittytainment? Para Michéa, las reformas escolares acaecidas en diferentes países occidentales en los últimos cuarenta años, y promovidas en Francia -años más tarde llegarían a España en forma de L.O.G.S.E.- con pleno conocimiento de causa de su estrepitoso fracaso, un poco antes, en Estados Unidos. Reformas encaminadas, a su juicio y el de otros tantos estudiosos en los que se apoya, a transformar a los alumnos en perfectos consumidores de derechos, en telespectadores de la socidad del espectáculo. A las escuelas, en parques de atracciones escolares. A los profesores, en meros animadores de actividades de valores, salidas pedagógicas o foros de discusión, preparados antes para entretener que para transmitir saberes. Al mando de todo este proceso, los expertos en "ciencias de la educación", proclamando en sus nuevas teorías pedagógicas que el aprendizaje debe ser fuente de diversión y entretenimiento -el tan cacareado "aprender divirtiéndose"- y no fruto del esfuerzo continuado y de la aceptación de la autoridad intelectual de los profesores.
Creo que hay que pararse a reflexionar en la afirmación de Jaime Semprún con que el propio Michéa cierra su libro: "Cuando el ciudadano-ecologista pretende plantearse la cuestión más molesta y se pregunta ¿qué mundo dejaremos a nuestros hijos?, evita plantearse esta otra pregunta, que es realmente inquietante: ¿a qué hijos dejaremos este mundo?"
34 comentarios:
Qué bueno lo del tittytainment, si sra! estava leyendo y cada 2x3 decia si, si, si...
Yo creo que el sistema ha recogido el viejo concepto de alienación y lo ha sublimado al máximo: es lo que dices: gente casi casi autoconvencida de que viendo "sé lo que hicisteis" o "tombola" y riéndose con los amigos a golpe de kubata cree que puede ser feliz. Todo son evasiones, fugas, huidas de la realidad; quizás la realidad es demasiado dura, lo sé, pero algunos seguimos luchado, entre risas y lloros, entre blogs, manifas y firmas, entre emails y cerveza, esto se puede cambiar.
Si hay un final redondo para tu escrito, es con esa pregunta tan demoledora, Antigona. Sabes cómo cerrar un post y abrir la caja de las dudas, pero de las buenas, eh?
Salud!
Vaya! ya me han jodido otro descubrimiento...
En serio, Antígona, ya venía yo sospechando algo de esto que dices. Pero el hecho de que coincidan el interés social de que haya buenos y obedientes consumidores y la realidad de las reformas educativas que embrutecen a los niños no quiere decir que un poder en la sombra deseoso de vender muchos wonder-brä actúe sobre las segundas para conseguir los primeros (que también puede ser que lo haya, claro). Creo más bien que las reformas educativas corresponden a ajustes finos realizados entre la exigencia de un plan educativo y la capacidad de respuesta de un alumno tipo de dicho plan: como la capacidad de los alumnos va a la baja, los planes también. -El sistema tiene (lo decía un profesor mío) una cualidad intrínsecamente perversa que lo hace capaz de engullirlo todo, incluso lo que le ataca. Creo sin embargo que no es omnívoro (al contrario que mi profesor) y que dentro de él hay grietas que lo pueden hacer reventar.
Es una de las razones por las que tengo un blog...
Lo más grave de la creación de este concepto del “tittytainment” es que fue propuesto, como solución más razonable a la cuestión de cómo gobernar a un tanto por cien de la humanidad tan elevado sin valor productivo, y que, por tanto, constituye una amenaza potencial para la estabilidad del sistema, por Zbigniew Brzenzinski (dios, menos mal que no tengo que pronunciar el nombre, sino sólo transcribirlo), antiguo consejero de Jimmy Cartes y fundador en 1973 de la Trilateral, un club destinado a la elaboración de ideas y estrategias, según dice uno de los autores citados por Michéa, en torno al desarrollo del capitalismo. O sea, que nada de eso que mencionas sobre el pobre concepto de felicidad de la juventud de hoy es producto de la casualidad, o, si lo ha sido hasta ahora, no parece que pueda serlo en un futuro no muy lejano.
Es cierto que algunos tratamos de oponernos a ese "tittytainment", con más o menos acierto, pero, ¿realmente esto se puede cambiar? Ay, Cosaco, tú y yo formamos parte ya de otra generación que cada vez se parece menos a las generaciones venideras.
El final es el propio de Michéa para su libro, así que todo el mérito es suyo. Yo sólo me hago eco de esa afirmación porque la pregunta que contiene me parece fundamental. ¡Y eso que no tengo hijos! :)
¡Un beso!
Huelladeperro, Michéa exagera en sus tesis y es plenamente consciente de ello. De ahí la frase de Günther Anders que cita al comienzo donde se dice que en el mundo de hoy sólo es posible hacerse oír exagerando.
Sin embargo, en su libro hay datos francamente preocupantes que sí apuntarían a esa voluntad maquiavélica. Y no sólo lo que acabo de mencionar a Juan Cosaco del concepto del “tittytainment”. Así, por ejemplo, al hablar de los saberes desechables que se exigen en el mundo de hoy, Michéa menciona la utilidad de la enseñanza a distancia para su aprendizaje y un informe de la Comisión Europea, según el cual, una de las ventajas de esta educación a distancia se encontraría en el hecho de que las grandes compañías “estarán destinadas a vender sus productos en el mercado de la formación continua gobernado por las leyes de la oferta y la demanda”. La educación puesta al servicio del mercado, claramente. Y, por otro lado, el que las reformas educativas fueran aplicadas en Francia, que es el caso que más cercanamente conoce Michéa, con posterioridad a su aplicación en Estados Unidos y desde la experiencia de su absoluto fracaso sólo puede demostrar una cierta intencionalidad, la entendamos como maquiavélica o simplemente focalizada a velar por la “buena vida” de los individuos dentro de un sistema perverso.
Yo también confío en las grietas del sistema. Si no las tuviera, no creo ni que estuviéramos vivos. Ahora, reconozco que cada vez me cuesta más verlas a mi alrededor, y muchos menos en la gente joven.
¡Un beso!
Pues te digo lo mismo que el perro de mis entrepaños. Llevo EONES diciendo que cada vez se embrutece más a la gente, que no se desarrolla el espíritu crítico, que sólo saben protestar cuando les tocan SUS cosas, sus derechos, sus privilegios.
Pero dales una consola, un ordenador, una hamburguesa infecta... y dejan de hacer ruido.
Dejamos un mundo penoso a niños educados con un sistema penoso, una motivación de los profesores por los suelos, una falta de herramientas y de autoridad en los padres que apabulla...
Chica, una pena, sólo espabila el inquieto curioso que lee a escondidas, pero qué porcentaje de la población hace eso entre los diez y los treinta años?
Joder... no desconecta una ni leyendo blogs, tiene guasa la cosa!
Un beso, hermosa.
Antígona,el debate que suscitas es como mínimo inquietante, al fin y al cabo,la cultura hace libre, te permite al menos tener conciencia crítica, y al sistema no le interesa una masa pensante y sabia, sino más bien un rebaño de ovejas que se dejen arrastrar por la corriente sin hacerse demasiadas preguntas ni mucho menos rebelarse.Esa alienación es útil y necesaria para el sistema y el individuo ignorante es manipulable y fácil de someter, así que sólo se me ocurre proponer un brindis por las ovejas negras, las que se salen con conciencia crítica del rebaño,aquellas que se burlan del sistema y de sus cánones mayoritarios y se atreven a formar parte de minorías minoritarias,aquellas que empiezan y acaban en su propia y personalísima individualidad.
Un abrazo troyano
Como padre de adolescentes, no niego que el tema me preocupe. Me preocuparia igual, pero es que lo tengo en casa, en el dia a día. Los hihos de ahora no son mejores ni peores que lo fuimos nosotros. Por suerte, veo todavia el fuego rebelde en sus venas; pero es cierot que hay una simpleza y una dejadez general en el ambiente. Los grupos de presion, los thintanks (¿se llaman asi?), como lo era la Trilateral o lo es la FAES de Aznar, juegan fuerte; con dinero y recursos paa crear estados de opinión que sean favorables al liberalismo más atroz. Somos hijos de otra generación, cierto; quizás más critica, más reivindicativa... no mas preparada; pero si más contestataria. La ola conservadora nos atrapa. Hay que seguir bogando para no sucumbir. Soy de naturaleza optimista (¿quizás ingenuo?) y aún que el mundo que dejaremos a nuestros hijos sea, en global, mejor que el que tuvimos; da pena ver como el pensamiento único se va imponiendo. Orwell, en "1984", no era un visionario.
Vivo rodeada del mundo de la educación, aunque no tenga que ver con mi trabajo, pero sí por amigos profesores, educadores y por último adolescentes donde compruebo las señales de alarma que me dan los primeros.
Y no es nada nuevo ni me extraña esta "conjura a favor de la ignorancia" que más parece de ciencia ficción pero que no lo es, ni por asomo. El capitalismo de ficción es el último al que nos han llevado y en él se propicia lo que yo llamo la infantilización de la sociedad, no sólo de nuestros chavales... por qué nadie se extraña cuando las ciudades y sus servicios se asemejan cada vez más a parques temáticos? Cuando, por poner un ejemplo, los museos se encaminan y pelean entre sí por el "más divertido todavía" como si contemplar obras no fuera suficiente por sí mismo, como si todo tuviera que tener una finalidad lúdica y "masticada"? Por no hablar de esas noches o días sacados de la manga de la Cultura que movilizan a miles de personas como si de un recreo se tratara?
Todos niños, todos gozosos y el esfuerzo y el pensamiento crítico contra las cuerdas porque a ver quien es el guapo que protesta, no hay nada peor que un aguafiestas!!
Han conseguido el adormecimiento más logrado porque se puede luchar contra "los malos" pero no contra la falsa felicidad... que sentido tendría? Es que eres muy seria, es que te tomas todo muy a pecho, es que eres una amargada, cuando no te llaman pedante o elitista... no podrías disfrutar sin más, sin darle tantas vueltas?
Cómo controlar a todo el mundo? a traves del ocio más superficial e infantil en nosotros, a través de una educación que no se preste al pensamiento crítico en los peques...
Sólo nuestros chavales? Já!
Ays, como me gustan tus post cañeros, Antígona mía!! Pillo la referencia del libro...
Y beso pensante, nada, nada lúdico.
Pues sí, un árbol, es que la situación no es nueva sino que viene gestándose desde hace ya años y además cada vez resulta más preocupante. Precisamente hoy han saltado a los medios dos noticias inquietantes: una niña de quince años brutalmente apaleada y atropellada por otros menores, y un profesor en Sevilla pateado y amenazado de muerte por un alumno. Y es que el embrutecimiento educativo no puede dejar de tener consecuencias indeseables. Por otra parte, para Michéa, el que los alumnos se conviertan no sólo en consumidores, sino en consumidores de derechos está justamente relacionado con lo que planteas de las protestas. Los casos de hace unos años en Estados Unidos de niños denunciando a sus padres por soberanas majaderías apuntan a su vez en esa misma dirección. Los niños de ahora se sienten únicamente sujetos de derechos, pero no de obligaciones.
Sin embargo, creo que los padres no deberían eludir la parte de responsabilidad que les toca en todo este proceso. Y esa responsabilidad es mucha, y en cualquier caso mucho mayor que la que tienen los centros educativos. El respeto a la autoridad es algo que se inculca en casa, desde la más tierna infancia. Los centros educativos no pueden reemplazar a los padres en esa labor. Lo más grave es que los padres tienden a delegar cada vez más esa responsabilidad en los profesores y encima, contradictoriamente, cuestionan constantemente su trabajo. Y eso cuando no los agreden ya directamente porque consideran que sus hijos están siendo “maltratados” o poco respetados en los colegios e institutos.
Ay, siento que ni aquí puedas desconectar, pero es que el problema va a acabar teniendo repercusiones a largo plazo que excederán con mucho el contexto meramente educativo.
¡Un besazo!
Troyana, una de las cuestiones que me parecen más interesantes del libro de Michéa es la crítica que hace a la actuación de la izquierda política como factor fundamental en este proceso de degradación de la educación y de imposición de la ignorancia. Y no debemos olvidar que el propio Michéa es un teórico de izquierdas. Porque precisamente de ellas han nacido las proclamas a favor de la libertad del individuo que luego han degenerado en una absoluta permisividad y falta de respeto a cualquier norma impuesta. Michéa habla, y creo que con razón, del miedo a prohibir que impera tanto en padres como educadores. Y habla también de cómo la ampliación del ámbito de libertad y espontaneidad que se encontraba a la base de las nuevas teorías pedagógicas sólo ha contribuido, aun sin buscarlo conscientemente, al desarrollo del espíritu de consumo. Es decir, que, sin darse cuenta, la ideología de izquierdas se ha puesto al servicio del liberalismo económico fomentando valores que han acabado favoreciendo a este último. No todo en este proceso ha sido deliberado y consciente. O al menos, según Michéa, no al comienzo. Pero a partir de cierto punto sí habla de decisiones conscientes -fundamentalmente en el caso francés- tomadas con pleno conocimiento de causa. La cuestión es compleja, eso sin duda.
Yo también brindo por esas ovejas negras, que no dudo de que siempre las hay. Ahora, ser una oveja negra sin saber utilizar mínimamente el lenguaje o en el desconocimiento más absoluto de todo referente para la reflexión hace de la rebeldía una actitud incluso peligrosa, por fácilmente manipulable.
¡Un beso y un abrazo!
Yo tampoco creo que en esencia los niños de ahora sean mejores o peores que los de antes. Ahora, viven en un mundo distinto, rodeados de estímulos distintos, y eso condiciona claramente su manera de ser. Y lo que me parece más grave, su formación es cada vez peor, son cada vez menos conscientes de su ignorancia, y pienso que por ello mismo están cada vez más desprotegidos, aunque no se den cuenta, en una sociedad cada vez más difícil. Porque, si son incapaces de entender un artículo de opinión en un periódico, tendrán cada vez más tendencia a creer que lo que ven en la televisión, por ejemplo, es la pura verdad. Y ni te cuento ya cuando vayan a firmar una hipoteca y no entiendan lo que dice la letra pequeña. Yo no sé si nosotros éramos más críticos o más reivindicativos. Pero sí me parece que la educación más exigente que tuvimos nos dotó de mejores armas para enfrentarnos a la realidad que nos rodea.
Yo me siento poco optimista con este tema, la verdad. Tal vez dejaremos un mundo mejor a las nuevas generaciones. Pero, como apunta Semprún, no tengo tan claro que las nuevas generaciones sean capaces de conservarlo, y ni tan siquiera si no acabarán convirtiéndolo en algo mucho peor.
¡Un beso!
Desde luego, Margot, si uno lee el libro de Michéa y se fija en toda la bibliografía sobre la que sostiene sus tesis, esa “conjura a favor de la ignorancia”, por fantástica que suene, resulta algo más que conocido y probado por quienes se han ocupado seriamente del tema. Me parece muy importante que precisamente apele a esos informes de las entidades que cito, y que, si bien nunca suelen llegar al público en general, sí han sido accesibles, al menos hasta el momento, a quienes se han preocupado por indagar en esta cuestión.
Yo también percibo esa infantilización de la sociedad, y no sólo de los chavales, a la que apuntas. Me parece, además, la lógica consecuencia del imperativo consumista de la dinámica capitalista. Porque aquí se trata de consumir mucho, sea lo que sea, e incluso de consumir cultura. Y eso exige que los objetos a consumir sean atractivos, de fácil acceso, y se agoten rápidamente, es decir, que nadie se detenga en ellos el tiempo suficiente para profundizar, para así pasar automáticamente a otro nuevo objeto de consumo. Por otra parte, disfrutar de ciertos objetos en el sentido propio del término, como son los objetos de la cultura, requiere de una formación y de una educación de la sensibilidad mucho más larga y costosa, aunque no por ello menos gratificante. Pero, tú lo has dicho, como esa gratificación sólo es el resultado del esfuerzo y aquí debe primar la diversión y el gozo inmediato, las posibilidades e incluso los cauces para que ese esfuerzo se produzca son cada vez más estrechos.
Hablas de “falsa felicidad” y estoy totalmente de acuerdo con el término. Porque esto es lo que vende la sociedad de la diversión y el espectáculo: ilusión de felicidad, sucedáneo fugaz y vacío de felicidad, que a la larga sólo puede tornarse en tedio y aburrimiento. Cuando pienso en estas cosas siempre me acuerdo de “Fahrenheit 451” y de su retrato de una población infantilizada, que sólo logra paliar su sensación de vacío gracias a las drogas, y con un índice de suicidios alarmante.
Ay, que me pongo trágica y tampoco es cuestión de eso. Porque entiendo que si intelectuales como Michéa aún se toman la molestia de escribir estos libros es porque tal vez crean que aún es posible poner ciertos frenos a este proceso. Me gustaría poder confiar en eso, la verdad.
El libro vale mucho la pena, Margot, así que hazte con él en cuanto puedas. Creo que te va a encantar.
¡Un beso esforzado y reflexivo!
Nunca más de acuerdo con tu post Antigona.
Pero mira Finlandia paradigma de sistema educativo, potencia tecnológica y reflejo de Suecia o Noruega en cuanto a protección social y sistema de derechos países de softsocialismo donde ganar dinero no es malo y pagar impuestos parece que tampoco.
Estoy contigo en muchos puntos pero me da miedo la alarma que el cuerpo docente viene encendiendo sobre el asunto, con toda la razón y el uso que la derecha hace sobre esta cuestión que como expones resulta trascendental para la viabilidad del planeta y de la sociedad futura.
Sobre todo porque, como sabes, soy Lakoffiana,y la disciplina y otros asuntos básicos para la educación (en su sentido integral, es decir más allá de la adquisición de conocimientos sobre determinadas materias) como el respeto son traducidos al lenguaje de la derecha por el término autoridad (los docentes no tiene autoridad porque los chavales dejaron de reconocer la autoridad y así en espiral)y si reduces el problema educativo a la falta de autoridad (modelo padre autoritario de la derecha frente al protector de la izquierda) sucede que termina calando en la sociedad es que la izquierda no es capaz de hacer frente a los nuevos problemas y que la pedagogía del buen rollo y el entendimiento es cosa de “progres” con dinero, es decir de la minoría.
Vistas así las cosas no es de extrañar que la derecha haga creer que la izquierda acabará rompiendo España, negociando con terroristas y despilfarrando el dinero en ayudas sociales (Modelo Padre que hace cualquier cosa por sus hijos). Mientras que la derecha apuesta en una España unida, blindada ante los invasores(los inmigrantes)de la casa, invasora donde haya dinero (guerras ilegales) , y donde lo importante es ganar pasta aun a costa de poner remedio a los problemas sociales que generan con sus actuaciones (Modelo padre de MANO DURA, FAMILIA UNIDA Y PROVEEDOR PATRIARCAL)
Parece absurdo pero es así.
Digo todo esto porque se acercan las elecciones y aprovecho tu post para alertar sobre que esconden las grandes tragedias que anuncia el PP, muchas de ellas basadas todas en la universalización de situaciones singulares. No es el caso de la educación en España que pienso que requiere de una revisión del Modelo, seguramente, siempre de más inyección presupuestaria y de políticas de “reeducación” familiar.
Pero y los medios de comunicación, ah , eso da para una tesis,…. apunto un borrador: El derecho a la libertad de expresión en el marco de una política activa de educación para la ignorancia en España…jajajajajajaja
Besos!!!!!!!
Bueno, esto no es nuevo ni patrimonio del sistema capitalista, creo yo. No hay más que remontarse a cuando la iglesia dominaba el mundo o, un poquito más cerca, a la URSS, o si me apuras a la actual Cuba. Lo de idiotizar a través de la educación que se da a la juventud, no es nada nuevo. Ahora es más sofisticado, no lo niego, pero se trata de simple evolución acorde a los tiempos que corren. Lo digo porque tampoco es que el tipo este haya ido a descubrir la gallina. Quizás sea que se ve abocado a hablar sin demasiados matices, tajantemente, para que se le escuche, como bien hace notar al principio de us libro a través de los labios de otro.
Nunca he sido demasiado partidario ni de las teorías cospiratorias que elaboran malvados seres en la sombra que dominan nuestros designios; ni de echar balones fuera a la hora de culpar por nuestros males, que son nuestros y cuya solución empieza, desde luego, por nosotros mismos. Lo de culpar a los otros no me mola.
¿A qué hijos dejaremos este mundo? Pues a los nuestros que son los portadores de nuestro legado, el que nosotros mismos, en nuestra individualidad les hayamos transferido, con sus valores y con sus errores. Toca hilar fino y trabajar duro, está claro, pero no creo que sea una misión imposible por mucho que, realmente, estemos en inferioridad numérica y de medios. Es un trabajo de todos los días. Es como la gota que esculpe.
Inventar conceptos como el tittytaiment y tal, está bien, es divertido e incluso bastante productivo a la hora de vender libros... vender, por cierto, algo tan propio del capitalismo... con la de soluciones que da la sociedad de la información para divulgar conocimiento sin necesidad de enriquecerse.
Un beso
Querida Ana, no conozco el caso de Finlandia más que por algún reportaje que recuerdo haber leído hace muchos años, y lo que sí creo recordar, si la memoria no me falla, es que allí en cada aula había muy pocos alumnos, cosa que difiere bastante, si es así, de la realidad de los centros educativos en este país. Pero trataré de buscar más información a este respecto.
En cualquier caso, en relación a lo que comentas, la cuestión candente me parece otra. Dices que te da miedo la alarma que el cuerpo docente enciende sobre esta cuestión. Y es que creo que tiene que darte miedo pero no sólo ni fundamentalmente por la utilización que la derecha puede hacer de ella, sino porque esa alarma no es en absoluto gratuita sino más bien la consecuencia lógica de un colectivo que año a año se siente más impotente, por un lado, en cuanto a las exigencias, a menudo absurdas e impracticables, que plantea el sistema educativo, y por otro, frente a un alumnado cada vez más indomeñable, con menos educación de aquella que en principio deberían traer desde sus hogares, y cada vez más incompetentes para realizar los aprendizajes que se pretende de ellos y para acatar las normas mínimas de convivencia de los centros.
Yo, ay, gran negligencia aún por mi parte, aún no he leído a Lakoff pero he tenido quien me hablara largo y tendido sobre él y entiendo lo que me dices. Ahora, primera, creo que el término autoridad ha sido injusta y además erróneamente desprestigiado. Porque la única autoridad criticable es la autoridad infundada o basada en principios coercitivos carentes de toda justificación. Al igual que, por lo general, no hay posibilidad de curación si el paciente cuando va al médico no reconoce la autoridad de su saber y sigue, en función de ese reconocimiento tácito, sus prescripciones, no hay aprendizaje sin reconocimiento de una autoridad intelectual del profesor, por ejemplo, es decir, que simplemente el profesor sabe más que el alumno y por ello puede transmitirle conocimientos. A la vez que no puede haber educación si el educando no reconoce una autoridad moral en el educador, y por ello, confía en que sus normas van a contribuir a su formación como persona. Desde luego, no se trata de reducir el problema educativo a una falta de autoridad. Son muchos, muchísimos más los aspectos que contribuyen a crearlo. Pero esa falta de reconocimiento de la autoridad, que en este caso me parece que es una autoridad del saber perfectamente legítima, sí es uno de ellos. Y tal falta de reconocimiento de la autoridad se gesta en los hogares.
Por otra parte, no creo que la pedagogía del buen rollo y el entendimiento sea cosa de “progres” ni, por otra parte, que sea incompatible con el concepto de autoridad, que no hay que confundir con el del autoritarismo. Porque sí creo que para educar a un niño hace falta autoridad, tanta más cuanto más pequeños son, simplemente por el hecho de que los niños pequeños aún no razonan y no cabe lugar a demasiado entendimiento con ellos. Pero eso no significa que esa autoridad ejercida deba ser, por ejemplo, despótica o violenta ni mucho menos identificarse con la mano dura. Eso sí, estoy harta de ver niños bien pequeños montando unos pollos impresionantes en el metro o en el supermercado ante sus padres impasibles o indiferentes o en el mejor de los casos riñéndolos con una suavidad ridícula que únicamente incrementa la tiranía del niño en esa situación. El problema es que la negación al ejercicio de la autoridad acaba derivando en una permisividad a mi juicio absolutamente nociva para el niño, por acabar convirtiéndolo en un pequeño tirano incapaz de atenerse a normas de convivencia que sólo pueden favorecerle.
Vuelvo a decir que Michéa es un teórico profundamente de izquierdas, de manera que sus escritos, a mi juicio, sólo pretenden alertar a la izquierda de los errores que lleva cometiendo en los últimos tiempos en materia educativa. Errores que además están teniendo consecuencias fatales porque con su actitud la izquierda estaría favoreciendo aquello que, por sus principios, menos desearía favorecer, que es la puesta de la Escuela al servicio del Capital. A ti, Ana, más que a nadie, creo que te interesaría, y mucho, lo que el señor Michéa dice en su libro, porque la única manera de corregir los errores cometidos, si es que Michéa tiene razón, es ser consciente de ellos. Michéa alaba los valores de la Escuela Republicana como los únicos que podían venir a frenar las consecuencias, a su juicio deshumanizadoras, de la expansión del capitalismo. Pero la alaba para a su vez denunciar su perversión a partir de las reformas sustentadas por las nuevas teorías pedagógicas, que, sin darse cuenta realmente, vinieron a minar bases estrictamente necesarias en todo proceso educativo, y aún más necesarias para el desarrollo de eso que él llama la inteligencia crítica.
Entiendo también lo que dices de cómo la derecha ha utilizado el concepto de autoridad. Pero creo que ésa es una apropiación indebida de ese concepto, además de su entrelazamiento con toda una serie de aspectos que sólo contribuyen a tergiversas y deslegitimar el sentido positivo que, a mi parecer, indudablemente tiene.
A ver qué hacéis con esta cuestión, niña, ¡que me parece muy importante! Y la revisión del modelo a la que aludes, más que necesaria.
Gracias por tu aportación, Ana, imprescindible en este debate.
¡Un besazo!
Coronel Kurtz, yo creo que el mérito del libro estriba en tratar de poner sobre la mesa la relación que existe entre las reformas educativas y la pretensión de reestructurar la escuela conforme a las necesidades del sistema capitalista, relación en la que su autor detecta la destrucción de aquellos focos que, desde la educación, podían venir a paliar o a frenar las consecuencias deshumanizadoras del liberalismo salvaje. Y lo denuncia porque a su juicio esta alianza entre escuela y capital no tiene más de treinta o cuarenta años, y, por tanto, es un fenómeno relativamente nuevo en el que aún hay que ahondar y que es además la que nos ha tocado vivir.
Aquí no se trata tampoco de teorías conspiratorias, sino de lo que dicen los informes de aquellos mandatarios que están pensando sobre los ajustes estructurales que requiere la escuela en función de la expansión del capitalismo. Estoy de acuerdo en que no se trata de echar balones fuera. Menos en el tema de la educación, donde los padres ejercen, diría, un papel mucho más importante que las escuelas. Pero no tendrás tampoco más remedio que mandar a tus hijos a un colegio y tendrás que saber qué educación se le va a dar allí, cómo se le va a enseñar, o qué métodos se van a utilizar. Aunque es cierto que, probablemente lo más alarmante en el mundo de hoy sea la poca conciencia de responsabilidad de los padres sobre la educación de sus hijos y que cualquiera que se plantee con seriedad esta cuestión tiene mucho ganado.
Tal vez me he expresado mal, pero el concepto del “tittytainment” no se inventa para vender libros. Es la propuesta que se hace para mantener, según dice el libro de Michéa, la gobernabilidad de la población frustrada por la expansión del capital y sus necesidades productivas dentro del marco de una de esas grandes asambleas de políticos e intelectuales donde se toman decisiones que acaban afectándonos a todos. Vamos, que es una solución propuesta desde arriba y cuya aplicación se percibe claramente, por ejemplo, en la proliferación en los últimos años de la telebasura. Michéa simplemente lo recoge para que no seamos tan ingenuos de pensar que determinadas políticas “culturales” o educativas son fruto de la casualidad.
¡Un beso!
Me rebelo ante esa ignorancia feroz. Me duele eso. No le veo futuro.
También existen modos nuevos de comunicación y expresión. La cultura de 1920 no era la misma que la de ahora. Deberíamos saber crecer junto a los años que cambian: avanzar en tecnología sin dejar menguar todo lo demás.
Coronel, estás hablando en serio cuando hablas de la educación de los países socialistas? Cuba pasó de un país de analfabetos a tener unos índices de educación de los más altos del planeta, y con todo el mundo en contra. Comparamos la cultura que consiguieron países como Rusia, Ukrania, Polonia, etc... comparada con la de España o EEUU? estamos hablando de que nuestros críos no leen y cuando lo hacen no entienden lo que leen!!
Ahí, ahí, Antígona, reside el asunto, en ese primer párrafo de tu respuesta. En pretender de que hay una confabulación por parte de estamentos de ente superior en pos de imponer algo que el personal no desea que le sea impuesto. Sinceramente me parece un argumento con poca base, tenga los años que tenga y se quiera profundizar lo que se quiera, que puede ser una barbaridad a poco que uno se lo proponga.
Pretender que un sistema educativo como el español, por poner un ejemplo cercano, del todo descentralizado, que no tiene casi nada que ver de una comunidad autónoma a otra, que no sabe ni a lo que obedece en su esencia, este regido por algún tipo de ley premeditada desde estamentos superiores me parece del todo absurdo. Las reformas educativas en nuestro país no dejan de ser más que un despropósito de la clase diligente que, en líneas generales y sin abanderar causas, es una mierda pinchada en un palo. En otros países de órbita capitalista (me temo que no hay otra) funciona, créame que es así.
Pero por encima de todo, me parece del todo un despropósito de carácter superior ligar esta trama a la producción televisiva (sin más), que no sé muy bien que tiene que ver en todo esto. Es como coger lentejas y comino y decir que has hecho una paella.
Tampoco alcanzo a entender que tiene que ver la dehumanización con el capitalismo salvaje, y menos viniendo de un tipo que se gana la vida vendiendo libros a salvajes capitalistas o capitalistas que piensan que no lo son o que, al menos, no parecen muy conformes con ello. Lo del capitalismo salvaje ya murió... hace muchos, muchos años, de hecho, hasta el momento en que escribo, no se ha presentado ningún sistema alternativo viable. Quizás sea porque es el más acorde a la naturaleza del hombre... aunque nos cueste reconocerlo.
Acuerdo contigo en la base del problema pero, en absoluto, con la diseminación de las culpas.
Lo de las teorías conspiratorias viene justo en relación al asunto de los informes. Una característica común a todas ellas es la presentación de informes irrefutables. Entiendo que no hay que creerse todo lo que está escrito a pies juntillas por el hecho de que esté impreso sobre un papel. En general, por suerte, me tengo por bastante escéptico y tiendo poco a creerme pocas cosas, vengan de donde vengan.¡Que voy a hacele yo si soy un descreido!. Eso sí... creo en la vida que se labra cada uno y, sobre todo, creo en la suerte de que puedo, al menos, intentar labrar mi vida, que hay otros que ni eso, pregúnteselo a los cubanos, por ejemplo.
¿Realmente piensa que la televisión, que es un negocio en manos de empresas privadas, tiene en cuenta directrices superiores para programar su parrilla?... se nos fue al carajo el medidor de audiencias. En España, por ponerle un ejemplo, la única televisión deficitaria es pública y es la 2 de televisión española, que quizá, debiera seguir directrices. No tiene sentido. A mis ojos, al menos.
Un beso
Contestando al Juan el cosaco , diré que quizás no me explicado con suficiente claridad y que no hago referencia a la cantidad de la formación. Hago referencia a que en los sistemas totalitarios, llámense estalinistas o franquistas, la dirección de la información que se da en las escuelas es altamente tendenciosa, vamos que no es novedad lo de intentar manipular a través de las escuelas. Hoy en día nos sucede lo mismo en España, sino vaya a una Ikastola a aprender algo de nuestra "historia".
Sobre Cuba... En fin... No hay más que verles para darse cuenta de que lo que hay: Son paupérrimos megacultos.
Sobre la incultura de España en relación a países de prosperidad indiscutible, que decirle... que aquí se escribió el Quijote y que nuestra historia, patrimonio y acervo, entiendo que nos avala como potencia cultural a nivel mundial, quizás no tanto a Polonia, Ucrania o Rusia, estos últimos importadores naturales de mafiosos de inestimable cultura que aportan sabiduría allá donde van.
Nuestros crios, indudablemnte, son los más incultos... y eso que no me gusta generalizar pero ante verdades tan absolutas no me queda más remedio. Usted... ¿Tiene hijos?
Cuando habla de Ejpaña como potencia mundial de la cultura se refiere al saqueo de hispano américa, verdad?
ah, ya le entiedo.
No, no tengo hijos, usted escribió el quijote?
No. Me refería a la catedral de Burgos, por ejemplo. Tiene usted una extraña manera de interpretar lo que escribo...
Mejor lo dejamos porque creo que no voy a poder lidiar con tan fina ironía como la suya. No es que me educara con la Logse pero casi y ya se sabe... donde no hay mata, no hay patata.
Es lo que hay que hacer, Arcángel, al menos en la parte que a uno le toca. Porque, siempre lo he pensado, cuanta más ignorancia, más desprotección, más vulnerabilidad. Habrá quien piense que la ignorancia es la felicidad. Pero yo no lo creo. Más bien, creo que la vida es demasiado difícil como para que el permanecer desarmados frente a ella en la ignorancia no acabe pasando factura.
Existen nuevos modos de comunicación y expresión, sí. Pero la palabra, dicha o escrita, sigue siendo uno de nuestros modos fundamentales de comunicarnos, sea directamente, sea por la red. Y cuanto más la dominemos, con más lucidez podremos pensar.
¡Un beso!
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Cosaco, en efecto, el tema era el de educar a los niños en aquellas competencias mínimas que les permitan desarrollar una inteligencia crítica, aunque tal vez el Coronel se refiriera con sus ejemplos al adoctrinamiento que ha podido ejercerse en algunos países, y que también es otro modo de impedir el pensamiento crítico. Pero como veo que el debate continúa más abajo, a ello voy...
¡Otro beso!
Coronel, no estoy hablando de estamentos superiores, sino de dirigentes políticos, de grandes accionistas o presidentes de multinacionales, que por supuesto que toman decisiones que nos afectan a todos sin preguntarnos si eso es lo que deseamos. Esto no es un argumento, sino una realidad. La propia democracia representativa así lo exige. Votamos cada cuatro años a un partido político. Pero no las decisiones concretas que toma durante su mandato. ¿Acaso se nos consultó cuando se impuso la L.O.G.S.E.? ¿No se involucró el gobierno de Aznar en la guerra de Irak incluso con la oposición de tanta gente? ¿Decidimos cuál debe ser el salario mínimo? ¿Cuánto vale una vivienda? Y en cuanto al tema que nos ocupa, es más que obvio que la educación también se rige, en mayor o menor medida, por criterios mercantiles. A más demanda de médicos, más bajo el numerus clausus para entrar en la facultad de medicina. Los niños estudian informática en sus colegios, o inglés, porque lo necesitarán para sus futuros puestos de trabajo. Todo país hace previsiones con respecto a las demandas profesionales a la hora de plantear sus leyes de enseñanza. Que vivimos en un mundo en el que manda la economía me parece más que obvio. ¿Te resulta entonces tan extraño que la Comisión Europea o la OCDE no trate también de hacer previsiones para que los futuros ciudadanos se ajusten, en sus habilidades, a las exigencias del mercado? ¿Y que ese mercado, cada vez más, necesite de individuos con otras competencias que las requeridas hace cincuenta años? Lo que Michéa está denunciando, en esencia, es que hay ámbitos de la formación del individuo que deben permanecer intactos más allá de las exigencias del mercado. Que no se puede invertir el tiempo que hasta ahora se dedicaba a enseñar a un niño a leer con fluidez textos complejos en hacerle un as del teclado y el ratón. Y que no es casual que tiendan a desaparecer de los programas educativos aquellas enseñanzas de carácter más humanístico, que son las que dan las herramientas necesarias para poder comprender mejor la realidad que nos rodea, para ser sustituidas por las de carácter puramente técnico y utilitario.
Por otra parte, por lo que sé del tema, no hay tal descentralización en el sistema educativo español. Conozco mucha gente que trabaja en la enseñanza en comunidades distintas, y las diferencias apenas existen. Y lo que es peor: en todas partes, los contenidos de las materias han disminuido considerablemente con respecto a hace no tantos años simplemente porque los niños cada vez tienen más dificultades para expresarse con propiedad, para integrar informaciones mínimamente complejas, o para entender lo que leen. ¿En otros países? El sistema de educación francés siempre ha pasado por uno de los mejores. Y sin embargo, leamos el informe de una de las especialistas francesas más prestigiosas en ciencias de la educación: “En 1983, el rectorado de Niza realizó una encuesta a cerca de 12.000 alumnos de primero de Enseñanza Secundaria. El 22, 48% no sabía leer, y el 71,59% era incapaz de comprender una palabra nueva a partir del contexto”. No olvidemos que la reforma educativa que luego en España se llamaría L.O.G.S.E se aplicó en Francia mucho antes, y es el caso francés el que Michéa más conoce.
¿Qué tiene que ver con la producción televisiva? No sé si he hablado de la producción televisiva, pero ya que la mencionas, me dirás que la oferta televisiva no ha cambiado radicalmente en los últimos años, y que cada vez es de una imbecilidad más supina, por no hablar de las ingentes cantidades de publicidad que contiene, tanto en la pública como en la privada...
Con respecto a la deshumanización del capitalismo, con ella han contado ya los propios teóricos del capitalismo. Porque el capitalismo cuenta con una premisa antropológica: la de la búsqueda, por encima de todo, del propio interés, la del egoísmo. Cita Michéa a Adam Smith: “No es la amabilidad del carnicero, del mesonero, o del panadero de donde esperamos obtener nuestra cena, sino del cuidado que pondrán en sus intereses. No nos referimos a su humanidad, sino a su egoísmo”. La economía política, dice Michéa, tiende a percibir el interés egoísta como el único motor racional de las conductas humanas. E incluso el propio Dickens se hace eco de esta idea, desde una perspectiva crítica, en 1845 en "Tiempos difíciles": “Uno de los principios de la doctrina de Gradgrind era que todas las cosas deben pagarse. Nadie debía jamás dar algo a alguien sin compensación. La gratitud debía abolirse y los beneficios que de ella se derivaban no tenían razón de ser. Cada mínima parte de la existencia de los seres humanos, del nacimiento hasta la muerte, debía ser un negocio al contado. Y si era imposible ganarse el cielo de esta forma, significaba que el cielo no era un lugar regido por la economía política y que no era un lugar para el hombre”. Citado, también, por Michéa. El avance del capitalismo no es entonces posible sin el fomento de esa búsqueda egoísta del propio interés, y en nuestro tiempo, desde luego, sin la incitación y fomento, indisolublemente ligado al interés egoísta, del consumo, dado que sin consumo no hay aumento del capital. Que no haya un sistema alternativo viable no significa que la cultura capitalista no exija un determinado modo de ser y de actuar cuyas consecuencias indeseables, según Michéa, deben ser compensadas desde otras instancias. Y ésa, sería, entre muchas otras, la de la educación en otro tipo de actitudes y valores, y no una educación meramente encargada en formar futuros consumidores.
Por otra parte, habría conspiración si los informes de la OCDE o la Comisión Europea fueran secretos. Pero resulta que no lo son. Aquí no hay una confabulación de seres extraños, sino un imperio del mercado, una maquinaria que funciona ya por sí sola, la “jaula de hierro” de la que hablaba Weber en su Ética protestante y el espíritu del capítalismo, que, lo queramos o no, nos conforma en lo que somos y funciona reclamando unos modos de actuación y no otros.
Y de nuevo a la televisión... ¿es que el criterio de la televisión pública debe ser la productividad económica? ¿Por qué esta idea nos parece tan obvia? ¿Es que todo se compra con dinero?
En fin, lo dejaré aquí, porque podría seguir interminablemente con el tema y tampoco es cuestión de aburrirte más.
¡Otro beso!
Será culpa de los políticos, de los profesores de primaria, de los de secundaria, de los padres, de la televisión... pero en cualquier caso, es obvio que, curso a curso, no se han cumplido los criterios de calidad que cualquier empresa embotelladora tiene con sus productos. Sí, probablemente la sociedad tiene menos interés en la calidad de su enseñanza que en la calidad de sus botellas. En este sentido, tiene razón el autor en desechar la palabra error o negligencia.
Pero mientras consigamos que de las escuelas salgan buenos consumidores de botellas, buenos obreros de cadena de montaje de botellas, buenos ingenieros de botellas, buenos directivos de empresas embotelladoras... todo seguirá igual. Porque, no nos engañemos, todos los programas educativos coinciden con los intereses de (casi) todos los padres de los niños en una cosa: que los chicos se adapten al sistema.
Como usted bien dice, doctora, leer nos ayuda a tener capacidad crítica. Y el individuo social es (deber ser) gregario y manipulable. Pero bueno, tampoco es nada nuevo. Ese “tittytainment” es lo que ya Huxley llamaba “soma” a mediados del siglo XX. Por cierto, a mi me gustan las tetas, me gustan mucho ¿es malo, doctora? :)
Los análisis linguísitico-ideológicos de Lakoff son muy interesantes. Y no le falta razón a mi admirada Ana. El hecho de utilizar la palabra “autoridad” nos sitúa en un marco cognitivo determinado que impulsa aún más el miedo a ser libres. Esto es, de alguna manera ayuda a que pensemos más en lo bueno que es producir botellas bien producidas. Piense en ello, doctora, seguro que puede expresar la misma idea sin acudir a un concepto tan ideológico como la “autoridad” o, mejor aún, nos desliga esa “autoridad” del marco cognitivo del “miedo a la convivencia” del que algunos políticos viven.
Un beso, Antígona.
Hola Antígona.
Mi hijo, de 12 años, está sentado ahora junto a mí leyendo "Otra vuelta de tuerca" de Henry James.
Por mandato del profesor de Lenguaje.
No lo entiende del todo. Le digo que siga.
Yo lo leí hace tanto...
¿Es exagerado ese libro para su edad?
Son exagerados el lenguaje, los conceptos, las situaciones...
Pero, ¿no son exagerados los juegos de consola o Pc que frecuentaría si yo le dejara?
Lo que expones claramente en tu entrada es algo que tenemos en mente muchos de los que trabajamos en Educación desde hace mucho (hace mucho que lo tenemos en mente; hace mucho que trabajamos...)
Reformas, absurdas, retroloquesea...
Para atrás, para atrás...
Titulaciones cada vez más elevadas; niveles cada vez más bajos; fracasos; no saber leer, escribir, abrir una puerta...
Mi hija, hace dos años, ni mencionaba la asignatura de Lenguaje en casa. Notas más que discretas. No le gustaba; antes sí. Redacta de dulce. Le gusta leer, crear, es ocurrente…
Pero su profesor sólo quería (¿sabía?) analizar oraciones. Inutilidad palpable si es eso y sólo eso.
Ahora tiene otra profesora. Creación y aprendizaje de la mano. Buenas, buenísimas notas. Motivación. Más creación. Positivo círculo vicioso autoalimentado y fructífero.
Hay que saber tratar a los jóvenes. Yo, llevo 22 años en educación de adultos. Cuando me cuentan ciertas cosas del instituto, no me veo capaz de trabajar allí. Tendría que adaptarme, pero me costaría y mucho. Si no hay voluntad de aprender…
Abrazo adaptado.
Querida Antígona, me temo que estoy de acuerdo con tu autor en todo. Ni siquiera creo que exagere, sino más bien aquello de que la realidad supera a la ficción.
El siguiente paso, a un primero que nunca debió ocurrir, es levantarse inmediatamente. Y cuando lo haces, te levantas solo. Completamente solo.
De pronto sientes que no puedes cerrar los ojos, o serás invadido por el ladrón de cuerpos vivientes.
Mi hija no tiene tanta suerte como el hijo del Secretario. Sus lecturas del programa escolar son atroces. Y entre ella y yo hay un océano de esa especie de burbuja feliz que de momento le impide, me impide, acercarle otros mundos posibles.
¡ Un beso¡
Doctor Lagarto, supongo que todo depende de cuáles sean los criterios de calidad exigidos. Si lo que la escuela se propone es formar individuos que puedan pensar por sí mismos y situarse con un mínimo de perspectiva crítica frente a la realidad que les rodea, entonces es obvio que los objetivos no se han alcanzado. Pero si lo que la escuela, a través de sus reformas y sus nuevas teorías pedagógicas, lo que realmente pretende es formar, como señala Michéa, consumidores de derechos, entonces, día a día, curso a curso, va en camino de lograrlo.
Es posible que, como dice, los intereses de casi todos los padres sean que sus hijos se adapten al sistema. Ahora, lo que nunca debería perderse de vista es la pregunta acerca de si esa adaptación contribuirá a la felicidad futura de sus hijos o si, por el contrario, los abocará a unas existencias vacías y carentes de sentido. Los datos sobre el aumento del índice de enfermedades mentales y suicidios en los países occidentales son francamente preocupantes, y apuntan, cada vez más, a que esta sociedad no es, pese a su aparente riqueza, un paraíso de felicidad. Ahora más que nunca, los padres deberían preocuparse por que sus hijos desarrollaran otras actitudes y maneras de actuar que les protegieran de ese vacío y de ese sinsentido en el que el modo de vida consumista desemboca.
Por supuesto que la idea de Michéa no es nueva. Pero la diferencia entre Huxley y Michéa es que el primero proyecta una utopía negativa en un futuro aún no advenido, mientras que Michéa pretende hacer un análisis de lo que sucede en el aquí y el ahora que nos ha tocado vivir. Terrorífico que el “soma” de Huxley haya empezado a hacerse una realidad palpable en el “tittytainment”, ¿no cree?, que Michéa no sólo detecta en las escuelas, sino en muchos otros fenómenos sociales y mediáticos dirigidos a la juventud como las Raves o la MTV.
En cuanto a lo que plantea sobre Lakoff, he pensado sobre el tema, doctor Lagarto, y por el momento sólo puedo repetirle lo que ya le he dicho a Ana: que habría que reivindicar otras formas de autoridad -la autoridad del saber del científico o sabio, la autoridad moral de la persona con experiencia frente al infante- sin cuyo reconocimiento considero imposible cualquier forma de aprendizaje. Tal vez sea hilar muy fino, pero la autoridad no es lo mismo que el autoritarismo, ni tampoco la libertad lo mismo que el libertinaje. La situación es compleja, lo sé, porque la derecha le ha ganado mucho terreno a la izquierda apropiándose de un concepto que a mi juicio debería desligarse de ese miedo a la libertad del que habla. Pero flaco favor se ha hecho a sí misma la izquierda promoviendo una crítica y alejamiento indiscriminado de la tradición que le ha llevado a menospreciar aspectos que, incluso, me atrevería a decir, son condición necesaria para el aprendizaje del uso de la propia libertad.
En cuanto a su gusto por las tetas, ay, doctor, me temo que no sólo es malo, sino malísmo. Un síntoma evidente de que el “tittytainment” ha comenzado a apoderarse de usted. Le aconsejo, como medida terapéutica, que evite durante un tiempo cualquier contacto, sea de la índole que sea, con todo pecho femenino. Tal vez así pueda empezar a revertir ese proceso tan perverso que ha empezado a hacer mella en usted :P
¡Un beso!
Buenas, señor secretario.
El tema de cómo inculcar a los niños el amor por la lectura es difícil. Los niños de hoy en día están sometidos a toda una serie de estímulos que nuestra generación no tenía. Y, por otra parte, cabe igualmente pensar que todo aquello que se impone puede acabar generando aversión y distanciamiento. Pero yo, personalmente, sigo pensando que un niño que lee acabará disponiendo de más herramientas conceptuales para analizar la realidad que le rodea que otro que no lo hace.
En cuanto a la situación de los profesores que planteas, es un tema que Michéa también aborda. Porque, a su juicio, uno de los principales escollos en la implantación de las reformas educativas son precisamente los profesores, formados para impartir otro tipo de educación que el que ahora se les exige. De ahí que señale que “la escuela de la ignorancia requerirá reeducar a los profesores, es decir, obligarles a “trabajar de forma distinta”, bajo el despotismo ilustrado de un ejército potente y bien organizado de expertos en ciencias de la educación”.
Me alegro de que tu hija haya encontrado más motivación para aprender a manejar el lenguaje, que es la herramienta fundamental del pensamiento. Y entiendo lo que señalas en relación a las diferencias entre la educación de adultos y los institutos. Los adolescentes nunca han sido una materia prima fácil de tratar, y supongo que hoy por hoy aún mucho menos. No por casualidad la profesión docente es la que cuenta con más bajas por depresión.
¡Un beso rebelde! :)
Querida Mityu, sigo profundizando en el libro estos días gracias al debate que aquí se ha montado y cada vez me resulta más lúcido y revelador, por más que sus conclusiones no tiendan precisamente al optimismo. Pero, como también he comentado antes, si Michéa escribe ese libro es porque, imagino, considera que la crítica que realiza aún tiene sentido y puede contribuir a enderezar esta situación, si es que la posibilidad de enderezarla pasa, en primera instancia, por tomar conciencia de ella.
Me gusta la metáfora que planteas. En efecto, cerrar los ojos en el mundo de hoy es dejarse vencer por esa invasión de los ultracuerpos, dejarse colonizar poco a poco por una forma de vida que acaba siendo más muerte que vida. Es costoso mantener los ojos bien abiertos. Es costoso nadar contra corriente. Pero creo que hay que hacerlo.
Ojalá que entre tu hija y tú vayan surgiendo poco a poco, en medio de ese océano, las islas y los archipiélagos que te permitan acercarle los mundos posibles que querrías. Tal vez todo sea cuestión de tiempo.
¡Un beso!
Discrepo, discrepo del señor Michéa. Sin argumentos, pues desconozco completamente su obra y su pensamiento. Pero de la misma manera que según que olores me pueden alejar de algún restaurante, lo poco que habeis transcrito del señor Michéa hace que me lo imagine como un paranoico nostálgico de utópicas revoluciones.
A mí, el sistema capitalista me parece tan malvado como un iceberg. Claro, que yo no vijaba en el Titánic.
Pequeño error, he entrado desde un ordenador ajeno y he dejado el comentario anterior como si fuese de una tercera persona, que quizás, no opine lo mismo que yo. Las palabras anteriores son mías, y sólo mías.
Una canción para tu magnífico post: "Another Brick in the Wall" de Pink Floid.
El "aprender jugando" es una cosa que me pone negra, porque TODO requiere un esfuerzo y una disciplina.
En fin, siempre se utilizan estrategias para manipular a las masas. Sólo tienen que cambiar de estrategia según las condiciones de cada época. Utilizan sus "aparatos atontolinadores" constantemente, siglos y siglos. Siempre estamos dando vueltas al mismo asunto, la historia se repite constantemente. Y nunca entenderé qué magnitud verdadera pueden encontrar los atontolinadores en dominar a un puñado de seres minusculísimos perdidos en un pedrusco que flota por el inmenso universo. Esta gente no ha sufrido suficiente escarmiento o simplemente está muy lejos de alcanzar el sentido de la vida.
¡Un beso muy grande, mi queridísima Antígona!
Te juro que lo he leido, y luego he leido los comentarios... y no quiero quedar de capulla, pero no puedo escribir nada mas... está todo dicho, te lo diría de otras maneras, pero lo mismo.
Al final, creo en la educación como cosa nuestra, no puedo pensar que mi hija se forme con un profesor, por supuesto que sea un complemento perfecto, pero la verdadera labor se gesta ó no, en casa, y si luego tienes la suerte de que los que la enseñan saben hacerlo bien, ya es el puto paraiso. Mi hermana es profesora, y puedo asegurarte que me encantaría que algún día mi hija diese con alguien como ella, pero ahora mismo.. si te digo que tiene mi hija 6 años y le pregunto a la profe, y se ríe y me suelta cualquier tontería y luego me voy al recreo de estrangis y las veo en una esquina, y los niños matándose en otra... y los tacos... y las historias que se montan... y las otras ahí, al pairo.... en fin...
Que confío en mi... intento hacerlo lo mejor que puedo, y espero siempre que su padre lo haga igual, que de eso no tengo apenas queja, digo apenas... que es muy despistado, y a veces, por darme por saco, hace tonterías, pero en general, creo que le está enseñando cosas, buenas, como yo, y que lo estamos haciendo bien... siempre pendiente de mejorarse, pero con ganas, y esfuerzo.
Un besazo, amor... tu blog es... una ventana preciosa, y absolutamente limpia. Siempre es un placer...
Dersu, no creo que el señor Michéa sea ese paranóico nostálgico de utópicas revoluciones, entre otras cosas porque se muestra muy crítico con lo que representó el mayo del 68 francés en este proceso de degeneración de la enseñanza. Y tampoco creo que dijera que el sistema capitalista es malvado. Si acaso, lo malvado, por reduccionista, es la idea del hombre que se esconde tras él y el hecho de que cada vez menos instancias puedan frenar las consecuencias indeseables del imperio de esa idea del hombre.
¡Un beso!
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Pues sí, querida Dusch, esa canción vendría muy bien al post, porque los muros que se alzan puede tener muchas apariencias, e incluso la libertad confundida con el libertinaje para beneficio del capital acaba convirtiéndose en una cárcel para las conciencias.
En efecto, todo requiere esfuerzo y disciplina. ¿O es que cuando los chavales se pongan a trabajar sus jefes les dirán también que hay que trabajar jugando y que el principal objetivo es divertirse?
Bueno, por parte de Michéa la intención de los “atontolinadores” está clara: el sistema capitalista no funciona sin el consumismo. Por tanto, hay que formar a los individuos como futuros consumidores, tanto más tendentes al consumo cuanto menos puedan cuestionarse si de ello depende realmente su felicidad. Todos, absolutamente todos, estamos ya metidos en esa lógica. Pero entiendo que esa lógica puede aún volverse mucho más ferrea si las futuras generaciones no conocen ya otro medio de entretenimiento que no pase por el consumo constante.
¡Un beso enorme, guapetona!
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Estoy totalmente de acuerdo contigo, Delirium, la educación más importante, la más determinante, es la que se recibe en casa. Los profesores, la escuela, sólo pueden cubrir determinados aspectos parciales de todo un conjunto de enseñanzas, conscientes o inconscientes, que comienzan desde apenas nacer.
Luego, por la calle, hay lo que hay, y pienso que debe de ser una lucha difícil tratar de inculcar actitudes o valores a los propios hijos que no sólo no se corresponden, sino que chocan frontalmente con lo que existe más allá de la puerta de casa. Pero, en cualquier caso, los padres son el auténtico pilar de la educación, y tengo la sensación de que en muchos casos no son conscientes de ello. O lo son, pero se encuentran desarmados ante la tarea que implica. O simplemente se abandonan a la comodidad de dejar que sus hijos hagan su santa voluntad, porque nadie dijo que esa tarea no fuera algo sumamente costoso, que lo es.
Me alegro de verte por aquí, pensé que ya nos habías abandonado para siempre. Y el placer es mío al leerte, que tú sí que eres preciosa :)
¡Un gran beso, niña!
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